El 2023 estuvo marcado por una alta tensión en el Cáucaso Sur por el intermitente conflicto entre Armenia y Azerbaiyán en torno a Nagorno Karabaj, que lleva más de tres décadas sin una resolución definitiva. Un conflicto que contaba con la mediación de Rusia. En noviembre de 2020 el gobierno de Vladimir Putin firmó un acuerdo en el que se comprometía a desplegar fuerzas de paz para garantizar la estabilidad en la zona. A tres años de la rúbrica de ese pacto, el resultado de esa mediación habla por sí solo: muertos de ambos lados, avance de las tropas azeríes sobre territorio armenio, y éxodo de miles de armenios que debieron dejar sus casas en medio del asedio de las tropas azeríes y tras varios meses de sufrir una asfixiante crisis humanitaria.
En el marco de su viaje a Buenos Aires para asistir a la asunción de Javier Milei, el presidente de Armenia, Vahagn Khachaturyan, recibió a Infobae en la embajada de su país.
El mandatario se refirió a la situación actual del conflicto, reconoció que el reciente intercambio de prisioneros entre las partes podría tomarse como “un primer paso” hacia un eventual acuerdo de paz, aunque dejó clara la postura de su país para que ese ansiado acuerdo pueda ser sellado.
Reconoció, además, que la mediación de Rusia no arrojó los resultados esperados, motivo por el cual Armenia en los últimos meses se acercó aún más a Occidente, en particular a Estados Unidos y la Unión Europea (UE), e incluso a India, país con el que selló un importante acuerdo militar.
Sobre la futura relación con el gobierno de Milei, deseó que ambos países puedan “expandir” sus estrechos vínculos, y reiteró su agradecimiento al gobierno saliente de Argentina por su apoyo durante el conflicto con Azerbaiyán por Nagorno Karabaj.
-Se está terminando el año de mayores tensiones entre Armenia y Azerbaiyán desde la guerra de 2020. En estos 12 meses hubo esporádicos enfrentamientos armados, avance de las tropas azeríes, bloqueo del corredor de Lachín en la frontera, y un asedio sobre la población de Nagorno Karabaj, que derivó en el éxodo de miles de armenios. Pese a este contexto, la comunidad internacional celebró el acuerdo alcanzado en los últimos días por un intercambio de prisioneros de guerra. ¿Cuál es la situación actual del conflicto?
-Lo más importante es que la situación es gobernable, estable. Después del ataque de Azerbaiyán del 19 de septiembre de este año, más de 100.000 armenios fueron desplazados de sus tierras y encontraron refugio en Armenia. La disputa radicaba en el hecho de que había que recibir a esas personas, encontrarles una vivienda. Ahora tratamos de evaluar las necesidades de todos y poder darles sus respuestas. Estamos hablando de personas que salieron prácticamente sin nada de sus casas, que lograron pasar un camino de 70 kilómetros durante casi 30 horas con muchas dificultades. Era el único camino que tenían hacia Armenia. El Estado hizo todo lo posible para mitigar la situación en la que se encontraban esos compatriotas. Ahora ellos están instalados en hoteles, en centros deportivos, en casas de parientes y amigos. Poco a poco se van adaptando a la nueva situación; muchos están en búsqueda de trabajo. Todos los chicos tienen acceso a la educación, al sistema de salud; los mayores también cobran sus jubilaciones en Armenia. También les estamos dando cierta asistencia social porque hay personas que están alquilando viviendas, para que puedan pagar porque aún no tienen poder adquisitivo. Ahora nos preparamos para solucionar un problema más grande aún, que es la cuestión de sus viviendas, sus casas definitivas. Esperamos también la asistencia económica de los países socios que tenemos.
-Hace tiempo Armenia viene reclamando ayuda de la comunidad internacional. ¿Tras el éxodo hubo algún tipo de colaboración externa para hacer frente a esta situación?
-La asistencia está, hay que ver si es de la cantidad que se necesita, pero en sí notamos el apoyo de organizaciones internacionales, de nuestros países socios. Notamos que están preocupados por el tema. De Argentina también recibimos asistencia humanitaria, unas 25 toneladas de asistencia humanitaria, que se juntó también con los medios de la comunidad armenia en Argentina. Para nosotros es algo importante y valoramos mucho que en estos momentos difíciles nos hayan ayudado. Eran también productos de primera necesidad. Pero para que todo sea más eficaz, necesitamos ante todo valorar las necesidades: evaluar qué necesitamos, difundirlo, y después empezar a suministrar la asistencia. Esperamos que tanto los países como las instituciones internacionales nos apoyen en ese proyecto. Nuestra mayor preocupación es encontrarles un lugar permanente de vivienda.
-¿Ese intercambio de prisioneros que le mencionaba puede tomarse como un primer paso hacia un posible acuerdo de paz?
-Sí, se puede valorar así, porque es un acuerdo que se logró mediante las conversaciones y negociaciones directas de los gabinetes de los jefes de ambos Estados. El acuerdo básicamente es que 32 prisioneros que se encuentran en Azerbaiyán sean devueltos, de la misma manera que Armenia se compromete a entregar a dos azeríes. Otro punto es sobre la cumbre del cambio climático: Azerbaiyán había propuesto su presidencia, y Armenia no se va a oponer a eso. Esos son los dos puntos de este acuerdo. No pasó ni una semana desde que llegamos a ese acuerdo y esperamos que esto se implemente. Una vez que se implemente será el principio de que podamos llegar a un acuerdo, porque si acordamos algo y lo cumplimos sería una buena señal, pero por supuesto también siempre nos acordamos de los países socios que nos ayudaron a negociar, y siempre les estaremos agradecidos por eso.
-¿Qué debería incluir un acuerdo de paz para Armenia? ¿Cambiaron en algo las condiciones respecto a meses atrás tras este intercambio de prisioneros?
-El punto más importante del acuerdo de paz es reconocer mutuamente la integridad territorial, pero mencionando explícitamente la extensión del territorio; reconocerse la independencia y la soberanía; la soberanía en el marco del territorio que se menciona; abrir las fronteras; la posibilidad de que circulen sin restricciones. Estos son los puntos del tratado de paz. Hace unos diez días nosotros le trasladamos a Azerbaiyán nuestras propuestas sobre el tratado de paz, que aún están estudiando. Lo más importante es que Azerbaiyán demuestre voluntad y predisposición, y que cumpla con estas obligaciones, y no como en ocasiones anteriores, que en dos oportunidades en el marco de la Unión Europea no participó en distintas cumbres cuyo objetivo era avanzar en las negociaciones.
-Tras el masivo éxodo de armenios, y la detención de varios altos funcionarios, las autoridades de Nagorno Karabaj anunciaron que disolverán todas sus instituciones desde el próximo 1 de enero de 2024. ¿Qué pasará con esa región a partir del próximo año? ¿Hay esperanza de que la gente pueda volver?
-Para poder regresar lo más importante es la cuestión de las garantías. Antes del 19 de septiembre, mientras ellos estaban en Nagorno Karabaj, nosotros siempre abordamos el tema de las garantías. Hablábamos de su derecho a la vida, y de las garantías de seguridad. Comprendíamos muy bien que Azerbaiyán no podía dar ese tipo de garantías; comprendíamos que tenían que ser organizaciones internacionales o distintos Estados. Lamentablemente no recibimos apoyo, no se tomó esa decisión. Como no se tomó esa decisión, las personas se vieron obligadas a dejar sus hogares, y sucedió lo que sucedió. Azerbaiyán declara que las personas pueden regresar, pero hace solo dos meses que las personas salieron de Nagorno Karabaj, donde vivieron diez meses sin electricidad, sin gas, y sin poder alimentarse bien, y ahora desconfiando de las palabras de las autoridades azeríes no creo que regresen. Este es el key de la cuestión. Nosotros vamos a hacer todo lo posible para que se queden en nuestro país, mejor dicho, para que se sientan cómodos en nuestro país, porque finalmente son ellos los que toman la decisión. Sabemos que vivieron en esas tierras durante miles de años, es su patria, son sus tierras milenarias, donde vivieron desde hace siglos inmemorables. Por supuesto que van a tener necesidad y ganas de volver. Tenemos que comprender también en esas negociaciones con Azerbaiyán cuántas posibilidades reales hay de que esas personas puedan regresar. Hoy nadie puede decirlo. Es más un no que un sí, porque no hay garantías. Pero veremos cómo se desarrolla la situación porque puede ser que logremos alcanzar acuerdos adicionales.
-Armenia viene denunciando hace meses que el objetivo de Aliyev no sólo es Nagorno Karabaj, sino también el territorio armenio. De hecho hasta se ha alertado sobre un posible segundo genocidio. ¿Persiste ese temor, más allá de los recientes acercamientos?
-En las condiciones en que el tratado no sea celebrado siempre existe ese temor. Por eso es que queremos un tratado en el que se mencione específicamente la extensión del territorio, en cifras. Si reconocemos ese hecho mutuamente, en ese caso también podemos empezar a hablar de los territorios disputados. Porque ellos tienen problemas, y nosotros también tenemos esos problemas. Es decir, existen demandas mutuas, y creemos que podemos encontrar soluciones mediante negociaciones. Esas soluciones serán aceptables o satisfactorias para ambas partes. Le confío en que los problemas existentes en el territorio no son muy grandes. En caso de que haya voluntad se puede solucionar. Pero por supuesto en caso de que no haya voluntad, pueden haber muchos problemas. Esperemos que prime la parte racional y no surjan otros problemas. Lo importante es que no se inicie una guerra nuevamente, y hay que hacer que Azerbaiyán esté privada de esa posibilidad. Si Azerbaiyán tiene supuestas sospechas sobre el territorio de Armenia hay que hacer que esas sospechas se desvanezcan. No nos olvidemos que aún hay un clima de desconfianza entre las partes, y no hay que ignorar la posibilidad de que también se pueden tomar medidas extremas. Yo puedo decir que de parte de Armenia no se tomarán tales medidas, nosotros tenemos la voluntad de solucionar los problemas por la vía constructiva en el marco de los principios que mencioné.
-Este año tuve la oportunidad de viajar a Armenia, y la gran mayoría de las personas con las que hablé, además de expresar su preocupación por lo que estaba ocurriendo en Nagorno Karabaj, se mostró muy molesta con la mediación de Rusia. El propio primer ministro en varias oportunidades dio a entender que, desde su punto de vista, Moscú trabajó más a favor de Azerbaiyán. ¿Está de acuerdo con esto? ¿ Siente que Rusia le falló al pueblo armenio en su compromiso de lograr la estabilidad y la paz?
-Tenemos que constatar el hecho sin disfrazarlo de que fácticamente la misión de paz de Rusia no pudo cumplir con la misión para la que fue llamada. Si no pudo, o no quiso, es un tema aparte. El hecho es que ellos estaban allí, y Karabaj se vació. De hecho, ellos estaban allí el 12 de diciembre de 2022, cuando el corredor de Lachín fue bloqueado. Ellos reprendieron medidas para que eso se reabriera. Estos son hechos que nadie puede negar. Había otro hecho más. En mayo de 2022 cuando Azerbaiyán atacó a Armenia, nosotros esperábamos que llegara la asistencia de Rusia pero no lo recibimos. Por eso esta posición de la sociedad armenia deriva de esos acontecimientos. Porque no todos nosotros como garante de nuestra seguridad, pensamos que este garante era Rusia, pero eso no funcionó. Lo que usted notó en la gente corresponde con la realidad. Lo importante es que esto no es una valoración de los políticos, sino algo que cree el pueblo, es la opinión del pueblo. Yo siento mucho que eso haya sido así, porque lo imaginamos de una manera distinta. Cuando en noviembre de 2020 se firmó un acuerdo sobre el alto el fuego entre las autoridades de Armenia, Rusia y Azerbaiyán, Rusia asumió la responsabilidad del mantenimiento de la paz, todos esperaban, en especial nuestros compatriotas de Nagorno Karabaj, que después de la guerra, gracias a las fuerzas de paz de Rusia, iban a poder vivir, trabajar y continuar con su vida normal en esas tierras. Después de que se firmó ese acuerdo el 9 de noviembre de 2020, 20.000 personas regresaron a Nagorno Karabaj. El gobierno de Armenia y las autoridades de Nagorno Karabaj empezaban a hacer construcciones de gran volumen en Nagorno Karabaj. Se empezaron a llevar a cabo programas sociales, económicos, para que las personas que regresaran a Nagorno Karabaj tuvieran acceso a una vivienda y pudieran conseguir un empleo. Eso evidencia que las personas no pensaban que era algo temporal, tenían la intención de vivir permanentemente allí. Pero pasó de otra manera. Cuando la guerra empezó, las fuerzas de mantenimiento de la paz no participaron de ninguna manera. La guerra solo duró un día. Y después las autoridades de Nagorno Karabaj le pidieron a todo el mundo y también al gobierno de Armenia tomar todas las medidas para que urgentemente cese la guerra. Como consecuencia de eso nacieron esas declaraciones sobre el futuro de Nagorno Karabaj.
-¿Por ese motivo en los últimos meses Armenia se acercó más a las potencias occidentales, como EEUU y Francia, y se alejó un poco de Rusia? También hubo un acercamiento militar con India. ¿Puede la India jugar un rol importante en el futuro?
-Teníamos un garante de nuestra seguridad, pero no hizo lo que tendría que haber hecho. Por eso creo que es muy lógico que buscáramos alternativas. La Unión Europea nos extendió la mano: el primer paso fue el envío de la misión de observación, que al principio eran 30 personas y ahora son 130. No están armados, simplemente están ubicados en la frontera armenio-azerí, toman nota de la situación. Hace un año que están esas personas y ya es notorio que disminuyeron los conflictos que teníamos en la frontera. Esto es un hecho. Las autoridades de la UE decidieron que la misión tiene que empezar a estar compuesta por 209 personas. Esto quiere decir que están interesados en que no haya incidentes en la frontera. Lo mismo en cuanto a los armamentos. Todo lo que esperábamos de Rusia no se hizo realidad, por eso tuvimos que buscar en otros países. Hemos podido llegar a un acuerdo concreto con la India: compramos armamento, pero no son armas de ataque, son de defensa. Y continuamos buscando socios internacionales para llegar a acuerdos similares. Con Francia ya tenemos un acuerdo por vehículos blindados. También queremos sistemas de protección antiaérea. Hay un factor importante acá. Azerbaiyán manipula con el hecho de que Armenia se está armando, nosotros tenemos la obligación de aumentar la defensa de nuestro país. Como cualquier país del mundo tenemos que conseguir las armas para lograrlo, pero no para iniciar o provocar una guerra, sino para defendernos. Porque es evidente que si uno no está bien defendido es muy vulnerable, no hay que explicarle esto a nadie. Azerbaiyán manipula esto, pero nosotros tenemos mucha más evidencia de la militarización de Azerbaiyán, pero simplemente no queremos que eso se convierta en objeto de discusión. Esperamos que Azerbaiyán se dé cuenta que nosotros no tenemos limitaciones en cuanto a asegurar las capacidades de defensa de nuestro país y nuestras fronteras.
-Por último, su viaje al país se debe a la reciente asunción de Javier Milei. Al inicio de la charla me destacó el apoyo del gobierno argentino durante el conflicto con Azerbaiyán. ¿Qué espera de este nuevo gobierno, y qué pudo hablar con el presidente Milei?
-Venir era muy importante desde el punto de vista de resaltar una vez más la importancia de las relaciones entre Armenia y Argentina, para resaltar la importancia de nuestras relaciones de amistad. Quedó demostrado que no hay obstáculos en las relaciones entre nuestros países. Siempre tenemos que hacer todo lo posible para desarrollar y renovar nuestras relaciones en los distintos ámbitos, como en lo político, económico, bilateral, y multilateral. La decisión de venir para participar en la ceremonia de asunción la había tomado hacía tiempo. Por supuesto no sabía quién iba a ganar. Pero tenemos que preservar la continuidad de las relaciones. Me reuní también con el presidente saliente [Alberto Fernández], le agradecí por la postura de Argentina y por pronunciarse en apoyo a Armenia en estos temas tan difíciles. Argentina es un país que se expresó en apoyo a Armenia y al pueblo de Nagorno Karabaj tanto a nivel presidencial, como a nivel parlamentario y las autoridades locales, y ese apoyo fue muy importante para nosotros. Con el presidente electo hablamos de la posibilidad de expandir la cooperación, por supuesto utilizando todos los instrumentos estatales, pero también sin olvidarnos de la comunidad armenia en Argentina, de la calidez que los pueblos armenio y argentino sienten el uno al otro. Espero que mi visita en ese sentido también tenga su influencia positiva. En todos mis contactos sentí mucha calidez. Lo más importante que quiero expresar es decirle al pueblo argentino, y también a las autoridades, que las dificultades económicas puedan ser superadas muy pronto, y todo sea trabajar en dirección al empoderamiento de la Argentina. En ese sentido, como países amigos, eso será en beneficio de ambos pueblos. Nosotros también tenemos que hacer todo para fortalecernos y ser más fuertes, y también será en beneficio a las relaciones argentino-armenias, como de ambos pueblos.