El papa Francisco pidió una paz justa para los pueblos que sufren en Gaza y en Ucrania

El líder católico solicitó el alto el fuego para “que se pueda socorrer a los heridos y que la ayuda llegue a la población, donde la situación humanitaria es desesperada”

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El Papa Francisco saluda durante
El Papa Francisco saluda durante su audiencia general del miércoles en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. Foto: Evandro Inetti/ZUMA Press Wire/dpa

El papa Francisco pidió que “el Señor lleve una paz justa” a todos los pueblos que sufren la guerra y citó el sufrimiento de Ucrania y de palestinos e israelíes, al final de la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro ante miles de fieles.

Pensemos y recemos por los pueblos que sufren la guerra y no olvidemos a la martirizada Ucrania y, en el pueblo palestino e israelí, que el Señor lleve a una paz justa”, dijo el papa en un nuevo llamamiento para la paz que improvisó tras la audiencia.

Y agregó: “Se sufre tanto. Sufren los niños, los enfermos, los viejos y mueren tantos jóvenes”.

" La guerra es siempre una derrota no lo olvidemos. Siempre es una derrota”, recordó Francisco en su llamamiento.

Desde que comenzó la guerra en Ucrania y en la Franja de Gaza, el papa no ha dejado pasar una ocasión para pedir la paz.

Tras el rezo del ángelus del pasado domingo, el pontífice clamó por un alto el fuego en Gaza. “Os ruego, en nombre de Dios, cesad el fuego. Espero que se busquen todos los caminos posibles para que se evite absolutamente una ampliación del conflicto”, dijo en esa ocasión.

Francisco pidió el alto el fuego para “que se pueda socorrer a los heridos y que la ayuda llegue a la población de Gaza, donde la situación humanitaria es desesperada”.

También reiteró su llamamiento para que sean liberados inmediatamente los rehenes que se encuentran en manos del grupo islámico palestino Hamás desde el ataque del 7 de octubre. “Entre ellos hay muchos niños. Que vuelvan con sus familias”, pidió Francisco.

Palestinos observan un edificio destruido
Palestinos observan un edificio destruido por un bombardeo. (AP Foto/Hatem Moussa)

Entretanto, Francisco firmó el decreto en el que se aprueba el milagro atribuido al cardenal argentino Eduardo Francisco Pironio, fallecido en Roma en 1998, y lo que significa que será proclamado beato

Francisco firmó este decreto, junto con otros, tras mantener hoy una audiencia con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos.

El cardenal nació el 3 de diciembre de 1920 en Nueve de Julio (Argentina) y murió el 5 de febrero de 1998 en Roma, pero sus restos fueron trasladados a la de Lujan, en Argentina.

Según adelantó la Agencia Católica Argentina (ACA), el milagro atribuido al cardenal fue la presunta curación de un bebé de 15 meses que se encontraba en coma y después de que sus padres rezaron ante una estampita del purpurado argentino, obsequiada por el padre Silvano de Sarro, de la parroquia San Antonio de Padua.

Durante su funeral en el Vaticano, el papa Juan Pablo II destacó su gran aportación a las celebraciones de las Jornadas mundiales de la juventud y la gran ayuda que le dio durante ministerio.

Fue el menor de 23 hijos, nació en una familia de inmigrantes italianos en Argentina. Completó sus estudios eclesiásticos en el seminario de la archidiócesis de La Plata y obtuvo la licenciatura en teología en la Pontificia Universidad Angelicum de Roma.

Ordenado sacerdote el 5 de diciembre de 1943 fue profesor y luego rector del seminario de Buenos Aires y posteriormente se convirtió en decano de la facultad de teología de la Universidad Católica Argentina.

Primero fue nombrado obispo auxiliar de la archidiócesis de La Plata y, más tarde, obispo de Mar del Plata y también fue secretario y luego presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM).

En 1975 fue llamado a Roma por Pablo VI como prefecto de la Congregación para los Religiosos y, más tarde, nombrado Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos por Juan Pablo II.

El camino hacia la santidad tiene varias etapas: la primera es ser declarado venerable siervo de Dios, la segunda beato y la tercera santo.

Venerable Siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce “haber vivido las virtudes de manera heroica”.

Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión, como este caso, y para que sea canonizado, hecho santo, se precisa un segundo milagro obrado “por intercesión” después de ser proclamado beato.

(Con información de EFE)

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