El Ejército de Israel mostró a la prensa internacional pruebas de los planes y manuales con los que Hamas preparó durante largo tiempo su incursión en el país el pasado 7 de octubre y las posteriores masacres y toma de rehenes. Estas evidencias demuestran que las acciones de los terroristas tenían por único fin causar dolor y muerte en el Estado judío.
Los documentos, dados a conocer por la unidad de Inteligencia militar Amshat, expusieron que el trabajo de Hamas contó con la ayuda de espías dentro de Israel y una extensa red de recursos que se construyó durante años en silencio, sin que las Fuerzas de Defensa se percataran de ello o lo tomaran como una amenaza real.
Un alto mando de la unidad reconoció que, incluso a pesar del gran sistema de seguridad que Tel Aviv construyó, sus oficiales poco sabían de las reales capacidades del enemigo e, inclusive, desestimaron varios indicios por considerarlos incongruentes con la realidad.
The New York Times publicó la última semana que a funcionarios israelíes se les había presentado un plan de guerra de 40 páginas como respuesta a un eventual ataque de la milicia palestina, pero éste fue descartado por considerarse poco probable. A ello se sumaron también advertencias de oficiales observadores de las FDI, que alertaron de los ejercicios y prácticas de los combatientes en el territorio vecino, pero tampoco fueron tenidos en cuenta.
De todas formas, incluso si se hubiese dado lugar a estas advertencias, lo cierto es que la maquinaria palestina era mucho más poderosa y ya estaba en marcha; difícilmente se hubiera podido frenar.
Entre los artículos incautados en el campo de batalla se encontró el mapa de una base militar israelí con alto nivel de detalles, probablemente más del que las propias FDI podrían haber conseguido. Este grado de precisión únicamente pudo alcanzarse con “información privilegiada”, lo que llevó a los oficiales a plantearse la real posibilidad de un topo en sus equipos.
Uno de los papeles detallaba paso a paso cómo tomar el control de un puesto de mando cercano a la valla fronteriza, con dos escuadrones, armas específicas, los roles de cada uno y sus ubicaciones dibujadas a mano sobre un plano.
A la par, se encontró gran cantidad de computadoras, celulares con chips israelíes que facilitaron la comunicación durante la incursión, walkie-talkies, radiotransmisores con batería solar y cuadernos con manuscritos. Durante meses, los palestinos tomaron nota de las bases militares, los centros de mando y hasta aprendieron a pronunciar frases en hebreo como “levanta las manos y abre las piernas” y “quítate la ropa”.
Los mapas incluían también información valiosa sobre sus propias filas, como almacenes de armas, guías de fabricación casera de armamento y bases de combate desconocidas hasta entonces. Esto fue particularmente clave ya que, si bien los soldados participaron de los entrenamientos, la Inteligencia israelí cree que la gran mayoría no fue notificada de los planes concretos del 7 de octubre hasta el último momento, cuando se volvió imprescindible.
Gracias a este trabajo, Hamas pudo cumplir con su meta no sólo de romper con la frontera entre la Franja e Israel sino también penetrar en el territorio, varios kilómetros en su interior.
Más aún, les permitió hacerse con los cientos de civiles, que al día de hoy mantiene como valiosa moneda de cambio. Para esto, habían elaborado una “lista de comprobación de cómo tomar rehenes” e incluyeron una serie de consejos para facilitar su control en cautiverio. Quienes “causen problemas o cualquiera que intente escapar” tenían la orden de ser eliminados.
Todas estas evidencias fueron respaldadas por videos e imágenes que las FDI recopilaron y mostraron a la prensa, muchas de ellas tomadas por los propios terroristas con cámaras GoPro.