En el informe especial por los dos años de la invasión de Putin a Ucrania del periódico británico The Independent, los periodistas Bel Trew, Kim Sengupta y Askold Krushelnycky, exponen la cruda realidad de la guerra en Ucrania y alertan sobre las consecuencias de una posible derrota frente a Rusia. “Si Ucrania pierde, Occidente será el siguiente”, advierten, citando las palabras de Anya, una voluntaria y programadora de Kharkiv, cuya vida y de su familia se ven amenazadas diariamente por el fuego de misiles. Este artículo resalta no solo el sufrimiento y la resistencia en Ucrania sino también la posible repercusión global de la guerra.
En el artículo, el medio británico narra las historias de soldados ucranianos y civiles que día a día enfrentan la brutalidad del conflicto. La guerra, ahora en su segundo aniversario, ha dejado un saldo desolador y ha probado el espíritu y la resiliencia del pueblo ucraniano. “Sé que la guerra dura ya mucho tiempo, pero estamos luchando por Occidente contra nuestro enemigo común”, comparte un sargento de infantería desde las afueras de Avdiivka, en Donbás, revelando la desesperación de las tropas ante el menguante suministro de municiones y la anticipación de más pérdidas humanas.
El informe ahonda en la complejidad de la situación, destacando tanto los logros como los retos que afronta Ucrania en su lucha. A pesar de realizar avances impresionantes al principio de la guerra, “la falta crónica de producción de municiones en Europa” ha tenido efectos devastadores en el campo de batalla, llevando a un punto muerto sangriento en la confrontación con Rusia.
En su intervención en la Conferencia de Seguridad de Múnich la semana pasada, el Presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, advirtió de los peligros de este “déficit artificial” de armas. “Los ucranianos hemos demostrado que podemos obligar a Rusia a retroceder”, afirmó. “Nuestras acciones sólo están limitadas por la suficiencia y el alcance de nuestra fuerza”.
Este desbalance entre las fuerzas ucranianas y rusas se evidencia con la producción de Moscú de dos millones de proyectiles de calibre 122 y 152 el año pasado, ampliando su arsenal con drones de Corea del Norte e Irán.
Ello ha supuesto que las fuerzas rusas disparen diariamente una media de seis veces más proyectiles de artillería que las fuerzas ucranianas que, según los informes, han tenido que racionar sus suministros a sólo 2.000 proyectiles diarios.
En las líneas del frente, esto se ha traducido en la preocupación de ceder nuevo territorio, incluido el territorio liberado en el norte, alrededor de Lyman, y una línea del frente muy atrincherada en el sureste.
Combinado con la falta crónica de producción de municiones en Europa, el efecto ha sido devastador.
Mientras Ucrania lucha con un déficit de suministros, The Independent destaca la innovación y autosuficiencia como rayos de esperanza. “Este año podemos producir más de un millón de drones de visión en primera persona (FPV), además de miles de drones que pueden volar más de 1.000 km y llegar hasta las refinerías rusas. Esto cambia las reglas del juego”, afirma el ministro ucraniano de Industrias Estratégicas, en un alentador mensaje sobre el potencial de la tecnología defensiva ucraniana.
Sin embargo, pese a los esfuerzos nacionales, la atención se centra en la necesidad de un apoyo continuo y reforzado por parte de Occidente. Oyrsia Lutsevych, directora del foro sobre Ucrania en Chatham House, expresa una advertencia grave: la caída de Ucrania sería no solo una derrota física sino también un golpe al orden basado en reglas internacionales. La situación demanda, según Lutsevych, un “cambio de paradigma estratégico” de apoyo indefinido a una victoria acelerada.
El constante miedo de represalias rusas y la posibilidad de una incursión renovada sobre la capital, Kiev, es palpable entre los ciudadanos y soldados entrevistados por le periódico británico. “Tengo miedo de que Rusia vuelva a venir aquí a Kiev, eso es lo peor”, confiesa Maxym Ovaon, padre de familia y víctima de trastorno de estrés postraumático, resaltando la omnipresente sombra de la guerra en la vida cotidiana.
Dos años después de la brutal invasión de Ucrania, que desencadenó la guerra más sangrienta de Europa en varias generaciones, Kiev sigue aferrada a una línea del frente de 1.000 km que se tambalea, empleando hasta el último gramo de energía en la lucha.
El costo ha sido desesperadamente alto, con decenas de miles de víctimas civiles y unos 70.000 soldados ucranianos muertos en acto de servicio.
Ucrania advierte de que el impacto de la guerra, que ha desplazado a casi 10 millones de personas -más de 6 millones huyendo a otros países y casi 4 millones desplazados dentro del país-, se extiende más allá de sus fronteras, ya que la invasión rusa es un desafío directo a la seguridad de Europa, los aliados de la OTAN y el resto del mundo.
El informe de The Independent es un llamado a la conciencia colectiva sobre las consecuencias a largo plazo de la guerra en Ucrania, destacando no solo el heroísmo y la perseverancia del pueblo ucraniano sino también la importancia crítica del apoyo internacional. La guerra, más que un conflicto regional, es un desafío directo a la seguridad global y a los principios fundamentales de la soberanía y la democracia.
“Si Ucrania pierde, Occidente será el siguiente”, insiste Anya, la voluntaria y programadora de Kharkiv, cuya familia vive a diario bajo el mortífero fuego de misiles en el norte del país. “No quiero que el mundo se convierta en una masacre”...