Ya desde su fundación como Estado, y aún más con los diversos conflictos que afloraron desde entonces, Israel destinó gran parte de sus esfuerzos y recursos a la conformación de un fuerte aparato de Inteligencia que le permitiera estar al tanto de las actividades enemigas en la región, neutralizar posibles ataques y mantenerse alerta ante cualquier tipo de suceso.
Ahora, con la incursión del 7 de octubre de Hamas y la posterior respuesta de las Fuerzas de Seguridad, que implicó un importante avance sobre la Franja de Gaza, esta rama se volvió aún más importante para localizar centros de mando terroristas, eliminar posiciones de líderes y hasta confirmar sus maniobras de escudos humanos en hospitales y escuelas.
Este sistema, que se ha ganado gran reconocimiento internacional por sus operaciones y éxitos durante los últimos años, está meticulosamente dividido con el objetivo de cubrir todos los aspectos que conciernen a la seguridad del país. Así, se distinguen tres principales organizaciones: el Shin Bet, el Mossad y el Aman.
El Shin Bet -o Shabak, su nombre en hebreo- es el Servicio de Seguridad General Interior de Israel, algo así como el FBI estadounidense o el MI5 británico. Sus cerca de 5.000 empleados velan por la protección del territorio, fronteras adentro.
Su creación data de la fundación del Estado de Israel, en 1948, aunque cobró más importancia después de la guerra de Yom Kippur, en 1973, cuando las autoridades notaron la importancia de aumentar sus esfuerzos en este terreno, para evitar futuras ofensivas, como las lanzadas por Egipto y Siria entonces.
Con el correr de los años, esta agencia se focalizó en el Líbano, donde opera la milicia terrorista Hezbollah, y luego corrió su foco de trabajo a Gaza, donde actúan los grupos palestinos como Hamas y la Yihad Islámica.
En el último tiempo, el Servicio incorporó herramientas de inteligencia artificial “como un compañero de mesa, un copiloto”.
Sin embargo, el trabajo del Shin Bet no sería posible de no ser por la ayuda de otras ramas.
La segunda agencia de seguridad israelí es el Mossad, cuyo nombre oficial es Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales y, en pocas palabras, se ocupa de las cuestiones extranjeras. Volviendo a comparaciones con otros países, sería la CIA de Estados Unidos.
Su fundación también data de los primeros años del Estado, precisamente 1949, y surgió como forma de velar por el bienestar y supervivencia del país en un contexto de crecientes tensiones y choques en la región.
En un inicio, sus tareas también se centraron en el Líbano -una de las amenazas más próximas- pero, más tarde, se expandió a los grupos rebeldes de todo el mundo y a Irán como un actor secundario -aunque no menor- en esta trama.
Sus tareas se basan, principalmente, en la recopilación de información y espionaje de contraterrorismo en el mundo.
La mayoría de los espías son ex militares infiltrados en países árabes y europeos bajo identidades falsas que reciben datos valiosos de judíos y demás colaboradores. Esto les ha permitido frustrar ataques tanto en Israel como en Estados Unidos y otros países del viejo continente, y le han valido su reconocimiento por eficiencia y excelencia.
Ahora, entre sus principales misiones destacan el sofocamiento de nuevos actores en el conflicto en curso -como Hezbollah o los hutíes de Yemen- así como la frustración del programa nuclear de Teherán, que aspira a hacerse con una bomba atómica.
Por último la tercera agencia encargada de la seguridad del país es el Aman: Directorio de Inteligencia Militar. Forma parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), también desde la creación de Israel como Estado, y tiene como misión principal la detección y alerta diaria de amenazas.
Básicamente, mientras el Mossad y el Shin Bet se encargan de estudiar y prevenir ofensivas en el largo plazo, el Aman trabaja todos los días por neutralizar posibles agresiones. Así, su trabajo se intensifica en tiempos de guerra, como los que corren, en los que las intenciones enemigas de alcanzar suelo israelí están a la orden del día.
Entre sus principales tareas destacan la intercepción y escucha de comunicaciones de alto nivel entre actores de todo el mundo árabe, la jerarquización y consecuente traducción de esta información, el descifrado de imágenes aéreas y su posterior conversión en mapas, y la verificación de datos, entre otras.
Sin embargo, el seguimiento sobre organizaciones terroristas y la constante detección de nuevos focos requiere de un profundo trabajo que sería imposible realizar por sí solos. Es por ello que el Directorio está compuesto de tres unidades principales: la 8200, la 9900 y la 504.
La primera es la más grande y es la encargada de rastrear la mayor cantidad de datos e información que, luego, es presentada a los jefes de Brigadas y el mando militar. La segunda, en cambio, se especializa en el análisis de los recursos visuales como datos geográficos procedentes de satélites y aviones, y la cartografía de esta información, que es entregada a las unidades en el campo.
Gracias a su trabajo, impulsado por avances tecnológicos como la IA, la realidad aumentada y los drones, los soldados pueden conocer de antemano las dificultades del terreno, atacar de manera precisa y hasta mantenerse actualizados en tiempo real sobre posibles amenazas por delante.
La tercera unidad, la 504, aunque poco conocida, es fundamental en las ofensivas actuales. Por su historial de tareas tanto en el Líbano como en Gaza -que fue heredando y perdiendo a medida que el Mossad y el Shin Bet variaron sus focos hasta asentarse en sus trabajos actuales- inmediatamente luego de hacerse públicas las masacres del 7 de octubre, este equipo fue el encargado de montar un cuartel general al sur, convocar a la mayor cantidad de oficiales y tomar la delantera de Inteligencia en Gaza.
Su foco es el manejo de las operaciones militares en curso, por lo que a menudo realiza los interrogatorios a terroristas palestinos detenidos, a civiles simpatizantes de Hamas y hasta asiste a las FDI con los pedidos de evacuación de personas en el enclave, para avanzar con más y más eficiencia en cada manzana.
Inclusive, gracias a ésta, la víspera las fuerzas de la 188 Brigada Blindada de las Fuerzas de Defensa pudieron dar con un laboratorio dentro de una mezquita del barrio Zeitoun, donde se fabricaban misiles, armas y hasta se encontró un túnel que, seguramente, se utilizaba para movilizar estos artefactos.