El kibutz de Beeri, escenario de una de las peores masacres cometidas por los comandos de Hamas que entraron en territorio israelí el 7 de octubre, todavía está curando sus heridas y llorando a sus muertos, y ahora reclama seguridad para el futuro.
Esta cooperativa agrícola ubicada en el sur de Israel está a cuatro kilómetros de la frontera con la Franja de Gaza desde donde los milicianos del movimiento islamista palestino lanzaron su ataque.
Según un balance de la ONG Zaka, que participó en la recogida de cadáveres, murieron más de 100 habitantes, es decir cerca del 10% de su población.
Según Romy Gold, uno de los pocos residentes del kibutz que la agencia de noticias AFP se cruzó el viernes durante una breve visita de prensa a esta zona militar cerrada, fueron 108 los muertos.
Beeri es, junto al kibutz Kfar Aza y el sitio donde se celebraba una fiesta ‘rave’, uno de los lugares donde más personas murieron por el ataque de Hamas que dejó en total más de 1.400 muertos en el lado israelí, en su mayoría civiles acribillados a balazos, quemados vivos o muertos por mutilación.
Ese sábado hace dos semanas se convirtió en el día más trágico de la historia de Israel.
En Beeri, donde vivían 1.100 personas, los hombres de Hamas “dispararon a todos, asesinaron a niños, bebés, ancianos, a todos a sangre fría”, dijo el portavoz de la ONG Zaka, Moti Bujkin, tres días después del ataque.
Varios residentes también fueron secuestrados y se encuentran entre los más de 200 rehenes israelíes o extranjeros llevados a la Franja de Gaza.
Hamas, opuesto al proceso de paz israelo-palestino iniciado en 1993 que lleva años estancado, tomó el poder en Gaza en 2007, dos años después de que Israel se retirara unilateralmente de este territorio que había ocupado desde 1967.
“Duró diez horas”
Romy Gold, un ex paracaidista de 70 años que luchó en la guerra árabe-israelí de 1973, asistirá al funeral de cinco miembros de una misma familia este domingo.
“No estoy seguro de que ni siquiera uno de nosotros pueda asimilar y comprender lo que sucedió”, dice, armado con un rifle de asalto. De momento se le permite regresar de vez en cuando al kibutz.
Las armas de los comandos palestinos siguen entre los escombros y las casas están destruidas.
Gold recuerda que dieron la alerta cuando los hombres de Hamas cortaron la valla de seguridad. Luego fue a dar apoyo a los diez habitantes responsables de la seguridad de la comunidad.
“Tenía un rifle y algo de munición. El equipo de emergencia está diseñado para poder sobrevivir entre media hora y una hora, antes de que el ejército tome el control. Duró diez horas y nos quedamos sin municiones”, dice.
En el lado de Hamas “eran 150, disparando con ametralladoras, lanzando granadas. De una manera u otra, algunos de nosotros sobrevivimos. A nuestro alrededor, familias enteras fueron fusiladas, masacradas o quemadas vivas”, contó.
Del grupo de defensores, cinco murieron y otros resultaron gravemente heridos.
Según el ejército israelí, decenas de hombres de Hamas fueron asesinados o hechos prisioneros en Beeri.
Gold defiende que la probable invasión terrestre de la Franja de Gaza por parte de las tropas israelíes debe comenzar “lo antes posible”.
“Quienquiera que haya cometido esto nunca debe ser liberado, debe ser castigado”, afirmó.
Los bombardeos de la Franja de Gaza en represalia por Israel mataron a 4.385 palestinos desde el 7 de octubre, incluidos 1.756 niños, según el último balance del ministerio de Salud de Hamas.
Se trata de la campaña militar israelí más mortífera contra Gaza desde la retirada de sus tropas en 2005.
(AFP)