El régimen chino creó la mayor campaña de desinformación en línea y acoso en todo el mundo y la utiliza para hostigar a ciudadanos, políticos y empresas estadounidenses, reveló un análisis de CNN publicado este lunes.
Informes judiciales y de empresas de medios sociales, como Meta y Google, confirman la existencia de una red masiva de cuentas falsas que amenazan y, en ocasiones, recurren a la violencia para intimidar a sus objetivos. Esta operación, cada vez más atrevida y organizada, está diseñada para influir en la opinión pública mundial y silenciar a los críticos de Beijing bajo la presidencia de Xi Jinping.
La red conocida como “Spamouflage” o “Dragonbridge”, compuesta por cientos de miles de perfiles falsos en redes sociales, ha sido objeto de seguimiento por investigadores privados durante más de cuatro años. Recientes conclusiones de fiscales federales y Meta, matriz de Facebook, asocian públicamente estas actividades con la policía china.
A pesar de los esfuerzos por cerrar estas cuentas –unas 8.000 solo en el segundo trimestre de 2023 por parte de Meta, y más de 100.000 por parte de Google–, la creación constante de nuevos perfiles hace difícil contrarrestar la oleada de desinformación.
“Podríamos pensar que esto se limita a ciertas salas de chat, o a esta o aquella plataforma, pero se está extendiendo por todas partes”, dijo a la CNN el representante Mike Gallagher, presidente del Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre el PCCh. “Y es sólo cuestión de tiempo que le ocurra a ese ciudadano medio estadounidense que ahora mismo no cree que sea su problema”.
Además de hostigar a críticos del Partido Comunista Chino (PCCh), la campaña ha tratado de desacreditar a políticos estadounidenses y menospreciar empresas de EE. UU. que van en contra de los intereses chinos. Se sospecha que estas acciones forman parte de un esfuerzo por modificar el entorno informativo a favor de la narrativa del PCCh, y podrían expandirse afectando a ciudadanos estadounidenses ordinarios que no consideran esto como un problema actual.
A principios de año, el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó a más de 30 funcionarios chinos de dirigir una amplia operación de desinformación dirigida contra disidentes en Estados Unidos. Preguntado por los supuestos vínculos de Spamouflage con las fuerzas de seguridad chinas, Liu Pengyu, portavoz de la embajada de China en Washington, negó las acusaciones.
Los ciudadanos afectados por esta red de acoso sufren ataques personales y vilipendios mediante decenas de miles de mensajes en plataformas de redes sociales, donde se les califica de traidores y se les lanza insultos racistas y homofóbicos. La situación ha desencadenado un estado de miedo y paranoia entre las víctimas, quienes a menudo no saben a quienes recurrir y, aunque han contactado al FBI y a las autoridades, poco se ha podido hacer hasta el momento.
Por otro lado, revelaciones indican que el alcance de “Spamouflage” va más allá del acoso individual y buscó interferir en debates y eventos significativos en EE. UU., como ocurrió en las elecciones de mitad de mandato de 2022 y manifestaciones locales. Esto sugiere una evolución en las tácticas y temas de interés para la red, lo que podría representar una preocupación creciente para el equilibrio de la democracia americana y las relaciones entre China y Estados Unidos.
Aunque se logran identificar y cerrar miles de estas cuentas, los expertos en desinformación subrayan que el bajo costo de estas operaciones posibilita que el régimen chino persista en utilizar estas tácticas para influir en el debate global.
La operación, que incluye tácticas de “inundación” en las redes, busca minimizar la visibilidad de las conversaciones auténticas al saturar las plataformas con comentarios irrelevantes o fuera de contexto.
Los atacados enfrentan una doble amenaza: difamaciones online y mensajes amenazantes de supuestos vínculos con el régimen chino. Los afectados describen cómo estas actividades afectan no solo su bienestar sino que también les generan un constante temor por su seguridad, incluso fuera del ámbito virtual.
CNN relató el caso del Jiayang Fan, una periodista de The New Yorker que dijo que comenzó a sufrir acoso por parte de la red cuando cubría las protestas a favor de la democracia en Hong Kong en 2019.
Aunque no vive en China desde que era niña, Fan cree que este tipo de mensajes se han lanzado contra ella para infundir miedo y silenciar a los demás.
“Esto forma parte de un manual muy antiguo del Partido Comunista Chino para intimidar a delincuentes y aspirantes a delincuentes”, afirmó Fan. “Me resulta incómodo saber que están viendo estas representaciones mías y no tienen ni idea de qué creer”.
Otro caso es el del activista Chen Pokong, radicado en EEUU, quien fue víctima de trolls que invadieron una reunión online para burlarse de los participantes y amenazaron con que una de las víctimas “moriría miserablemente”. Su conducta recordó a Chen la represión del gobierno de China, donde pasó casi cinco años en prisión por su labor prodemocrática.
“Quieren privarme de mi libertad de expresión, así que siento que no es sólo un ataque contra mí”, dijo Chen, que fue expulsado de su propia reunión durante la interrupción. “También atacan a Estados Unidos”.