Revelan que Rusia se preparó durante años para enfrentar una posible invasión china

Aunque la perspectiva de una guerra entre ambos países hoy suena descabellada, documentos filtrados escritos entre 2008 y 2014 muestran los temores del Kremlin sobre las verdaderas intenciones del régimen de Beijing

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El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente ruso, Vladimir Putin, asisten a una presentación de un SUV Haval F7 producido en la planta de automóviles Haval ubicada en la región rusa de Tula, en el Kremlin en Moscú, Rusia, el 5 de junio de 2019. Maxim Shipenkov/Pool vía Reuters/Archivo
El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente ruso, Vladimir Putin, asisten a una presentación de un SUV Haval F7 producido en la planta de automóviles Haval ubicada en la región rusa de Tula, en el Kremlin en Moscú, Rusia, el 5 de junio de 2019. Maxim Shipenkov/Pool vía Reuters/Archivo

En un giro revelador sobre las dinámicas de poder en el escenario internacional, ejercicios militares rusos filtrados han expuesto las profundas suspicacias de Moscú hacia Beijing, sugiriendo una percepción de China como amenaza potencial. Estos juegos de guerra, desarrollados por oficiales rusos entre 2008 y 2014, fueron diseñados ante la hipotética invasión china del extremo oriente ruso e incluyeron detalles intrincados sobre tácticas de guerra y estrategias de defensa, incluyendo la posibilidad de despliegue de armas nucleares.

La información, originalmente filtrada al Financial Times, ilumina sobre la desconfianza persistente de Rusia hacia China, una nación con la que ha buscado estrechar lazos bajo la administración de Vladimir Putin y Xi Jinping, fraguando una relación descrita como “sin límites”. “Muchos sistemas de armas nuevos se desplegaron primero en el Extremo Oriente, aunque Rusia siempre dijo que la OTAN era la principal amenaza y China un socio”, afirmó al medio británico Alexander Gabuev, director del Carnegie Russia Eurasia Center de Berlín, destacando la envergadura de la preparación rusa frente a una potencial ofensiva china.

Estos ejercicios delinearon escenarios donde actores patrocinados por el régimen de China simulan protestas y ataques a infraestructuras críticas de Rusia, escalando hacia acusaciones de “genocidio” y un incremento en la producción de defensa por parte de Beijing. Aunque estas narrativas puedan sonar más a estrategias de ciencia ficción militares que a planes de contingencia realistas, reflejan la seriedad con la que Moscú ha considerado la posibilidad de un conflicto.

Las banderas de China y Rusia se muestran en esta fotografía ilustrativa tomada el 24 de marzo de 2022. REUTERS/Florence Lo/Ilustración/Archivo
Las banderas de China y Rusia se muestran en esta fotografía ilustrativa tomada el 24 de marzo de 2022. REUTERS/Florence Lo/Ilustración/Archivo

La respuesta oficial del Kremlin a la filtración ha sido de escepticismo, dudando de la autenticidad de los documentos. En contraste, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino ha reiterado la fortaleza de la amistad entre ambos países, mencionando que la “teoría de la amenaza” no tiene mercado en China y Rusia” y contradice la narrativa de intereses y estrategias desplegadas en los citados ejercicios.

En la década de 1960 y 1970 se vivieron momentos de tensión especialmente pronunciados entre las dos naciones, incluyendo un conflicto militar no declarado en 1969, tensiones que resurgieron en los ‘90 con una China en ascenso y una Rusia en declive. Sin embargo, con la llegada de Putin al poder, ambos países buscaron mitigar estas fricciones, firmando tratados para evitar agresiones mutuas y renunciando a reclamaciones territoriales.

El teatro de operaciones militares no se ha quedado en el papel, manifestando una cooperación armamentística entre Rusia y China con la venta de sistemas de defensa antiaéreos S-400 a Beijing y ejercicios militares conjuntos. Aunque, tal cooperación ha sido calificada más como “oportunidades fotográficas y desfiles” que asociaciones estratégicas de fondo, según William Alberque, director del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, en declaraciones al Financial Times.

Los sistemas rusos de misiles tierra-aire S-400 se conducen durante un desfile militar el Día de la Victoria, que marca el 78.º aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, en la Plaza Roja en el centro de Moscú, Rusia, el 9 de mayo de 2023. Pelagiya Tikhonova/Agencia de Noticias de Moscú/REUTERS/Archivo
Los sistemas rusos de misiles tierra-aire S-400 se conducen durante un desfile militar el Día de la Victoria, que marca el 78.º aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, en la Plaza Roja en el centro de Moscú, Rusia, el 9 de mayo de 2023. Pelagiya Tikhonova/Agencia de Noticias de Moscú/REUTERS/Archivo

La dimensión de estos juegos de guerra y las simulaciones de conflictos no deben interpretarse necesariamente como predicciones de acciones futuras, sino más bien como preparativos ante posibles escenarios extremos. “No reflejan necesariamente lo que se considera la amenaza más probable o realista”, detalló al medio Michael Kofman, investigador principal de Carnegie, sugiriendo que, pese a la creciente cooperación, el ejército ruso mantiene preparativos ante la eventualidad de un conflicto con China, guiado por los principios de la prudencia y la estrategia militar.

La guerra en Ucrania ha redirigido significativamente los recursos y atención de Rusia, permitiendo a China aumentar su influencia en Asia Central, una región de tradicional influencia rusa. “Rusia ya no tiene los recursos para ser la principal policía regional por sí sola”, comentó Gabuev al Financial Times, sintetizando cómo los desafíos actuales podrían estar configurando un nuevo orden de cooperación y competencia entre dos de las mayores potencias mundiales.

“Está intentando compartir la carga con China para frenar cualquier tipo de presencia occidental”, concluyó el experto.

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