Hassan Nasrallah, líder terrorista del grupo libanés Hezbollah, dijo este viernes que la operación “tormenta de Al Aqsa” que dejó 1.400 israelíes asesinados el 7 de octubre en el sur del país fue ideada y ejecutada solamente por fuerzas palestinas y que ni su grupo ni Irán tuvieron participación.
En su primera aparición pública después de la masacre que ejecutaron las milicias palestinas de Hamas en los kibutz y las bases militares israelíes Nasrallah celebró el hecho como “bendito y heroico”, y trató de justificarlo haciendo foco en la lucha de la resistencia palestina que se opone a la existencia del estado de Israel desde hace 75 años.
También elogió que el ataque se haya mantenido en secreto y la sorpresa que se llevaron las Fuerzas de Defensa de Israel: “Esa confidencialidad absoluta es la que garantizó el éxito de la operacion por el factor sorpresa. Hemos felicitado la operación, no nos molesta la confidencialidad”, dijo.
Con este argumento buscó también excluir a Irán de su papel de mentor del ataque, ya sea por el entrenamiento y financiación que le brinda a sus “proxies”, las milicias antiisraelíes en Medio Oriente, como por el armamento que provee.
Además vaticinó que “la operación Al Aqsa causó un terremoto en Israel”, y que “por más que hagan lo que hagan los gobiernos del enemigo, nunca lograrán modificar lo que provocó en el futuro del conflicto con Israel”.
Nasrallah trató de resaltar el papel de Hezbollah en el conflicto, ante críticas internas en el Líbano que reclaman más participación de su grupo: “Para algunos que exigen que Hezbollah entre en una guerra rápida con el enemigo israeli, puede parecer algo pequeño lo que pasa en la frontera, pero es importante y grande”, aseguró en referencia al intercambio regular de cohetes que comenzó pocas horas después del ataque de hamas del 7 de octubre.
“Por su puesto que no es suficiente”, dijo el jefe libanés, “pero lo que está pasando en el frente del Líbano no tiene antecedente desde 1948 (...) Todas las posiciones militares de Israel son blanco y son atacadas de manera diaria”, sostuvo.
También estimó que “un tercio” del Ejército de Israel debió ser trasladado a la frontera norte por la presión que ejerce su grupo sobre la zona fronteriza y que los reservistas israelíes se vieron obligados a mnovilizarse en masa hacia Gaza para no descuidar la batalla contra Hezbollah.
“Todas las opciones están sobre la mesa, e iremos más allá en cualquier momento”, insistió Nasrallah, aunque matizó que eso podría suceder “en un futuro”.
También dirigió un desafío a los Estados Unidos, criticó las movilización de parte de la flota en el Mediterráneo a la zona de Israel y aseguró que no le teme a esas poderosas naves: “Hezbollah tiene cómo enfrentarlas”. Además le pidió a Washington que cese el ataque a Gaza a través de Israel porque el costo de una guerra total en la región lo pagarán “sus soldados”.
Hezbollah, un grupo terrorista respaldado por el régimen de Irán, se ha enfrentado a las fuerzas israelíes a lo largo de la frontera, donde 55 de sus combatientes han muerto en la escalada más mortífera desde que libró una guerra con Israel en 2006.
En vísperas del discurso, que se realizó a través de una pantalla, Hezbollah montó lo que parecía ser su mayor ofensiva hasta la fecha en más de tres semanas de combates, afirmando que había lanzado 19 ataques simultáneos contra posiciones del Ejército israelí y utilizando por primera vez drones explosivos.
Israel respondió con ataques aéreos y fuego de tanques y artillería a medida que se intensificaban los combates en la frontera.
Sin embargo, como hasta ahora los enfrentamientos se han limitado a la frontera, Hezbollah sólo ha utilizado una pequeña parte de la potencia de fuego con la que Nasrallah lleva años amenazando a Israel.
El discurso fue objeto de una mayor expectación. Nasrallah es una de las principales voces de una alianza militar regional establecida por Irán para contrarrestar a Estados Unidos e Israel.
Conocida como el “Eje de la Resistencia”, incluye a las milicias musulmanas chiíes iraquíes que han disparado contra las fuerzas estadounidenses en Siria e Irak, y a los hutíes de Yemen, que se han metido en el conflicto disparando drones contra Israel.
Ataviado con el turbante negro de un sayyed, o descendiente del profeta Mahoma, y túnicas clericales chiíes, Nasrallah es una de las figuras más prominentes del mundo árabe.
Reconocido incluso por sus detractores como un hábil orador, sus discursos son seguidos desde hace tiempo con atención tanto por amigos como por enemigos. Sus adversarios, incluido Estados Unidos, lo consideran un terrorista.
Supervisar la batalla
Aunque Nasrallah se había mantenido alejado de la opinión pública desde el 7 de octubre, otros responsables de Hezbollah han indicado la disposición del grupo para el combate. Pero no han fijado ninguna línea roja en el conflicto con Israel.
Cuando se le preguntó el 22 de octubre por qué no había hablado todavía, el político de Hezbollah Hassan Fadlallah dijo que Nasrallah estaba siguiendo la situación en Gaza “momento a momento y hora a hora” y supervisando la batalla en Líbano. No hablar en público era “parte de su gestión de la batalla”, afirmó.
Las amenazas mutuas de destrucción han disuadido a Israel y Hezbollah de hacer la guerra a través de la frontera libanesa-israelí desde 2006. Mientras tanto, Siria ha servido de escenario para su conflicto.
Fuentes conocedoras del pensamiento de Hezbollah afirman que los ataques del grupo hasta ahora han sido medidos para evitar una gran escalada, al tiempo que mantenían ocupadas a las fuerzas israelíes en la frontera.
Líbano no puede permitirse otra guerra con Israel. Muchos libaneses aún sufren el impacto del catastrófico colapso financiero de hace cuatro años.
Israel ha dicho que no tiene interés en un conflicto en su frontera norte con Líbano.
El primer ministro Benjamín Netanyahu ha advertido a Hezbollah de que no abra un segundo frente de guerra con Israel, afirmando que hacerlo provocaría contraataques israelíes de una magnitud “inimaginable” que sembrarían la devastación en Líbano.
(Con información de Reuters)