(Enviados especiales a Tel Aviv, Israel) Un vocero del ejército israelí puso un WhatsApp invitando a un encuentro con testigos de la matanza protagonizada por cientos de terroristas de Hamas. La cita fue en un estacionamiento de un supermercado a sesenta minutos de Tel Aviv, y al final por un mal entendido en los datos protegidos del cónclave, terminamos en la puerta de una base militar custodiada por decenas de soldados que no pasaban los 25 años.
Era mediodía, y hacía mucho calor. En el celular, la aplicación Tzofar no paraba de anunciar la caída de misiles en el sur de Israel, y en la base militar se podía escuchar las sirenas y, quince segundos más tarde, un ruido seco y sombrío. Otra vez, la Cúpula de Acero había evitado que un cohete de Hamas impactará en un barrio, un hospital o en el mercado de dátiles y uvas verdes, que está a pocas cuadras del mar Mediterráneo.
El raid terrorista de Hamas se cobró más de 1.500 muertos, cientos de heridos y mutilados, decenas de desaparecidos y -hasta anoche- 224 rehenes cautivos en los túneles de Gaza. Estos números imperfectos de la tragedia, que involucran a sobrevivientes, familiares que buscan a sus parientes, médicos que tienen que identificar a las víctimas y soldados que combatieron a terroristas, trazan un rastro indeleble de la faena ejecutada por la organización fundamentalista financiada y entrenada por Irán.
Hai Rekah, es coronel del ejército israelí y lidera al distrito de Dan, que es el nombre que recibe la zona metropolitana que incluye a Tel Aviv y las áreas que lindan con el Mediterráneo. Dan fue blanco del ataque terrorista, es allí que las células de Hamas mataron, mutilaron y secuestraron a miles de judíos.
El coronel Rekah tiene experiencia en combate, pero aún se queda perplejo cuando describe qué encontró cuando la Fuerza de Defensa de Israel (FDI) doblegó a Hamas y pudo recuperar la zona de los kibutz que están a 20 cuadras de la Franja Gaza.
Rekah es cauto con los adjetivos al describir el escenario de la tragedia, pero finalmente se libera cuando recuerda las primeras horas después del ataque fundamentalista. “Nosotros no estábamos preparados para decirles a los familiares que sus hijos estaban muertos. Y a ellos les pasaba lo mismo: nos decían que no habían muerto, que estaban secuestrados por Hamas”, dijo el coronel con esfuerzo para no llorar (otra vez).
Hasta este viernes en la madrugada, la cifra oficial de rehenes de Hamas es de 222. Qatar protege a Hamas e inició con esta organización terrorista una negociación extraoficial para lograr que libere a los cautivos civiles que recluye en los túneles de Gaza. En esta negociación se ha involucrado Estados Unidos, que consulta a Israel cada uno de sus pasos.
Hamas ha liberado a cuatro mujeres, Yocheved Lifshitz, Nurit Cooper, de 79, Judith Raanan y su hija Natalie, y ahora negocia con Qatar un puñado de beneficios extra antes de soltar a otros judíos que secuestró el 7 de octubre. La organización terrorista pretende que Israel autorice el ingreso de combustible a Gaza -que usaría para fines bélicos- y que el gabinete de guerra cancele su operación terrestre sobre la Franja.
El premier Benjamín Netanyahu ha ratificado a Joe Biden que no aceptarán esas condiciones exigidas por Hamas, mientras que hacia adentro de su gabinete de guerra ya ha dado la instrucción de definir un plan alternativo para rescatar a los rehenes cautivos en los túneles de Gaza.
Efrat Machikawa es consultora internacional en negocios, y fue agregada cultural de Israel en Japón. Durante esa etapa profesional, Machikawa aparecía dispuesta a avalar que las distintas miradas sobre el mundo se pueden entrelazar para articular una sociedad global. En los fotos oficiales, Machikawa aún sonreía.
Esa mujer alta, con carácter y experiencia diplomática, ya no existe. El ataque terrorista mutiló su mirada de las cosas, y ahora lo único que pide -en un ruego global- es que todos los países exijan la libertad de los rehenes de Hamas.
Entre esos rehenes están sus sobrinas, que se las llevó una célula fundamentalista a la Franja. Y nadie sabe adonde están.
Cuando terminó de contar su historia familiar, Machikawa se abrazó con un soldado y se fue. Afuera todavía se escuchaba la aguda sirena que anuncia que un misil ya está volando de Gaza hacia Tel Aviv.