
Un destello de luz se dirige hacia un diminuto drone que vuela a una velocidad vertiginosa. Instantes después, el drone desactivado se estrella en el mar. Sin sonido, sin víctimas humanas, sin explosiones desordenadas. Un mortífero drone multimillonario fue eliminado limpiamente por un disparo que costó menos que una buena botella de vino.
Si cree que se trata de una escena sacada de una película de ciencia ficción, piénselo otra vez. Hace sólo unos días, un equipo de científicos e ingenieros británicos consiguió demostrar que se trata de una tecnología viable que podría llegar al campo de batalla dentro de cinco o diez años.
DragonFire es un programa de alta tecnología de 38 millones de dólares lanzado en 2017, en el que participan la agencia gubernamental británica Defence Science and Technology Laboratory, el fabricante de misiles MBDA, la compañía aeroespacial Leonardo UK y la empresa de tecnología de defensa QinetiQ. El programa completó con éxito su primera prueba de campo derribando varios drones frente a la costa de Escocia mediante rayos láser.
Los drones son aeronaves semiautomáticas no tripuladas capaces de infligir daños letales con gran precisión. Son habituales en los campos de batalla modernos, sobre todo en la guerra de Ucrania y en las rutas comerciales navales del Mar Rojo.
No son fáciles de derribar, ya que suelen necesitar misiles que cuestan hasta un millón de dólares cada uno. Aunque suelen ser eficaces, los sistemas defensivos de este tipo son caros y conllevan un alto riesgo de daños colaterales. Si un misil falla su objetivo, acabará aterrizando en algún lugar y explotará de todos modos.
Pero no hace falta provocar una explosión espectacular para inutilizar un drone... basta con interferir en sus sistemas de control y navegación.
Y un rayo láser es un muy buen candidato para esta tarea. Los láseres son haces de luz especialmente direccionales, que pueden ser muy intensos. Un láser suficientemente potente puede interferir con cualquier dispositivo electrónico y provocar su mal funcionamiento.

En comparación con los misiles convencionales, un sistema láser de alta potencia ofrece una serie de ventajas estratégicas. Para empezar, su funcionamiento es sorprendentemente barato: hacer funcionar el DragonFire durante diez segundos cuesta lo mismo que encender una calefacción durante una hora (o menos de 10 libras por disparo).
Los láseres tampoco presentan riesgo de daños colaterales. Aunque un láser no alcance su objetivo, seguirá propagándose en la misma dirección y acabará siendo absorbido y dispersado en la atmósfera. Como el láser es un haz de luz, se propaga en línea recta, independientemente de la gravedad. Por último, la sección transversal de un haz láser suele ser muy pequeña, del orden de unos pocos milímetros cuadrados. En este sentido, su utilización se asemeja a una operación quirúrgica.
Los láseres son, por tanto, un arma defensiva por excelencia: pueden responder a una amenaza, pero no pueden causar daños significativos. Además, son muy insensibles a las contramedidas, ya que los haces luminosos viajan a la mayor velocidad posible: la de la luz. En otras palabras, una vez lanzado un rayo láser, nada puede alcanzarlo y neutralizarlo.
Los rayos láser se utilizan desde hace tiempo en el campo de batalla. En el ámbito defensivo, se utilizan principalmente para el seguimiento de objetivos, la teledetección y la puntería de precisión. Pero ésta es la primera vez que se utilizan eficazmente para interrumpir la acción del enemigo.
Desafíos futuros
Desarrollar el DragonFire como arma ha llevado mucho tiempo. Esto se debe a que neutralizar un drone requiere un haz láser de alta intensidad.
Pero si el rayo láser es demasiado potente, puede interactuar fuertemente con el aire de la atmósfera, provocando su absorción o dispersión. Es necesario encontrar el equilibrio perfecto entre los parámetros del haz, como la potencia, la longitud de onda y la forma, para garantizar que pueda propagarse a grandes distancias sin sufrir una degradación significativa.
Un rayo láser también es especialmente sensible a las condiciones atmosféricas, y la presencia de niebla, lluvia o nubes puede afectar significativamente a su rendimiento.
Los drones y los misiles subsónicos son una amenaza creciente en todo el mundo. Por eso, el Ministerio de Defensa del Reino Unido está acelerando el desarrollo de DragonFire, con la esperanza de llevarlo a bordo de buques de guerra en los próximos cinco a diez años.
Aún quedan por resolver una serie de cuestiones técnicas y científicas.
Por ejemplo, no es fácil mantener la estabilidad de la puntería láser en una plataforma en movimiento (como un crucero en aguas agitadas). Es como intentar acertar a una diana estando de pie sobre una tabla de equilibrio, pero esto sólo afecta a la precisión del arma, no al riesgo de daños colaterales.
El rendimiento del sistema láser también tendrá que desvincularse de las condiciones meteorológicas. Como las gotas de agua y las corrientes de aire pueden dispersar o absorber el haz láser, reduciendo su potencia y, por tanto, sus efectos, sería necesario poder tener en cuenta las condiciones meteorológicas a la hora de preparar el haz. Esta tarea no es imposible, pero sí técnicamente difícil.
También es necesario establecer un programa de formación para que los soldados puedan utilizar eficazmente un sistema de tan alta tecnología.
No obstante, estos primeros ensayos han demostrado la viabilidad y eficacia de esta arma láser, que podría revolucionar la guerra moderna en los próximos años.
*Artículo publicado en The Conversation. El auto es Catedrático de la Facultad de Matemáticas y Física de la Universidad Queen’s de Belfast.
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