La madre del fallecido opositor ruso Alexei Navalny llegó este sábado a la prisión ártica en la que el viernes murió súbitamente su hijo, aunque sus correligionarios y las cancillerías occidentales acusan al Kremlin de asesinato. El entorno del líder político informó que fue notificada oficialmente del deceso y pidieron que sus restos sean entregados “inmediatamente” a la familia.
Según informó Radio Liberty, Liudmila Naválnaya voló esta mañana desde Moscú a la ciudad de Salejard, en el distrito autónomo Yamalo-Nénets.
Seguidamente, la madre se desplazó en automóvil a la localidad de Jarp, donde se encuentra la cárcel IK-3, a la que fue trasladado su hijo en diciembre pasado.
Liudmila Naválnaya, quien aseguró que no quiere recibir condolencias, se reunió en ese mismo lugar con el opositor el pasado 12 de febrero. “Estaba sano y contento de estar vivo”, escribió el viernes la progenitora del político en Facebook.
El equipo de Navalny adelantó la víspera que el abogado y familiares del opositor viajarían el sábado a Jarp para identificar el cadáver, familiarizarse con las circunstancias de su muerte y conocer los resultados de la autopsia.
Navalny, de 47 años, murió el viernes de manera súbita en la prisión “Lobo Polar”, según informaron los servicios penitenciarios de Rusia.
La oposición y la prensa independiente rusa, y las cancillerías occidentales acusaron al unísono al jefe del Kremlin, Vladimir Putin, de ordenar el asesinato de Navalny, enemigo número uno del Kremlin desde hace 15 años.
Navalny, que cumplía una condena de casi 30 años de cárcel, fue trasladado a la nueva penitenciaría después de anunciar una campaña contra la reelección de Putin en los comicios presidenciales de marzo.
El portavoz presidencial, Dmitri Peskov, consideró “inaceptables” las acusaciones vertidas por Occidente antes de que se conozcan los resultados de la autopsia.
La relatora especial de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en Rusia dijo que la muerte de Navalny a los 47 años apenas representa la “punta del iceberg” de la represión de Moscú contra los opositores.
“Por un lado era esperado, pero por otro resultó chocante”, afirmó Mariana Katzarova, pidiendo una investigación sobre las circunstancias de su muerte que incluya una autopsia independiente.
“La muerte de Navalny podría constituir una privación arbitraria del derecho a la vida, y sirve para recordar el drástico deterioro de los derechos humanos en Rusia”, indicaron otros relatores de Naciones Unidas en un comunicado conjunto.
Recordaron además que en distintas ocasiones habían denunciado que las condiciones en las que Navalny estaba detenido pueden ser consideradas tortura y maltrato, y que habían hecho llamados urgentes a su liberación, a la luz del deterioro de su salud y la denegación de atención médica.
(Con información de EFE y AFP)