(Enviado especial a Tel Aviv, Israel) Frente al sorpresivo cónclave que protagonizaron Hamas, Hezbollah y la Yihad Islámica en Beirut para definir la próxima escalada terrorista contra Israel, el primer ministro Benjamin Netanyahu y su gabinete de guerra resolvieron continuar su ofensiva en Gaza y aguardar con cautela los movimientos de Irán en la frontera con el Líbano.
“Esos grupos terroristas buscan la destrucción de Israel, y no lo vamos a permitir. Nosotros seguimos atacando Gaza para destruir totalmente a Hamas, ese es ahora nuestro objetivo bélico”, dijo a Lior Haiat, vocero de la Cancillería de Israel, a Infobae.
Las declaraciones del vocero Haiat explicitan la estrategia bélica israelí. Hamas y la Yihad Islámica son organizaciones fundamentalistas con un poderío militar limitado, mientras que Hezbollah es una potencia terrorista financiada y entrenada por Irán.
Israel puede combatir y destruir a Hamas y la Yihad, pero la situación sería más compleja si el régimen de los Ayatollahs decide jugar a fondo con Hezbollah.
Teherán ejerce muchísima influencia en el mundo árabe, y eso implica que detrás de Hezbollah se alinearían miles de terroristas que operan en Irán, Líbano, Jordania, Siria, Irak, Afganistan, Cisjordania y Yemen.
Una eventual escalada bélica en la frontera norte, protagonizada por Hezbollah, complicaría la seguridad nacional de Israel y pondría a Medio Oriente al borde de una Guerra Santa.
En este contexto, Netanyahu y su gabinete de guerra serán muy cautelosos frente a Hezbollah, y continuarán con los ataques aéreos contra Hamas en Gaza. El temor en la inteligencia israelí es que Irán escale en el conflicto regional, si finalmente hay un ofensiva terrestre sobre la organización terrorista que ejecutó la masacre del 7 de octubre.
La perspectiva de Netanyahu respecto al conflicto en Gaza es compartida por Joseph Biden, Emmanuel Macron y Olaf Scholz. Los líderes de Estados Unidos, Francia y Alemania consideran que el foco del conflicto bélico debe centrarse en Hamas, que es necesario evitar las provocaciones geopolíticas que induzcan una mayor participación de Irán y que se debe lograr -finalmente- que los 222 rehenes civiles sean liberados desde la Franja.
Netanyahu y el gabinete de guerra tienen ajustada la hoja de ruta. Ofensiva contra Hamas, cautela con Hezbollah y predisposición tácita ante las negociaciones reservadas que hace Qatar para lograr la libertad de los rehenes civiles.
Hay una negociación en marcha que vincula a Doha con Washington y Tel Aviv, pero los resultados se dilatan en el tiempo ante los planteos que hace la organización terrorista y los recaudos que asume el gobierno israelí.
Netanyahu considera clave la libertad de los 222 secuestrados, y por ello ha frenado la ofensiva terrestre sobre Gaza. Sin embargo, el primer ministro ha puesto una obvia línea roja: no concederá a Hamas ninguna ventaja táctica que beneficie su sistema de defensa en la Franja.
Los terroristas han pedido -a través de Qatar- que se incluyan miles de litros de combustible en la ayuda humanitaria que entra por el paso de Farah (Egipto) con la coordinación de las Naciones Unidas. El gobierno israelí ha dicho que no a esa propuesta porque asume que el combustible no se destinará a las centrales eléctricas, sino que Hamas dispondrá de ese gas oil para mover sus tanques y alistar sus misiles.
Al margen del cónclave terrorista en Beirut y la cautela para enfrentar a Hezbollah, Israel ya prepara un plan alternativo para rescatar a los rehenes civiles, si Qatar fracasa sus negociaciones con Hamas. Esa iniciativa es coordinada por el gabinete de Guerra y formaría un capítulo aparte de la ofensiva terrestre que Netanyahu mantiene en un impasse solicitado por todos los países que tienen connacionales capturados en las mazmorras de Gaza.