(Enviado especial a Tel Aviv, Israel) Israel ahora decidió cumplir su objetivo político-militar de destruir a Hamas con una táctica bélica que contempla los intereses de Estados Unidos y protege la vida de los 212 rehenes que el grupo terrorista capturó tras su sangriento ataque del 7 de octubre: bombardea Gaza de noche y de día, carga contra Hezbollah en la frontera con el Líbano y aguarda el momento exacto para lanzar su ofensiva terrestre con los 300.000 soldados que tiene apostados a dos kilómetros de la Franja.
Hamas en combinación con Qatar -en su momento financista de ISIS- planteó a los países más poderosos -Estados Unidos, Francia, Italia, Reino Unido y Canadá- que está dispuesto a entregar a los 212 civiles secuestrados en Gaza. Esa propuesta de la organización terrorista, que significa usar a los rehenes como escudo humano, implicó que Israel suspenda la invasión terrestre en la Franja.
Joe Biden y Benjamin Netanyahu dialogaron este fin de semana para analizar el plan de guerra israelí, y ambos jefes de Estado concluyeron que era mejor agotar todas las instancias para liberar a los secuestrados por Hamas. Biden y Netanyahu repudian la táctica de defensa de la organización terrorista, pero consideran prioritario asegurar la vida de los 212 rehenes civiles.
Sin embargo, la ventana de tiempo concedida a Qatar -que representa a Hamas en las negociaciones- no es infinita. En Washington y Tel Aviv saben que ese tiempo es usado por la organización terrorista para mejorar sus defensas en la Franja y montar operaciones de acción psicológica para debilitar a Israel ante la opinión pública global.
Hace unas horas, Hamas sostuvo que estaba en condiciones de liberar a dos rehenes israelíes y que Netanyahu había rechazado ese ofrecimiento humanitario. La Cancillería y el Ministerio de Defensa desmintieron la información a este enviado especial. “Hamas miente. Nunca hubo nada parecido”, afirmó un vocero del gobierno israelí.
Mientras tanto, Irán continúa apoyando el esfuerzo bélico de Hamas y de Hezbollah, su brazo armado desplegado en la frontera del Líbano con Israel. El canciller iraní, Hosein Amir Abdollahian, mantuvo ayer una extensa conversación telefónica con el jefe del buró político de Hamas, Ismail Haniyeh, para profundizar los niveles de cooperación militar y financiera del régimen de Teherán a la organización terrorista.
Y al mismo tiempo, Hezbollah insistía con lanzar misiles desde el sur del Líbano a los poblados ubicados en el extremo norte israelí. Esos movimientos hostiles protagonizados por Hezbollah implicaron una réplica de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), que anoche destruyó otra célula terrorista que disparaba cohetes de fabricación iraní.
El gabinete de guerra de Israel es asesorado por el Pentágono para profundizar su ofensiva sobre Hamas en Gaza. El secretario de Defensa de los Estados Unidos, Lloyd J. Austin III, mantiene un canal abierto de contacto con su colega israelí, Yoav Galant, y la CIA aporta su inteligencia para ajustar los embates aéreos que castigan la infraestructura terrorista en la Franja.
La táctica de Israel -conociendo los mecanismos de defensa de Hamas- apunta a que los raids aéreos preparen el desembarco de la infantería que se enfrentará con terroristas que atacarán casa por casa y se moverán por Gaza a través del sistema de túneles que cruzan toda la Franja.
Hamas aguarda la irrupción israelí con múltiples células entrenadas por Irán, con experiencia en la guerra civil de Siria y armadas con granadas antitanques aportadas por el régimen de Corea del Norte. Además de este arsenal, los terroristas desplegados en Gaza tienen drones que vigilan, tanques y minas personales que han sembrado en un extenso perímetro que protege sus cuarteles en la ciudad capital.
Israel bombardea Gaza y replica los movimientos bélicos de Hezbollah en el norte. Pero también vigila qué sucede en Cisjordania, adonde Hamas tiene muchísima influencia en su población civil. Tel Aviv teme que haya coordinación terrorista en la Franja, la frontera con Líbano y Cisjordania, mientras dilata la ofensiva terrestre en Gaza y aguarda que se liberen a los 212 rehenes civiles.
Una coyuntura en la batalla que el gabinete de guerra israelí no consideró tras la masacre del 7 de octubre.