El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, prometió dar con el paradero de Yahya Sinwar, el jefe de Hamas en la Franja de Gaza, y eliminarlo.
“Encontraremos a Sinwar y lo eliminaremos”, afirmó en una conferencia de prensa este sábado, mientras sus tropas continuaban con las incursiones en el norte del enclave palestino.
Desde el inicio de los ataques del grupo terrorista, el 7 de octubre, Israel aseguró que tanto el jefe como el líder del brazo armado de la milicia, Mohammed Deif, eran los principales objetivos de su contraofensiva y no pararían hasta no dar con ellos.
Sinwar es un “hombre muerto andante”, dijeron entonces desde el Ejército israelí.
Fuentes de seguridad de Tel Aviv aseguran que ambos terroristas palestinos están escondidos en la amplia red de túneles construidos a lo largo y ancho de todo el enclave, a resguardo de los bombardeos que, a diario, alcanzan sus centros de operaciones.
Quién es Yahya Sinwar
Yahya Ibrahim Sinwar nació en 1962 en un campo de refugiados en Gaza. Realizó sus primeros estudios en el campamento Khan Yunis y, años más tarde, se graduó en la Universidad Islámica de Gaza.
Se unió a Hamas luego de su fundación en 1987 y, en poco tiempo, se hizo con una reputación de brutalidad dado que ayudó en la formación de la fuerza de seguridad interna, conocida como Majd.
Fue arrestado en tres oportunidades: primero en 1982, cuando pasó cuatro meses bajo control de Israel, y luego en 1985, cuando cumplió ocho meses por ayudar a fundar la unidad Majd.
En la última de ellas, en 1988, Israel lo sentenció a cuatro cadenas perpetuas por su participación en el asesinato de tropas israelíes y colaboradores palestinos. Estos más de veinte años no le impidieron continuar con sus tareas a la distancia, mantener su prestigio al interior de Hamas y hasta aprender hebreo, el idioma de sus enemigos.
En 2011, durante un canje de prisioneros, Sinwar obtuvo su libertad junto a otros 1.000 palestinos, a cambio del soldado israelí Gilad Shalit, que la milicia mantenía como rehén desde hacía cinco años. El analista geopolítico Michael Horowitz explicó que estos años tras las rejas le dieron un sentido “particularmente sensible” que se explica en su actual lucha por la liberación de sus prisioneros.
A su regreso a Gaza, Sinwar se mantuvo en la cúpula de Hamas por lo que, en 2015, Estados Unidos lo incluyó en su lista de terroristas internacionales.
Su popularidad y aceptación sólo siguieron en aumento y el 13 de febrero de 2017 fue elegido jefe del buró político del grupo.
En el pasado, se mostró abierto a apelar a canales diplomáticos para “ganar nuestros derechos” y, por ello, intentó mejorar las relaciones con Egipto y Fatah, la facción que controla la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania. También encabezó una campaña para presionar a Israel a levantar el bloqueo que mantiene sobre el enclave.
Sin embargo, a la par de estas acciones, el grupo se entrenaba para realizar sus ataques y, según sostiene Reuters, la ofensiva del 7 de octubre, que llevó años de gestación.
El rol de Mohammed Deif
Israel prometió la eliminación de un segundo líder de Hamas en Gaza, Mohammed Deif.
Deif fue uno de los primeros en unirse a las filas del grupo armado en sus comienzos. Al igual que Sinwar, fue detenido en múltiples oportunidades por Israel y, durante una de ellas, comenzó los planes para la creación de la famosa Brigada Izz al-Din Al Qassam, que surgió como una formación militar y tenía por objetivo la captura de soldados israelíes para futuras negociaciones.
También fue la mente detrás de la construcción de la extensa red de cientos de kilómetros de túneles que atraviesan Gaza y se ubican a unos 80 metros de profundidad. Gracias a estos, Hamas logró aumentar sus incursiones en el territorio israelí y pudo, también, intensificar sus ataques con misiles.
Su salida de prisión, inclusive, no se debió a negociaciones o intercambios sino a su propia astucia para darse a la fuga durante la Segunda Intifada y mantener un bajo perfil desde entonces. Algunos sostienen que parte de su estrategia se basa en cambiar a diario su paradero, sin excepciones, lo que le ha costado uno de sus apodos más famosos: “El invitado”.
No obstante sus esfuerzos, las FDI lograron dar con él en 2022 aunque fracasaron en su intento por eliminarlo. Aseguran, de todas formas, que “el combatiente con 9 vidas” perdió un pie y una mano, y sufre de dificultades para comunicarse.
Mientras Sinwar mantenía vigente una fachada diplomática con Israel, Deif continuó con los entrenamientos de sus combatientes. Esta estrategia de engaño habría sido la que llevó a Benjamin Netanyahu a descartar cualquier indicio de la incursión del 7 de octubre.