Manuel Valls, ex Premier de Francia: “Hamas tuvo por único propósito matar judíos por el sólo hecho de ser judíos”

El político francés dialogó con Infobae sobre la necesidad de que Occidente respalde a Israel: “Esta es una lucha entre el único Estado democrático en Medio Oriente y una organización terrorista”, sostuvo y aseguró que el grupo “apadrinado por Irán” no defiende los intereses palestinos

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Manuel Valls habló sobre el ataque de Hamas a Israel

Manuel Valls fue Primer Ministro de Francia, de marzo de 2014 a diciembre de 2016, bajo la presidencia del socialista François Hollande.

En esos años, Francia fue víctima de tres ataques terroristas de extrema violencia contra blancos civiles, con modalidades similares a la incursión de Hamas el pasado 7 de octubre en el sur de Israel que dejó un saldo de 1400 muertos y 240 secuestrados, en su gran mayoría civiles. En enero de 2015, dos terroristas entraron a la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo en París y asesinaron a doce personas. En noviembre de ese mismo año, hubo atentados simultáneos en la capital francesa, contra el teatro Bataclan y varios bares y restaurantes, y un tercero fallido contra el Stade de France -donde el presidente Hollande y el ministro de Exteriores alemán asistían a un amistoso entre los seleccionados de ambos países-, con un saldo total de 130 muertos. Finalmente, en julio de 2016, un camión de carga atropelló y mató a 86 personas en una calle peatonal de Niza.

“Israel tiene la obligación de proteger a los israelíes -dice Manuel Valls-, y su único propósito es eliminar a Hamas de la Franja de Gaza”. Compara esto con la reacción de Francia ante aquellos atentados, cuando ordenó bombardeos en Raqqa (Siria) y en Mosul (Irak), donde se encontraba un gran número de efectivos de Estado Islámico (ISIS): “No podíamos permitirnos, en una guerra que nos hacía el terrorismo, no castigar a esas organizaciones”.

Militante socialista desde su juventud, enrolado siempre en las corrientes más moderadas y liberales de ese partido, hoy es cercano a La République en Marche -o Renacimiento-, la corriente del actual presidente, Emmanuel Macron.

Luego de una larga carrera política en su país, donde desempeñó varios cargos electivos y administrativos a nivel municipal y nacional, Valls tuvo una breve temporada de protagonismo en Barcelona, su ciudad natal -es hijo de un español radicado en Francia-, donde creó un partido y compitió electoralmente en posiciones contrarias al separatismo catalán.

Aunque no está ejerciendo ningún cargo público en este momento, asegura que, como político, “nunca se retira”. “Soy un dirigente europeo con una trayectoria original -se define-. Pasé dos o tres años como regidor de Barcelona. Vivo con esa doble cultura francesa y española”. Actualmente integra el Consejo Asesor de la Fundación HispanoJudía. La lucha contra el antisemitismo y la defensa “del peor de los sistemas, como decía Winston Churchill, con excepción de todos los demás, la democracia”, son los temas por los que sigue bregando, explica. “Con mi experiencia, trato de ser útil a mi país”.

— Usted estuvo hace pocos días en Israel, después del ataque de Hamás. ¿Qué impresión se llevó de esa visita?

— Sí, estuve en Israel. Es un país que conozco desde hace 40 años. He ido mucho a Israel, a Cisjordania, a Gaza, y estuve ocho días después del ataque del 7 de octubre, un ataque de una organización terrorista islamista que tenía un solo propósito: sembrar el terror y matar a judíos, sólo porque eran judíos, familias, civiles, jóvenes. La impresión que tuve fue la de un país traumatizado por una forma de debilidad. Por primera vez de su historia, terroristas pudieron entrar, burlar a los servicios de inteligencia, al ejército, a la estrategia política del gobierno y, sobre todo, porque por primera vez desde la guerra -esto es un hecho terrible-, mataron 1500 judíos. Nunca habían matado tantos judíos, desde la última Guerra Mundial, en un solo día. Fue un pogromo. Un pequeño holocausto. Matando, violando a mujeres, a niños, a familias. Eso es lo que me impactó, además, por supuesto, de lo que me dijeron las familias de las víctimas y de los rehenes. Un país que estaba muy dividido; unos días antes había grandes manifestaciones contra las reformas del gobierno de Benjamin Netanyahu, pero un país a la vez muy unido, con un solo objetivo, propósito, eliminar a esa organización terrorista que es el Hamas.

— El propio Netanyahu y otros funcionarios israelíes dijeron que Hamás es ISIS. ¿Lo dijeron porque esta escalada en el terror se asemeja a las modalidades de ISIS o apuntando a alguna especie de connivencia entre estas organizaciones o a un mismo patrocinante?

— Las formas de operar, el acto terrorista, el ataque, degollar por ejemplo a mujeres, a hombres, a soldados, a niños, unas barbaridades que son difíciles de explicar y que están en mi mente para, siempre, eso sí se parece mucho a lo que hacía ISIS. Sembrar el terror, deshumanizar al ser humano. Lo que la gente tiene que entender es que lo que está pasando hoy no es una lucha entre entre Israel y los palestinos. Hamas nunca ha apoyado el proceso de paz, nunca. Estuvo en contra de los Acuerdos de Oslo, el famoso acuerdo entre Yitzhak Rabin y Yasser Arafat, hace 20 años. Es una organización que quiere borrar a Israel y a los judíos en general. Es, pues, una lucha entre un Estado democrático, el único de la región del Medio Oriente y una organización terrorista. Es una lucha entre la democracia y el islamismo, que ha golpeado a muchos países en el mundo. Y, por supuesto, al mío, Francia, en estos últimos años. Es lo que tenemos que entender. Que sea necesario encontrar una solución de paz, una solución política, al conflicto entre Israel y Palestina, por supuesto, con dos Estados viviendo juntos. Pero eso no es el propósito (de Hamas).

— Cuesta ver en este ataque el propósito de llegar a una solución del conflicto.

— Claro. Ha sido un ataque terrorista con el propósito de provocar un enfrentamiento y hacer que Hamas sea el representante de la “lucha”, pongo comillas, de los palestinos. Pero no tenemos que equivocarnos y tenemos que entender que esto es la lucha de la civilización, de lo que somos nosotros, en Argentina, en Francia, en España, la democracia liberal, una forma de respetar al ser humano y una organización islamista terrorista que además impone el terror político en Gaza, que persigue a las personas gays, homosexuales, al colectivo LGTBI, que busca refugio en Israel. La gente no lo sabe, pero muchos palestinos del colectivo LGTBI se refugian refugian en Israel. Una organización que eliminó hace casi 20 años a 4000 otros palestinos de la organización del Fatah, de la OLP, de Yasser Arafat. Es una organización totalitaria en su mente. Nazi, fascista. Para entender lo que está pasando tenemos que buscar en la historia europea, para entender lo que puede representar esa organización.

— Si lo que está bajo ataque es la civilización occidental y judeo-cristiana, ¿cómo se explica que en algunos países europeos -acá también- haya sectores políticos a los que les cuesta solidarizarse con Israel? Más allá de lo que piensen de Netanyahu o del conflicto, les cuesta sentir empatía hacia las víctimas civiles israelíes.

— Eso para mí es un misterio. Yo he hecho de esta lucha contra el antisemitismo, contra el auge del islamismo y del islam político, parte de mi agenda. Primero, es gente que no sabe que Israel es una sociedad democrática, que tiene la capacidad de criticar más que nosotros a su propio gobierno. Ignora, por ejemplo, que hay en Israel 2 millones de árabes israelíes que tienen diputados en el Parlamento, un miembro en la Corte Suprema, con los mismos derechos que los israelíes. Pero creo que hay una parte de la izquierda en Europa, en Estados Unidos, en América Latina, que piensa que los musulmanes en el mundo representan una sola cosa, un colectivo, que son el nuevo proletariado, los nuevos condenados de la tierra, y que en todo tienen razón. Esta izquierda considera que Israel representa la dominación capitalista, representa la dominación europea blanca, representa el colonialismo, un nuevo apartheid, y todas esas palabras sirven para damnificar a Israel. Pero todo eso, ese rechazo de Israel, el antisionismo, es decir, las razones por las que Israel existe, es una forma de reinventar el antisemitismo en toda nuestra historia, es decir, la idea de que los judíos dominan el mundo a través los bancos, las empresas, la finanza, y eso es espantoso. Esta izquierda, en Europa o en América, tiene una gran responsabilidad, en las manifestaciones provocando este odio a Israel. Es una forma de reinventar el antisemitismo. Por eso en Francia hay una ruptura absoluta entre una izquierda que gobierna, que apoya a Israel, que lucha contra el antisemitismo y el racismo, y esta izquierda populista, peligrosa, que ha hecho del antisemitismo una forma de existir y de ir a buscar al electorado musulmán, en Alemania, en Gran Bretaña, en Francia o en Estados Unidos.

Manuel Valls fue primer ministro de Francia en los años 2014 a 2016, cuando su país fue víctima de graves atentados terroristas
Manuel Valls fue primer ministro de Francia en los años 2014 a 2016, cuando su país fue víctima de graves atentados terroristas

— Cuando usted fue premier en Francia, hubo graves atentados bastante similares en la modalidad y en el ataque indiscriminado a civiles. ¿Cómo enfrentó Francia eso? No hubo una deriva autoritaria. ¿Es posible para una democracia defenderse de ese terrorismo sin modificar su cultura? ¿Porque ese es el riesgo, no?

— El terrorismo busca sembrar el terror, por supuesto, pero también que haya enfrentamientos dentro de la sociedad. Para provocar el auge de una respuesta autoritaria, ya sea la de la extrema derecha o de cualquier forma de gobierno autoritario, para justificar sus actos. En eso creo que resistimos, que la sociedad francesa salió por supuesto golpeada pero más fuerte, defendiendo finalmente el laicismo, con más derechos para la mujer, con libertad de expresión. Lo que ha pasado en nuestras sociedades es que muchas veces empezaron atentados contra los judíos. Y había una forma de indiferencia. Pero al final la gente se da cuenta que los judíos no son el objetivo. El objetivo es nuestra forma de vivir, es la democracia, es la libertad de pensar, es la igualdad entre hombres y mujeres. Lo que pasó en Israel es exactamente lo que pasó en Francia. Mucha gente, supervivientes, por ejemplo, del ataque en esta rave party, en esta fiesta en el desierto del Neguev, todos esos jóvenes que bailaban todo el día, es el Bataclan. Es lo que me decían ellos. Esa sala de París que atacaron los terroristas: atacan una forma de cultura, de libertad, de ser, que podemos compartir en Buenos Aires o en París.

— Usted dijo alguna vez que en Francia estaba fracasando la integración. ¿Le preocupa ese comunitarismo que se está instalando en algunos barrios? ¿Ve una diferencia entre la reacción, por ejemplo, de la sociedad francesa en 2015, ante el atentado contra Charlie Hebdo, y la reacción ahora, cuando hasta hubo una marcha, una concentración en República y gritaban “¡Allahu Akbar!”?

— Me ha dolido mucho, que en el mismo lugar donde hubo una concentración con millones de personas alabando la República, millones de franceses que decían “Somos Charlie, somos policías, somos judíos”, es decir, las víctimas de los atentados. Y en estas últimas semanas, con menos gente por supuesto y por suerte, hubo efectivamente gritos en contra de Francia, contra Israel, y lemas antisemitas. El objetivo del Estado Islámico, del islamismo, del islam político, son esas comunidades que vienen de la inmigración. Esa inmigración árabe, musulmana, pobre en general, que vive en los suburbios, y que esto les da una forma de identificación. Vosotros tenéis que ser miembros de este colectivo de todos los musulmanes del mundo. Y vuestros “enemigos”, pongo comillas, son Israel, los judíos, Occidente, los valores democráticos. Hay una responsabilidad, por supuesto, de los gobiernos y las políticas en Europa para integrar a esas poblaciones. Pero también creo que hay una gran responsabilidad hoy del Islam en Europa y en el mundo. Tienen que decir muy claramente que no puede haber la más mínima complicidad con el islamismo y con esas prácticas.

— ¿No tienen hoy esa claridad?

— Yo veo mucho en las comunidades musulmanas una forma de malestar. No están de acuerdo, no se entiende lo que ha hecho el Hamas. Pero hay razones para explicárselo. No, no hay ninguna razón. Porque Hamás es una organización terrorista. Han matado, por ejemplo, a árabes israelíes que trabajaban en esos kibutz, en esos pueblos, en la frontera entre Israel. Hamás mató, como dije hace un momento, a 4000 cuadros militantes del Fatah, de Yasser Arafat, hace 20 años. Están en contra del proceso de paz. No podemos identificar a Hamas con la lucha de los palestinos por sus derechos y aún menos con la voluntad de todos los musulmanes en el mundo. Pero aquí hay una responsabilidad. No solo de los gobiernos, de los países arabo-musulmanes, sino de todas las instituciones musulmanas: falta valentía para denunciar lo que está pasando, lo que me parece muy grave. Y toda esa parte de la izquierda europea o latinoamericana que trata de identificarse en esta lucha de los palestinos... es un error gravísimo, político y moral.

Manuel Valls: "Hamas está en contra del proceso de paz, no podemos identificar a esa organización con la lucha de los palestinos y aún menos con la voluntad de todos los musulmanes en el mundo"
Manuel Valls: "Hamas está en contra del proceso de paz, no podemos identificar a esa organización con la lucha de los palestinos y aún menos con la voluntad de todos los musulmanes en el mundo"

— ¿Cree que existe una relación entre esta escalada de la violencia de Hamas y los pasos que Israel estaba dando en la región hacia un acercamiento con algunos países árabes?

—: Por supuesto, detrás está, a un nivel importante, Irán, que es el padrino de Hamas y del Hezbolá libanés. Hay una gran esperanza en esta región, el sueño de mi viejo amigo Shimon Peres, ex presidente y ex primer ministro israelí, la reconciliación entre los los israelíes y el mundo árabe sunita. Y ha habido acuerdos de paz con Jordania, Egipto, los Emiratos y Marruecos. Y la gran idea de un tratado de paz, reconciliación, amistad entre Israel y Arabia Saudita. Eso, claro, no va con los proyectos de Irán, con la estrategia de Irán a través del Hamas, sacrificando además al Hamas, porque sabían que Israel iba a reaccionar. Hay un romper este proceso de diálogo que también representaba -era uno de los puntos en discusión-, una posibilidad de paz y de futuro para los palestinos de Cisjordania. Yo espero que ese proceso de diálogo y de paz con Arabia Saudita, que además acoge a los grandes sitios del Islam, Medina y La Meca, continúe. Es a largo plazo, pero es verdad que detrás está esa tensión dentro del mundo musulmán, entre sunitas y chiítas. Todas las piezas del juego de ajedrez de Irán, en Yemen, en Líbano, en Irak, en Siria, se están moviendo y eso puede provocar un conflicto, una desestabilización, no solo de Medio Oriente, sino de parte del mundo. Aquí nos estamos jugando mucho del futuro del planeta.

— Si Hamás no representa, como lo dijo el propio presidente de la Autoridad Palestina, a los palestinos, ¿qué sería lo que representa esta lógica de cuanto peor, mejor? ¿A qué intereses responde esta permanente desestabilización en la región?

— Es una situación muy complicada. Por supuesto Israel tiene que destrozar el aparato militar de Hamas y el aparato político de esa organización terrorista, pero tenemos también que pensar en el día siguiente. Israel y la comunidad internacional tienen que ayudar a la Autoridad Palestina que gobierna a Cisjordania. Tienen que ayudarles a imponerse, a que sean ellos los verdaderos representantes de los palestinos en Cisjordania y, como antes, en Gaza. Para eso se necesita que esta Autoridad Palestina salga de su debilidad, de la corrupción endémica, que cambien a sus dirigentes. Mahmoud Abbas tiene más de 88 años y es verdad que la juventud palestina, trabajada por la educación, las redes sociales, las televisiones del mundo árabe, puede alabar hoy a Hamas. Si hoy hubiera elecciones, el yihad islámico o el Islam político o Hamas podrían ganar esas elecciones. Pues tenemos que ir con mucho cuidado, pero es verdad que debemos ayudar a la Autoridad Palestina a encontrar otra vez su forma de legitimidad en estos territorios.

— ¿Israel no tenía más alternativa que entrar a Gaza? ¿Cree que va a lograr su objetivo a corto plazo o se puede empantanar en una larga guerra?

—: Israel tiene la obligación, el deber, de proteger a los israelíes. Por primera vez desde la creación del Estado de Israel ha habido un ataque de este tipo. Ha habido guerras antes. Pero un ataque de este tipo, terrorista, con la voluntad de eliminar a los judíos, nunca se había producido. Pues no hay otro camino. Ahora, es difícil por supuesto intervenir en un territorio con más de 2 millones de habitantes, protegiendo a los civiles, atacando a los terroristas, con centenares de kilómetros de túneles, como un metro, bajo la franja de Gaza. Pero yo creo que Israel no tiene otro propósito que eliminar a esta organización terrorista. Al mismo tiempo tiene que pensar en lo que va a pasar después. Van a ser momentos complicados, difíciles. Es una guerra además de comunicación, con muchas fake news. Israel tiene que lograr sus objetivos, proteger al máximo a los civiles, Una guerra nunca es limpia, una guerra es sucia, con víctimas, es un momento difícil. Por eso tenemos que estar al lado de Israel -yo lo estoy-. Los mismos que dicen “Israel tiene el derecho a defenderse, eliminar a Hamas”, dicen “pero no puede atacar a los civiles”. Por supuesto. ¿Pero cómo se hace? Cuando Francia fue golpeada, nosotros ordenamos bombardear a Raqqa en Siria y a Mosul en Irak, donde había terroristas del Estado Islámico. También hubo víctimas civiles, pero no podíamos nosotros permitirnos en una guerra que nos hacía el terrorismo, no castigar a esas organizaciones terroristas.

— ¿Cómo evalúa la reacción del mundo occidental en conjunto?

— A veces hay poca valentía en el mundo occidental que por suerte no conoce la guerra desde hace 70 años. Pero muchos occidentales, políticos, intelectuales, las élites, han olvidado que la historia podría tener su parte de tragedia. En Europa conocemos otra vez la guerra, lo que está pasando en Ucrania, que también es una guerra entre la democracia y el totalitarismo. Los occidentales tienen que entender que si no queremos conocer otra vez tragedias como las que conocimos en el siglo XX, tenemos que ser capaces de reaccionar, de no equivocarnos de bando. El mundo no es negro o blanco, por supuesto, pero en este caso la lucha contra el terrorismo, la lucha por la democracia o la libertad, necesitan mucha valentía, mucho valor; tenemos que estar al lado de Israel, por supuesto.

— ¿Puede este ataque hacer que mucha gente en Israel descrea de la solución de los dos estados? ¿Usted la cree posible aún?

— Creo que Israel no tenía otro camino. Yo hablé con el padre de una de las víctimas; todavía tenía la esperanza de que fuese rehén. Al día siguiente, se enteró de que su hija había muerto. Cuando hablábamos, me decía “ella solo había ido a bailar”. Como en los kibbutz, donde los terroristas atacaron a una población que no votaba a Netanyahu, que manifestaba cada sábado [N. de la R: contra la reforma judicial del gobierno], estos kibutz fueron creados por supervivientes del Holocausto. Era gente que trabajaba con los palestinos de Gaza. Será difícil. Aún más difícil. Pero creo que sí, que no hay otra solución que buscar un camino de la paz donde israelíes y palestinos puedan convivir. Es la única solución posible. Tenemos todos que ayudar a esta solución, pero sin ser buenistas, como se dice. Y sabiendo que la lucha contra el terrorismo, la denuncia del terrorismo, tiene que ser también de los dirigentes palestinos que quieren hablar, que hablan, con los israelíes. Tienen que ser muy, muy, muy claros en este sentido. Israel también tiene que hacer los esfuerzos y aceptar también cambiar sus políticas. Pero eso lo dicen los israelíes mejor que nosotros.

LA ENTREVISTA COMPLETA

Entrevista con Manuel Valls, ex Primer Ministro de Francia
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