Las autoridades japonesas iniciaron una investigación sobre el choque de dos aviones este martes en Tokio, que dejó cinco muertos. El episodio involucró a una aeronave de Japan Airlines y un turbohélice de la Guardia Costera, que se preparaba para despegar del aeropuerto de Haneda hacia la costa occidental, donde se registró un fuerte terremoto.
La Policía creó una unidad especial en el aeropuerto que trabaja por determinar cómo los dos aviones acabaron en la misma pista y, momentos más tarde, colisionaron. Expertos señalaron que, por lo general, para que se produzcan accidentes de esta magnitud suele darse una falla de varias barreras de seguridad e, inclusive, podría haber negligencia. Es por ello que, además de examinar las naves, se entrevistará a los implicados.
“Hay muchas posibilidades de que se tratara de un error humano. Los accidentes aéreos ocurren muy raramente debido a un sólo problema por lo que creo que, esta vez, hubo dos o tres problemas que condujeron al accidente”, declaró el analista de aviación y ex piloto de Japan Airlines, Hiroyuki Kobayashi.
Sin embargo, los investigadores ya tendrían una primera pista sobre la que trabajar. Según pudieron corroborar las autoridades con las transcripciones de las comunicaciones con la torre de control, el avión comercial sí había recibido el permiso de aterrizaje pero la nave más pequeña no había sido autorizada a despegar. En su lugar, se le había indicado a ésta última que rodeara la pista hasta un punto de espera cercano.
La víspera, la aerolínea ya había adelantado que sus pilotos habían recibido la orden de “continúe con la aproximación” de los controladores de tráfico aéreo.
Por su parte, el capitán a cargo de la nave de la Guardia Costera también aseguró haber recibido la luz verde para ingresar en la pista aunque luego reconoció que en las grabaciones no se registraba ninguna indicación de esta autorización.
A la par, la Junta de Seguridad en el Transporte de Japón está trabajando junto con organismos de Francia -donde se construyó el avión Airbus- y el Reino Unido -donde se fabricaron sus dos motores Rolls-Royce- para descartar fallas en este terreno.
Afortunadamente, las 391 personas que viajaban a bordo del vuelo comercial A350 -proveniente del aeropuerto Shin-Chitose, cerca de Sapporo, al norte del país- se salvaron gracias a la rápida evacuación de la nave, que tardó pocos momentos en prenderse fuego tras chocar con el turbohélice De Havilland Dash-8. En menos de 20 minutos, todos los pasajeros y tripulantes habían abandonado el avión gracias a los toboganes de emergencia, indicaron desde la aerolínea.
No fue así el caso de la nave costera, en la que cinco de los seis tripulantes murieron mientras el capitán logró escapar pero resultó gravemente herido.
Imágenes tomadas a las 17:47 hora local mostraban al avión rodando por la pista antes de lo que fue la gran explosión que dejó una estela de llamas, que se mantuvo durante horas.
“El humo empezó a llenar el avión y pensé: ‘Esto podría acabar mal’. Escuchamos un anuncio de que las puertas de atrás y del medio no se podrían abrir así que todo el mundo desembarcó por la parte delantera”, declaró uno de los pasajeros en el aeropuerto mientras otra mujer sumó que “hacía mucho calor dentro del avión y, para ser sincera, no pensé que sobreviviría”.
(Con información de Reuters)