En medio de las crecientes amenazas y provocaciones de Kim Jong-un, cada vez más funcionarios y analistas se preguntan si el líder de Corea del Norte está planeando hacer valer más la fuerza militar con un ataque repentino a Corea del Sur.
La alarma más fuerte la lanzaron la semana pasada dos veteranos analistas de Corea del Norte -el ex funcionario del Departamento de Estado Robert L. Carlin y el científico nuclear Siegfried S. Hecker-, quienes en un artículo para el sitio especializado 38 North alertaron que Kim Jong-un “tomó la decisión estratégica de ir a la guerra”.
La advertencia se produjo después de una escalada en las amenazas del régimen de Pyongyang: a principios de enero disparó cientos de proyectiles de artillería en aguas próximas a las islas fronterizas surcoreanas; la semana pasada, declaró que ya no consideraba al Sur como habitado por “compatriotas”, sino como un “Estado hostil” al que sometería mediante una guerra nuclear; el viernes, dijo que había probado un dron nuclear submarino para ayudar a repeler a las flotas de la marina estadounidense.
Según la mayoría de los analistas, las recientes acciones del del Norte indican que el régimen se ha desilusionado con la búsqueda de un compromiso diplomático con Occidente y busca llamar la atención de sus vecinos y de Estados Unidos. El objetivo de Kim sería forzar Washington a aceptar al país como potencia nuclear, impulsando conversaciones para la reducción de armamento.
Pero otros analistas plantean una posibilidad más inquietante: que el país esté planeando un ataque repentino contra Corea del Sur, aprovechando la distracción que supone para Estados Unidos y sus aliados los conflictos en Ucrania y Gaza. Para este objetivo, Kim podría contar con el apoyo de China, su aliado histórico, y sobre todo Rusia, país con el que recientemente cerró un acuerdo para el suministro de proyectiles de artillería y misiles para su uso contra Kiev.
Aún así, de acuerdo a analistas consultados por el New York Times, sigue habiendo un gran desacuerdo sobre el rumbo que podría tomar la nueva estrategia de Kim.
“Los norcoreanos no iniciarán una guerra a menos que decidan volverse suicidas; saben demasiado bien que no pueden ganar la guerra”, afirmó al diario estadounidense Park Won-gon, experto en Corea del Norte de la Universidad Ewha Womans de Seúl. “Pero les encantaría que sus enemigos creyeran que pueden, porque eso podría conducir a un compromiso y a posibles concesiones, como la relajación de las sanciones”.
Los analistas de China, el aliado más importante de Corea del Norte, también se mostraron muy escépticos ante la posibilidad de que Kim fuera a la guerra a menos que el Norte fuera atacado. El profesor Shi Yinhong, de la Universidad Renmin de Beijing, dijo al NYT que los dirigentes del Norte, sin ser irracionales, actuaban en última instancia por autoconservación, y que iniciar una guerra iría en contra de ese objetivo.
Otros señalaron que el Norte podría reafirmarse militarmente, incluso mediante ataques convencionales de menor envergadura y pruebas de armamento más audaces, sin desencadenar necesariamente una respuesta mortífera.
“Hay muchos peldaños en la escalera de la escalada que Corea del Norte puede escalar sin llegar a una guerra total”, dijo Victor Cha, experto en Corea del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington. “Kim no confía tanto en sus capacidades para disuadir la reacción de Estados Unidos si hiciera algo precipitado”.
Los analistas también subrayaron que Corea del Norte suele aumentar sus amenazas en coincidencia con los momentos políticos más delicados para sus enemigos. Y este año tanto Estados Unidos como Corea del Sur celebran elecciones.
Por eso, Corea del Norte también podría intentar provocaciones en las próximas semanas para tratar de ayudar a los liberales que están a favor de las negociaciones intercoreanas a ganar las elecciones parlamentarias en Corea del Sur en abril, dijo al diario neyorquino el analista Ko Jae-hong en el Instituto de Estrategia de Seguridad Nacional con sede en Seúl.
Mediante las provocaciones, Corea del Norte espera sembrar el temor entre los votantes surcoreanos de que aumentar la presión sobre el Norte, como ha intentado hacer la actual administración del presidente Yoon Suk Yeol, podría “conducir a una guerra nuclear”, afirmó.
Corea del Norte “seguirá aumentando las tensiones hasta después de las elecciones estadounidenses”, afirmó por su parte Thomas Schäfer, ex diplomático alemán que fue embajador en Corea del Norte en dos ocasiones.
Pero “en el punto álgido de las tensiones, finalmente estará dispuesta a volver a dialogar con una administración republicana con la esperanza de obtener un alivio de las sanciones, algún tipo de aceptación de su programa nuclear y -como objetivo principal- una reducción o incluso la retirada completa de las tropas estadounidenses de la península coreana”, dijo Schäfer en una refutación al análisis de Carlin y Hecker.
Por otro lado, a pesar de su postura militar cada vez más agresiva en los últimos años, China puede ser un freno para cualquier aventurerismo militar norcoreano. China y Corea del Norte están vinculadas por un tratado firmado en 1961 que obliga a cada país a proporcionar asistencia militar si el otro es atacado. Pero China tiene pocos incentivos para verse arrastrada a una guerra en Corea en estos momentos.
“Una guerra en la península coreana sería desastrosa para Beijing”, dijo al New York Times John Delury, profesor de estudios chinos en la Universidad Yonsei de Seúl. “Todo un medio siglo de paz en Asia Oriental, un período de crecimiento sin precedentes para la República Popular China, se detendría en seco”.
Pero el acercamiento de Kim con Moscú, aumenta la presión sobre el líder chino, Xi Jinping.
“Es notable que Kim hiciera su primer viaje post-pandémico al Lejano Oriente ruso, saltándose China, y acaba de enviar a su ministro de Asuntos Exteriores a Moscú, no a Beijing”, dijo Delury. Aumentando las tensiones, Kim “puede ver lo que Xi está dispuesto a hacer para aplacarlo”.