Tres magistrados de un tribunal regional de Austria escucharán esta semana a Josef Fritzl, conocido como el “Monstruo de Amstetten”, para determinar si el hombre, condenado a cadena perpetua en un centro especial por encerrar y violar a su hija durante 24 años, puede ser trasladado a una cárcel convencional como primer paso para una eventual liberación futura.
Según informa hoy la agencia de noticias austríaca APA, el condenado de 88 años tiene cita con los tres jueces este jueves a las 08.00 hora local (07.00 GMT) a puerta cerrada, pero en compañía de su abogada, Astrid Wagner.
El objetivo de la letrada es que Fritzl sea trasladado, en un primer paso, de un centro especial para enfermos mentales a una cárcel convencional, para luego poder pasar el resto de su vida en una residencia de ancianos.
Wagner basa su petición en el código penal austríaco, que prevé la posibilidad de solicitar una puesta en libertad tras pasar al menos 15 años en la cárcel.
En un reciente informe pericial de una psiquiatra se establece que Fritzl sufre de demencia senil y que, debido a su avanzada edad y sus limitaciones físicas, ya no constituye ningún peligro para nadie.
El condenado, que en abril próximo cumple 89 años, encerró a su propia hija en 1984, abusó sexualmente de ella durante años y tuvo con ella siete hijos, que nacieron en el sótano de la casa familiar en Amstetten, una ciudad al oeste de Viena, sin que el resto de la familia se enterara.
Al ser descubierto en 2008, el crimen de Fritzl causó conmoción internacional y el padre agresor, de entonces 73 años de edad, fue condenado a cadena perpetua en una cárcel especial en Krems, a 80 kilómetros de la capital austríaca.
Los cálculos de los investigadores indicaron que Fritzl violó unas 3 mil veces a su hija durante el cautiverio a la que la sometió. En abril de 2008, uno de ellos se enfermó y debió ser hospitalizado. Los responsables del centro médico querían conocer a la madre, de quien no había noticia. Finalmente, Fritzl le permitió que fuera a visitarlo, pero esto llamó la atención de la policía, que comenzó a investigar más en profundidad.
Según explicó hoy un portavoz del tribunal regional de Krems a APA, los tres magistrados deliberarán sobre el traslado condicional a una cárcel convencional y en caso de que se conceda ese derecho, también se pronunciarán sobre una posible futura puesta en libertad del preso.
La decisión de los jueces se espera, por escrito, dentro de dos o tres semanas, agregó el portavoz.
Según los periodistas del diario alemán Bild, con quien Fritzl realizó una entrevista en 2017, no siente remordimientos por lo que hizo, ni ha reflexionado sobre la atrocidad que realizó.
Fritzl solo habla abiertamente de su mujer, Rosemary, a la que todavía ama: “Le he escrito ocho cartas, pero nunca me contestó. Sueño con que algún día salga vivo de aquí. Quiero volver a cuidar a mi mujer, porque ella siempre me ha sido fiel”.
Fritzl está convencido de que ella también lo ama todavía.
Su mujer, Rosemary, se divorció de él poco después de su encarcelamiento, y ha comenzado una nueva vida junto a sus hijos en un lugar secreto, cercano a su antiguo domicilio de Amstetten. También se sabe que mantiene una relación sentimental con uno de los guardas de seguridad encargados de proteger a la familia.
Ninguno de los 13 hijos de Fritzl, incluidos los seis que vivían con su hija en el sótano, quisieron ir a visitarlo a la cárcel. La explicación que él encuentra tiene tintes conspirativos, y culpa al Estado austríaco de ello.
(Con información de EFE)