Japón está acelerando sus esfuerzos para mejorar las condiciones de los desplazados a centros de evacuación tras el terremoto de magnitud 7,6 del pasado 1° de enero en el país, que ya dejó al menos 213 muertos, 37 desaparecidos y 567 heridos graves, según las últimas cifras oficiales.
Entre los 213 fallecidos figuran 8 personas que no murieron directamente por el temblor, sino por causas relacionadas con el deterioro de sus condiciones de salud, debido en algunos casos al estrés de ser evacuado, entre otros factores.
El total de desplazados asciende a 25.000 personas, que se encuentran en centros de evacuación donde las condiciones han empeorado y, en consecuencia, propiciado enfermedades respiratorias y gastrointestinales, incluyendo infecciones por norovirus, a 70 desplazados.
Para evitar el deterioro de la salud de las víctimas y prevenir la propagación de enfermedades infecciosas en los centros, las autoridades niponas están apresurándose a trasladar temporalmente a los evacuados a hoteles y ‘ryokan’ (alojamientos tradicionales japoneses) mientras tratan de conseguir hospedajes de mayor comodidad.
Los evacuados en la localidad de Wajima, una de las más castigadas junto a Suzu (respectivamente, acumulan 83 y 98 muertes), partieron el miércoles en autobuses hacia un centro deportivo de la prefectura de Kanazawa y ocho hoteles y ‘ryokans’ han acogido hasta el momento a 266 de los evacuados.
Se espera que el gobierno central, encabezado por el primer ministro, Fumio Kishida, adecue alojamientos para 10.000 evacuados en las prefecturas de Ishikawa, Toyama, Fukui y Niigata, según indica el periódico digital Japan Today, citando a fuentes cercanas a la materia.
El número de desaparecidos, 37, sigue fluctuando y cayó respecto a ayer. La lista de nombres incluye también a personas que no pudieron ser contactadas, aunque no haya indicios de que les afectase el terremoto.
El gobierno de la prefectura de Ishikawa argumenta que muchas personas aún no pueden informar sobre si se encuentran a salvo, debido a fallos en las comunicaciones y carreteras cortadas.
Tanto las autoridades locales como la agencia meteorológica japonesa piden “precaución y conciencia” en las áreas afectadas ante la inestabilidad del terreno por las lluvias, que no cesan desde el martes y convierten el suelo en resbaladizo al derretir la nieve.
Las operaciones de rescate y búsqueda prosiguen, aunque obstaculizadas por los desperfectos en las infraestructuras y el temporal, y se están acelerando las inspecciones de los edificios en riesgo de derrumbe para evitar daños secundarios.
Unas 3.100 personas continúan atrapadas en localidades que han quedado aisladas por cortes en las carreteras y otras vías de transporte, mientras que unos 15.000 hogares sufren cortes de luz y otros 59.000 no cuentan con agua corriente desde el 1° de enero.
La situación fue calificada por el Ejecutivo japonés de “desastre de extrema gravedad” y los subsidios a las localidades damnificadas se ampliarán para intentar lograr objetivos como la rápida reconstrucción de caminos y tierras de cultivo dañadas.
Los cuerpos policiales de la península de Noto han reforzado dispositivos y patrullajes después de que se detectaron 17 delitos relacionados con hurtos y allanamientos de morada en casas dañadas por el sismo y refugios de evacuación.
(Con información de EFE)