“Presentarse a orar en sus mezquitas”. Faltaban minutos para las 4 am del 7 de octubre en Gaza cuando esa orden comenzó a difundirse como cascada entre quienes los yihadistas que se habían entrenado en los últimos meses para una operación especial. Se suponía que debían reunirse ese mismo día para rezar cuando los primeros rayos del sol asomaran. El mandato se emitió en susurros, casi uno por uno, en persona, para evitar que las comunicaciones electrónicas fueran interceptadas por Israel. Allí, en lugar de encomendarse a las sagradas escrituras, una nueva consigna fue comunicada: busquen sus armas y municiones.
Los terroristas de Hamas que habían sido convocados todavía no sabían que cruzarían la frontera en la próxima hora dando comienzo a la peor masacre contra el pueblo judío desde el Holocausto. La paradoja de utilizar comunicaciones verbales y personales en tiempos de digitalización extrema le permitió a la cúpula del grupo palestino eludir uno de los sistemas de vigilancia e inteligencia más avanzados del mundo.
De acuerdo a un informe del diario británico The Guardian, las órdenes llegaron primero a oídos de los comandantes de los batallones de cien yihadistas, luego a los jefes de los pelotones de 30 o 20 miembros y así sucesivamente hasta llegar a amigos, vecinos y familiares que quisieran unirse en la consigna de Hamas de barrer Israel y sus ciudadanos. Dos horas después, a las 6 am de esa mañana infame, comenzaría la matanza.
El principal cerebro de la sangrienta operación fue Yahya Sinwar. Es el jefe absoluto de Hamas en la Franja de Gaza desde 2017, cuando reemplazó a Ismail Haniyeh, quien fue nombrado “líder político” y se mudó de inmediato a... Qatar. De 61 años, Sinwar creció en una ciudad al sur de la Franja de Gaza llamada Khan Younis. Allí fue vecino de otro de los mentores de los ataques pasados, Mohammed Deif, jefe militar de Hamas.
Infobae dialogó durante horas con Michael Koubi, un ex oficial del Shin Bet, el servicio de inteligencia y seguridad general interior de Israel. Koubi es un veterano experto en Hamas. Fue el funcionario de mayor rango en aquella organización. Conoce desde hace décadas al grupo terrorista -y a sus popes- desde antes incluso de que existiera la organización con su actual denominación. Desde 1983 hasta su retiro interrogó a cientos de yihadistas.
Sinwar fue el ingeniero, mentor y alma mater de las Brigadas Al-Qassam, el ala militar de Hamas, responsable de la matanza del 7 de octubre. En los 80 dedicó su tiempo a dos obsesiones: armar al grupo terrorista e identificar y ejecutar a los posibles colaboradores de Israel. Tenía a su cargo las llamadas “Fuerzas de la Gloria”, encargada de los traidores. Consistió en la primera misión dentro de esa agrupación. Fue en su barriada local donde supo construir su fama de cruel e implacable, lo que le permitió alimentar un temor reverencial a su figura que se propagaría por toda la Franja. De esa forma ganó un tenebroso apodo: “El carnicero de Khan Younis”. Fue sentenciado por un tribunal militar israelí en secreto por haber asesinado a doce palestinos.
Esos doce palestinos no eran colaboradores israelíes, como él los acusó. Eran vecinos a los que sentenció por otras cuestiones: desde posiciones políticas hasta interpretaciones religiosas que él -un conocedor de memoria del Corán- entendía a su manera. Con uno de ellos, particularmente, fue exageradamente cruel, despiadado. Luego de imputarle ser espía de Israel, convocó al hermano del acusado -miembro de Hamas- y lo obligó a enterrarlo vivo en la arena. La leyenda del “carnicero” se agigantaba en Gaza.
Sinwar pasó dos décadas tras las rejas, condenado por múltiples asesinatos, torturas y secuestros. Lejos de deprimirse, dedicó gran parte del tiempo a estudiar hebreo. Quería conocer al detalle el pensamiento de sus enemigos. Aprendió el idioma a la perfección, lo que le sirvió para sumergirse en las profundidades de la lógica interna de Israel, hasta entenderlos como pocos en el mundo musulmán.
Ironías de la vida, quien sería el cerebro de la última masacre terrorista fue salvado por sus víctimas cuando en 2004 ingresó a un hospital israelí donde se le extirpó un tumor en la cabeza que lo había sentenciado a una muerte segura. Siete años después sería liberado. Ocurrió en un intercambio en el cual más de mil militantes de Hamas fueron intercambiados por el soldado israelí Gilad Shalit, quien había sido secuestrado por la agrupación islámica.
“Lleva la muerte en sus ojos”, dice Koubi quien interrogó al jefe militar terrorista por horas. Allí aprendió que quien ejecutaría la más oscura página del judaísmo desde el Holocausto estaba poseso por una aversión absoluta hacia Israel. “Él lo decía: ‘Odio a los judíos. Hay que matarlos con cualquier herramienta a disposición’”.
Sinwar siempre fue carismático. Convencía a todos a su alrededor de seguir sus pasos. Nada lo detenía: ni siquiera las rejas. Cuando estuvo preso consiguió reclutar más palestinos que compartían rondas de descanso con él para sumarse a Hamas. Transmitía órdenes a través de diferentes canales hacia el resto de los reclusos, pero también al exterior. Para eso usaba distintas fuentes: desde sus abogados, pasando por miembros de la Cruz Roja Internacional hasta incluso algún legislador infiel del Knesset israelí. Fue allí, en la sombra carcelaria, donde logró sus primeros contactos con la teocracia iraní. Fue también allí donde continuó con su cosecha criminal: otros tres palestinos fueron matados en prisión acusados de espiar para Israel.
Durante sus interrogatorios no mostraba miedo. Por el contrario, reflejaba una seguridad gélida. En uno de esos tediosos diálogos prometió incluso que mataría a sus interlocutores una vez que estuviera fuera de aquella prisión a la que veía como un paso necesario dentro de su peregrinaje religioso. “Decía que llegaría el día que me asesinaría a mí y que asesinaría a muchos más judíos”, recordó Koubi.
En esas tandas de preguntas interminables, Sinwar dio nombres de decenas de integrantes de Hamas. También contó canales de financiación y reveló cómo las armas llegaban cada vez más frecuentemente desde Yemen, Libia, Sudán e Irán a través de Egipto, gracias a las gestiones de los Hermanos Musulmanes y la ayuda logística de los beduinos.
A Koubi se le consultó diversos temas sobre el jefe terrorista. ¿Pudo haber sido en soledad el mentor del 7 de octubre? ¿Es, para Sinwar, un tema religioso, político o de tierras? ¿Está en Qatar o permanece en Gaza? El ex oficial del Shin Bet remarca que habla por sí y que ya no es funcionario de seguridad.
- ¿Es Sinwar el verdadero y exclusivo cerebro detrás de la masacre? ¿O existen otros miembros que participaron del diseño del operativo?
- La idea y el proyecto fue inventado y creado por Sinwar, pero también tiene muchos ayudantes que colaboraron en llevarlo a cabo. Una de las personas que lo ayudó a llevar esto adelante es su hermano, el comandante del único batallón de Khan Younis y también responsable del secuestro del soldado Gilad Shalit. Durante un tiempo (Sinwar) trató de fingir querer llegar a algún nivel de paz, de tranquilidad (con Israel). Se entrevistó con la televisión israelí y dijo que quería alcanzar a una tregua porque sabía que no iba a poder destruir a Israel. Fingió todo este tiempo, con tal de seguir recibiendo las maletas llenas de dinero desde Qatar. Hizo creer que la región iba a estar tranquila y que él no iba a hacer el gran ataque que siempre soñó, lo que acabó siendo falso.
- ¿Cuál es el principal estímulo o motivación de una personalidad como la de Sinwar? ¿Su religión, el islam, su ambición política o su odio hacia Israel?
- En el año 83 ellos declararon una guerra religiosa contra el judaísmo y contra los infieles. Ese año, cuando describieron la meta de Hamas, su gran sueño fue alcanzar un califato islámico por todo el Medio Oriente. Entonces, más directamente a tu pregunta, la suya es una motivación religiosa. La interpretación de Sinwar de lo que está escrito en el Corán es incorrecta, no es lo que busca el Corán. No ve el problema (con Israel) como algo circunscripto a tierras o un conflicto político, sino a una guerra reliogiosa. Y para ello convenció a los 30 mil miembros de Hamas a ver el conflicto como lo ve él. Les prometió a esos que creen en todo lo que él dice que pase lo que pase si ellos le hacen caso van a encontrar a 72 vírgenes en el Paraíso con Alá.
- A Sinwar no le interesa el derecho internacional, pero sí le importa el impacto internacional de sus acciones. ¿Cree que cumplió los objetivos que se planteó el 7 de octubre?
- Como tú dices, Hamas no tiene ningún respeto ni le da importancia a las normas o leyes internacionales. Recuerda que tiene a niños, bebés, civiles secuestrados y ni siquiera les deja ver a la Cruz Roja. Hamas le da mucha importancia y tiene mucho conocimiento sobre cómo mentir y manipular a la comunidad internacional. Tratan de influir en muchos grupos extremistas ideológicos alrededor del mundo, mentir sobre lo que son y conseguir apoyos detrás de esas mentiras. Frente a ciertos grupos, Hamas dice que fueron soldados israelíes los que violaron y mataron a sus propios ciudadanos el “Sábado negro” para tener una excusa y desatar una guerra con ellos, los palestinos. Ese es el nivel de mentiras al que están dispuestos a llegar para ganar la popularidad que necesitan. Otro problema muy grande es que en esta infiltración y masacre no actuó solo Hamas, sino que en total, entre las miles de personas de Gaza que entraron a Israel a hacer esta masacre había también ciudadanos no afiliados al grupo que tienen los mismos valores que Hamas y aprovecharon las fronteras abiertas para cometer estos horrores.
- ¿Cree que Sinwar está en Gaza?
- Primero que nada, yo hablo sólo en mi nombre. Creo que Sinwar, con esta atrocidad, siente que completó su misión. Se ve como una persona que entró a la historia árabe, palestina y musulmana. Sinwar tiene una perspectiva del mundo muy histórica y considera que estos procesos (el de aniquilar al pueblo judío y formar un califato islámico) pueden tomar cientos de años y que ya completó su papel histórico en esta fantasía terrorista. No creo que Sinwar vaya a intentar escapar, pienso que estará contento con ser un mártir y que se quedará donde está, que es su propósito. Estimo que está en uno de los túneles, a unos 80 metros debajo de la tierra.
- Usted vio a Sinwar a los ojos, ¿cómo lo describiría en pocas palabras?
- Como un bárbaro, sin piedad. Es un fanático religioso, de una manera extraordinaria, con un odio a los judíos muy grande.
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