Anne Applebaum es contundente. Cree que los activos que la comunidad internacional congeló a Rusia mediante sanciones económicas deberían ser redireccionados a Ucrania para permitir la reconstrucción del páis provocada por la sangrienta invasión ordenada por Vladimir Putin el 24 de febrero de 2022. En un artículo titulado “Darle ya a Ucrania los activos congelados de Rusia” publicado por The Atlantic, donde la autora es una de sus principales columnistas, plantea que “Putin debe pagar por los daños que ha causado su invasión, y el dinero se necesita de inmediato”.
Applebaum plantea que si bien la mayoría de los países occidentales quieren continuar ayudando a Kiev, existen legisladores -tanto en los Estados Unidos como en Europa- que se empeñan en bloquear los envíos de dinero, ayudando de esa forma a Putin y su estrategia de dilatar lo máximo posible la guerra en Ucrania. “A ambos lados del Atlántico ha llegado la hora de la verdad. La facción de extrema derecha que ahora controla el Partido Republicano se hizo con la Cámara de Representantes el año pasado y ha bloqueado con éxito un nuevo proyecto de ley de gastos durante muchos meses; el primer ministro de Hungría, un autócrata de facto, también está bloqueando un paquete financiero de la UE para Ucrania. Al final, tanto los primeros ministros europeos como la administración Biden podrían llegar a un acuerdo y asignar el dinero. Pero mientras tanto -y por si acaso fracasan- hay algo más que los gobiernos estadounidense y europeo pueden hacer”, plantea la autora del libro Gulag (2003) por el que ganó el Premio Pulitzer.
“Nada más comenzar el conflicto, Estados Unidos, la UE, el Reino Unido y otros gobiernos democráticos congelaron conjuntamente más de 300.000 millones de dólares en activos soberanos rusos, la mayoría en Europa. Se trata de dinero que Rusia no puede vender ni pedir prestado. Rusia tampoco puede hacer uso de los intereses que devenga este dinero. En su momento, muchos creyeron que la decisión de congelar estos activos conmocionaría al gobierno ruso para que diera marcha atrás. Pero no fue así. Después de casi dos años, los países que poseen estos activos -todos ellos- deberían dar el siguiente paso y transferir el dinero a Ucrania”, plantea Applebaum.
La periodista norteamericana, indica que la idea no es original, sino que ya había sido expuesta anteriormente. “Laurence Tribe, constitucionalista estadounidense, lleva tiempo promoviendo esta idea. En septiembre, él y un equipo de abogados publicaron un informe de 187 páginas en el que se exponen los ‘argumentos jurídicos, prácticos y morales’ a favor de transferir los activos rusos a Ucrania. El argumento moral es el más sencillo: Rusia debe pagar por el daño que ha causado a Ucrania. El argumento jurídico fundamental, me dijo Tribe, se basa en los numerosos tratados que Rusia rompió al invadir Ucrania, destruir ciudades enteras, asesinar a civiles, dañar deliberadamente las redes eléctricas y el almacenamiento de grano. Al hacerlo, Rusia perdió todo derecho a quejarse de la violación de su soberanía o de sus derechos de propiedad, ya que se los niega a Ucrania”.
“En realidad, en Occidente ya cruzamos ese puente cuando congelamos los activos en primer lugar. ‘Si tienes autoridad para congelar los activos’, me dijo Tribe, ‘se los has quitado al soberano que decía ser su propietario. ¿Por qué tendrían ahora que permanecer ociosos mientras un país es diezmado?’. Los activos congelados resolverían algunos de los problemas presupuestarios y financieros inmediatos de Ucrania. Y lo que es más importante, 300.000 millones de dólares es un anticipo razonable de las reparaciones que Rusia debería pagar a Ucrania. El dinero ruso debería compensar justamente a los ucranianos por el daño que Rusia ha hecho, y ayudar a reconstruir la infraestructura ucraniana que Rusia destruyó”, dice Applebaum.
Y sigue: “Las mayores objeciones occidentales a la transferencia del dinero ruso congelado a Ucrania han sido de orden práctico. Tribe citó una ‘preocupación incipiente de que la hegemonía del dólar se vea amenazada, y se ponga en peligro la voluntad de la gente de aparcar reservas en Estados Unidos y otros países occidentales’. Algunos países pueden temer que sus propios activos corran peligro si se mantienen en instituciones financieras occidentales, y en su lugar los colocarán en China o en otros lugares. Algunos europeos temen que la redistribución del dinero siente un precedente y anime a otros a apropiarse de sus propios activos nacionales. No obstante, diversos cargos públicos, entre ellos el ex Secretario del Tesoro Larry Summers y el ex Presidente del Banco Mundial Robert Zoellick, así como David Cameron, nuevo Ministro de Asuntos Exteriores británico y ex Primer Ministro, se han mostrado a favor de la incautación. En estos momentos no existe una moneda de reserva alternativa al dólar, ni ningún lugar seguro fuera del sistema financiero dominado por Occidente al que puedan acudir los inversores. Además, como argumenta el informe de Tribe, ‘ayudar a Ucrania en su momento de necesidad merece el riesgo especulativo para el dólar’”.
Applebaum advierte que lo propuesto por Tribe, con sus matices, ha cobrado mayor urgencia en las últimas semanas teniendo en cuenta los diversos bloqueos, no tan evidentes cuando la idea fue puesta sobre la mesa. “Esta parte del argumento tiene más importancia ahora que en septiembre, cuando Tribe y sus colegas publicaron su informe, porque lo que está en juego en Ucrania es más importante y la necesidad de asumir riesgos es mayor. La crisis de la financiación occidental -crisis provocada, repito, por políticos y facciones prorrusos de nuestras propias sociedades, algunos de los cuales coordinan su actividad con Rusia- es ahora aguda. También está envalentonando visiblemente a Putin, que la semana pasada dio una rueda de prensa en la que reafirmó su objetivo en Ucrania, que es el mismo que hace dos años: la destrucción del Estado ucraniano. La disfunción en Washington y Bruselas está reforzando la creencia de Putin de que ganará la guerra simplemente esperando a que Occidente se rinda”.
“La entrega de 300.000 millones de dólares de activos rusos a Ucrania hará mella en esta confianza. Demostrará a Putin que Occidente está dispuesto a tomar medidas creativas, incluso sin precedentes, para ganar la guerra. También será popular, no sólo en Ucrania, sino también en Estados Unidos y Europa. La mayoría de la gente comprenderá intuitivamente la justicia de hacer pagar a Rusia por sus propios actos de vandalismo. Cualquiera que sea el daño reputacional que esta transferencia de activos pueda causar a Occidente, es insignificante en comparación con el daño reputacional que sufrirá Occidente si Rusia consigue conquistar Ucrania. Cuanto antes tomemos esta decisión, más rápidamente se dejará sentir el impacto sobre el terreno. ¿A qué estamos esperando?”, concluyó la prestigiosa periodista en The Atlantic.