La justicia francesa condenó este jueves a 28 años de cárcel a Nicolás Zepeda, el chileno acusado de asesinar a su ex novia japonesa, Narumi Kurosaki, en un juicio de apelación que concluyó con la misma pena que en la primera instancia.
“Usted es reconocido culpable de asesinato premeditado” y condenado a 28 años de prisión, dijo el presidente del tribunal de apelación de Vesoul, François Arnaud, al término de cinco horas de deliberación de los 12 miembros del jurado. El tribunal impuso además como pena complementaria la prohibición de estancia en Francia de Zepeda, una vez cumpla su pena.
En su argumentación final, realizada el miércoles, la Fiscalía solicitó la cadena perpetua por el asesinato de la joven, que tenía 21 años cuando desapareció en 2016 y cuyo cuerpo no ha aparecido.
En cambio, la defensa insistió en su último alegato en la falta de pruebas que incriminen directamente a Zepeda en el crimen y desaparición del cuerpo.
El acusado, vestido con camisa blanca a cuadros y jersey negro, recibió la condena impasible de pie en el banquillo de los acusados, antes de romper a llorar. A lo largo del juicio, negó los hechos: “¡No soy un asesino! ¡No maté a Narumi!”, reiteró este jueves.
Durante el proceso, la fiscalía se esforzó en mostrar el carácter poco veraz, posesivo y manipulador del acusado (por ejemplo utilizando las cuentas de redes sociales de Narumi ya desde 2014), quien se vio forzado a reconocer que había mentido en algunas ocasiones.
Zepeda fue condenado en abril pasado ante las numerosas pruebas y testigos que apuntaban en su contra, aunque él siempre se ha declarado inocente y jamás se encontró el cadáver de su exnovia.
El chileno había viajado a Francia para intentar, según explicó, recuperar una relación que mantuvieron cuando él estuvo estudiando en Japón, en 2014, aunque ella ya tenía entonces un nuevo novio francés.
Según la investigación, Zepeda cenó con Kurosaki la noche en la que se perdió el rastro de la chica y ambos fueron grabados por una cámara entrando en la residencia de estudiantes donde vivía la japonesa, de donde unas horas después se vio salir solo al chileno.
La chica había llegado a la ciudad francesa de Besançon en el verano de 2016 para aprender francés en el marco de un acuerdo entre las universidades del Franco Condado y de Tsukuba.
La joven desapareció el 4 de diciembre de 2016 y varios estudiantes declararon haber escuchado gritos esa última noche y un “sonido sordo”, como de golpes, pero ninguno llamó a la Policía. Zepeda volvió a su país poco después y estuvo antes unos días con un primo en España.
Poco antes de la desaparición de la chica, Zepeda compró un bidón con cinco litros de combustible y fósforos, lo que hizo pensar a los investigadores en la posibilidad de que pudo premeditar la desaparición del cadáver.
Según la primera sentencia, tras el asesinato, Zepeda usó las redes sociales de la ex novia para enviar mensajes a sus allegados, haciéndose pasar por ella, para retrasar así el inicio de la búsqueda.
El chileno fue extraditado a Francia en julio de 2020 tras comprobar la Corte Suprema de su país que existían “antecedentes con fundamento serio, cierto y grave” para acusarle.
Además, el tribunal dispuso que el chileno deberá pagar una indemnización de 220.000 euros a la familia de Kurosaki (60.000 euros por cada uno de los padres y 50.000 por cada hermana), y 5.000 euros a Arthur Del Piccolo, el joven que era novio de la joven en el momento de los hechos.
La defensa anunció a AFP que recurrirá la condena ante la Corte de Casación francesa, que examinará simplemente si el proceso se desarrollará correctamente. Si estima que no fue así, podría ordenar un nuevo juicio.
(Con información de EFE y AFP)