El Instituto Jack D. Gordon de Políticas Públicas de la Universidad Internacional de Florida (FIU), junto con otras instituciones de renombre, lleva a cabo el Foro inaugural África-Américas sobre China, que se que se desarrolla este 12 y 13 de octubre en el campus de FIU Modesto Maidique.
Esta conferencia, que reúne a expertos de África, América Latina y el Caribe, se centra en explorar las relaciones con China y buscar una dirección clara en medio de la creciente competencia estratégica entre Estados Unidos y el gigante asiático.
En una región como América Latina y el Caribe, la seguridad ha sido un tema recurrente a lo largo de la historia, donde se han buscado estrategias para prevenir acciones de grupos que amenazan la estabilidad. Según Evan Ellis, experto de la Escuela de Guerra del Ejército de los Estados Unidos, “China no ha participado en los temas de seguridad de la región en la última década”.
A pesar de esta ausencia, “China ha estado trabajando con algunos grupos de think tanks para traer soluciones a los problemas de seguridad de las Américas”, agregó Ellis.
Sin embargo, se plantea un dilema. China busca mantener relaciones cordiales con países desarrollados, mientras desea promover la democracia y la paz en la región, y al mismo tiempo “China no fija posición en contra de la invasión rusa a Ucrania, del ataque terrorista de Hamas a Israel o el abuso de los derechos humanos en Venezuela”, dijo Evan Ellis.
Esta posición será esencial para su relación con América Latina y el Caribe.
En lo que respecta a la seguridad, se ha observado un incremento en la participación de China en el entrenamiento de las fuerzas de policía de algunas dictaduras de la región como la nicaragüense. No obstante, en términos de derechos humanos, la participación de China en la región ha sido cuestionada. Evan Ellis señala que, incluso en momentos de desastres naturales, “la participación de China ha sido mala”. Estos aspectos plantean desafíos y cuestionamientos sobre el papel de China en América Latina y el Caribe en materia de seguridad y derechos humanos.
“La tecnología china hay mucha preocupación porque son usadas para espiar a sus ciudadanos como el carnet de la patria en Venezuela”, dijo Ellis.
“Los chinos no tienen influencia positiva, su influencia es más para mantener un silencio para que no se hable de sus problemas internos”, agregó.
Entretanto, Javier Meléndez, investigador en temas de seguridad y director de Expediente dijo durante su participación que “las relaciones con China en Centroamérica son controversiales”.
Una de las principales preocupaciones que se han planteado en la región es la influencia propagandística ejercida por China a través de diversos medios de comunicación. Meléndez sostiene que “China tiene una gran influencia propagandística en Centroamérica a través de varios de los medios. Esta influencia ha llevado a la promoción de narrativas chinas que, según el investigador, son “muy evidentes”.
Otro aspecto que ha sido objeto de discusión es la relación entre las promesas de China y su impacto real en la vida de los ciudadanos centroamericanos. Meléndez señala que “China promete muchas soluciones a los países de Centroamérica, pero cuando ves las inversiones, no significan soluciones reales para sus ciudadanos y no ves ningún impacto real en las personas”. Este contraste entre las promesas y la realidad plantea desafíos significativos para la región y sus relaciones con China.
Las dinámicas políticas y económicas en África han atraído la atención de actores globales como Estados Unidos y China. Según Elijah Munyi, de la Universidad Internacional de los Estados Unidos, estas potencias tienen enfoques divergentes en relación con la región.
Munyi explica que “los Estados Unidos quieren gobiernos democráticos en África, pero China quiere estabilidad sin importar qué tipo de gobierno esté en el poder”. Esta divergencia de objetivos entre ambas naciones influye en la política y las relaciones internacionales en la región.
Otro aspecto de competencia entre Estados Unidos y China en África se centra en el campo tecnológico. Según Munyi, “cuando China ofrece algo tecnológico, es muy fácil para África tomarlo, pero eso es parte de una competencia por el control de las telecomunicaciones”. Esta competencia por influir en las infraestructuras tecnológicas africanas es un tema de creciente relevancia y tiene implicaciones significativas para el desarrollo y la seguridad de la región.
Los países del Sur Global han expresado de manera continua su deseo de encontrar su propio camino en medio de la rivalidad entre las dos principales potencias mundiales, Estados Unidos y China. Los países caribeños y latinoamericanos, en particular, han estado intensificando sus relaciones con sus homólogos africanos con el propósito de aprender de las mejores prácticas, con el fin de maximizar los beneficios económicos que ofrece China, mientras minimizan las posibles amenazas a su soberanía.
Otro aspecto abordado en el foro fue el de los intercambios culturales y de medios que se dan entre China y las regiones, y la penetración de Beijing en ellas, por medio de maniobras y hasta financiación.
Maria Montt habló sobre la diáspora china en Chile y destacó a los vínculos económicos y diplomáticos como elementos fundamentales para ello. “El fuerte papel económico lleva al pragmatismo en la configuración de la relación”, dijo y agregó que aunque la comunidad china en el país es pequeña, se refleja principalmente en las marcas de su capital reconocidas como chilenas, los abundantes locales chinos y los trabajadores que desempeñan sus tareas allí.
Así, el foco de China se puso más en ser proveedor de productos e inversor en el país, y hasta con los envíos de vacunas, en 2020 y 2021.
También se refirió al rol de China en los medios de comunicación y reconoció que “hay un compromiso con ellos y acuerdos con universidades” públicas y privadas aunque “no estoy segura de qué tanto pueden” cambiar la ecuación, dijo. “Cuando sí hay áreas de tensión, se eclipsan con las propuestas de cooperación internacional”, explicó aunque señaló los interrogantes sobre la visita de Boric a China, en la que se duda si abordará el tema de derechos humanos, como suele hacer.
“Hay algunas voces que abogan por los derechos humanos y apuntan contra las políticas en Beijing pero estas no están necesariamente impulsadas por China”, concluyó.
Bob Wekesa comentó que en África hay comunidades chinas que datan de hace años en las que se ve gran interés en los negocios y que incluyen, en muchos casos, maniobras criminales. “Estas comunidades diásporas son mal vistas”, comentó al respecto y sumó que, muchas veces, se dice que los chinos allí son “prisioneros” enviados a trabajar. A la par, comentó que no hay mucho interés en las relaciones persona-persona sino que esto es, más bien, un desafío allí.
Se refirió, también, al rol de China en Sudáfrica y para ello se remitió a la reunión de los BRICS, realizada mientras ocurría la guerra en Ucrania y en la que la presencia de Putin fue muy debatida. Sudáfrica estuvo en el ojo de la polémica entonces, incluso con denuncias por compra de armas y presencias de buques rusos allí. En ese sentido, señaló que con su pedido de ausencia al mandatario, el país “se enfrentó” al Kremlin, una muestra de que mira a China como un líder y no a Rusia o a otras naciones.
Isabel Bernhard se refirió al caso de la diáspora en México, la cual no es muy activa allí sino que, según señaló, son los funcionarios y comunidades académicas chinas las que tienen más peso en lo que respecta a la presencia de Beijing allí. “El Gobierno federal mexicano recibe presiones” de Estados Unidos para reducir sus lazos con China, comentó. A la par, insistió en que los institutos son un claro foco de poder chino, también.
Señaló, por último, que por medio de estos canales, una de las prioridades de China en México es contrarrestar el rol del país americano en muchos de sus intereses compartidos y mejorar su imagen allí.
Sobre Taiwán, dijo que en los países que solían ser aliados y recientemente dejaron de serlo, hay una gran presencia de propaganda con la que buscan difundir y profundizar sus ideas, con gran foco en las redes sociales. Inclusive, señaló el caso de la reapropiación del PCCh de un monumento financiado por la isla, una vez rotas las relaciones con la isla, y una señal de sus nuevos vínculos.
En cuanto a aquellos que aún apoyan a Taiwán, en general allí no hay relaciones diplomáticas con China por lo que el régimen intenta persuadirlos con propuestas y lazos económicos.
Parsifal D’Sofa retomó algunos de los puntos mencionados anteriormente y comenzó separando a los países entre aquellos con economías diversas, aquellos con economías más frágiles y de ingresos medios, y aquellos autocráticos.
En ese sentido, dijo que los chinos en estas regiones “trabajan en sus propias esferas”. En los países autocráticos “no hay muchos lazos con las comunidades locales”, señaló y ejemplificó con el caso de Venezuela, donde la comunidad china hace décadas era importante y sobre las que hay un “intento de propaganda estatal”. Agregó, sin embargo, que “vemos un intento de llegar” a los vínculos locales, señaló pero esto es “algo mucho más complejo”.
No obstante, comentó que han habido cambios en las relaciones recientemente, como en Colombia, donde el anterior embajador y el actual aplicaron estrategias completamente distintas, lo que favoreció el intercambio de las relaciones en el pasado pero, ahora, han truncado más este aspecto. Esto demostró su importancia en los vínculos.
En cuanto a su presencia en los medios y sus campañas señaló que “China es muy bueno con los slogans”, es una manera en la que modernizaron su comunicación, aunque sólo llega a un público político y no logran llegar a los ciudadanos masivos. Por el contrario, dijo que es a través de las marcas chinas como Huawei que se logra alcanzar más a la sociedad y donde se ve el mayor impacto, a pesar de que no tiene un impulso estatal.
En el caso de África, Wekesa dijo que “las estrategias de Estados Unidos logran mayor impacto que las de China en África” ya que las últimas son difíciles de vender a los medios independientes africanos y destacó el rol de los debates en línea y la tecnología, donde tal vez sí los chinos logran “sacar alguna ventaja”.
Fikayo Akeredolu habló del vínculo entre China y África en cuestiones climáticas y explicó que “China ha ganado la guerra de inversiones” en este aspecto ya que ha invertido en proyectos de energías alternativas estructurales aunque señaló que ha fallado en las “relaciones públicas”, algo que, por ejemplo, Estados Unidos ha logrado con éxito.
En China, la presencia en cuestiones climáticas se ven reflejadas en las grandes inversiones y proyectos, algo que podría verse como un intento de impulsar la materia, junto con un diálogo predominante en el G77 y en la COP en el que intenta mostrarse como un país que lucha por el medio ambiente. Destacó, por otro lado, que con estos proyectos siempre intenta preservar “su soberanía” en todas sus acciones.
Por otro lado, se refirió a las relaciones vistas desde el lado de un think tank africano, y dijo que muchas más instituciones africanas están buscando otros partners y que “muchas organizaciones están haciendo un gran trabajo por remontar el rol de las agencias africanas”. “Está sucediendo mucho a nivel institucional”, comentó.
El último panel se refirió a la tecnología y la ciberseguridad, temas centrales en los tiempos que corren y cuyo rol es importante en la gobernanza y las influencias en todo el mundo, y que constituyen también importantes herramientas en el día a día.
Fernanda Magnotta describió a China en este aspecto como “más ambicioso” que en el pasado “con políticas más agresivas” y cuyo foco está en transformarse hacia una “economía innovadora”. La presencia de China en las regiones africanas y americanas no está sólo motivada por lo económico, señaló en ese sentido.
“Las compañías chinas lideran la carrera del 5G y estos patentamientos”, explicó, y van de la mano de las políticas de control y regulación que mantiene vigentes en el país el PCCh y que se basan en una variedad de leyes que permiten a las autoridades inmiscuirse en los datos de los usuarios en su país.
En el mundo, China es “una cibersuperpotencia”, al igual que lo son sus proyectos, que incluyen a la inteligencia artificial, de gran popularidad. También mencionó que en países como Venezuela, compañías chinas -entre ellas Huawei- llegaron con sus propuestas y se aliaron a la dictadura, que no objetan sus normas y principios que sí son cuestionados por otras naciones.
Juan Manuel Aguilar Antonio comenzó señalando que América Latina está muy atrasada en términos de tecnología, al igual que lo está África, aunque en este es importante destacar que el cibercrimen crece a un ritmo del 238%, lo que afecta el GDP seriamente. Allí las inversiones de Huawei en la red 3G fueron del 50 por ciento, mientras que para la 4G ya había ascendido al 70% y ya se comenzaron los planes para la llegada del 5G. Esto muestra que China lideró los proyectos tecnológicos allí entre 2010 y 2020.
Compañías chinas también tienen gran presencia en los mercados de control y seguridad en el mundo pero, nuevamente, en África es donde más inversiones se dieron y que superaron las 1.800 cámaras en algunos casos, por ejemplo. Cabe destacar que algunas de estas empresas están sancionadas por Estados Unidos. En cuanto a la IA y el reconocimiento facial, también se registraron proyectos.
En América Latina también se notó gran presencia de Huawei, principalmente, con muchas iniciativas impulsadas por la llegada de la red 5G. También, más de un centenar de estas empresas trabajan en la modernización y digitalización de los países, agregó.
Por último, dijo que Huawei quiere construir el primer cable submarino que una china con América, algo que podría mejorar la situación en los países o empeorarla, algo que dependerá no sólo de China sino también de los contextos locales en cada caso.
En cuanto a las leyes y regulaciones, sostuvo que en América Latina notó que, frente a la mayor competencia entre las compañías chinas y del resto del mundo, disminuyó el impacto de las empresas de Beijing y su influencia política mientras que en África sí hay una tendencia de adaptación de las leyes para poder adoptar estas tecnologías por la falta de oferta. No obstante, Magnotta destacó que la realidad de cada país -en su caso Brasil, donde las disputas en el Congreso son amplias y complejas- muestran que muchas naciones aún no están preparadas para priorizar estos debates.
No obstante, “necesitamos prestar atención a la regulación y la protección de datos”, concluyó sobre estas nuevas tendencias que surgen y sobre las que aún no se toma dimensión de los peligros y riesgos que pueden implicar.
Bulelani Jili habló del crecimiento de la “ciberhuella” de China y ejemplificó con Kenia a finales de los años 90, donde la presión social y del ecosistema de startups buscó la digitalización del país para crecer. Fue entonces que el Ejecutivo comenzó a evaluar cómo extender la red internet. “Había una necesidad que debía ser cubierta”, dijo, lo que llevó a diversas compañías a comenzar a proveer al país con servicios tecnológicos desde entonces -tanto chinos como africanos, entre otros-.
La llegada de estas firmas llevó a pensar cuáles son las políticas que cada compañía introduce en la región y cómo, en respuesta, las leyes y normas tardaron en hacerse e implementarse. Esto dejó una ventana de 50% de países africanos que ni siquiera cuentan con este tipo de regulaciones -aunque Europa tampoco escapa a este debate-.
Antes de finalizar, se planteó la dicotomía entre la seguridad local y la seguridad nacional, es decir, aquellos beneficios que la tecnología china otorga a nivel interno a los países pero que, a su vez, siembra grandes dudas sobre amenazas más grandes a los países en sí. Magnetti explicó que la gente conoce los riesgos pero considera los costos y los beneficios de estas tecnologías, que incluyen la llegada de recursos e inversiones que no se reciben, por ejemplo, a través de Estados Unidos que, en su lugar, impulsa estrategias.
“China ofrece dinero y ‘no pide nada a cambio’”, dijo en un tono irónico, mientras Washington ofrece asistencia y proyectos, algo que América Latina no quiere, explicó e insistió en que, en alguna medida, esto influye al momento de decidir si tomar las ofertas de Beijing.
Luego del décimo aniversario de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, en septiembre de 2023, se ha organizado este encuentro de dos días que reúne a expertos de distintas regiones y cuyo objetivo principal fue compartir experiencias y conocimientos en las cuatro áreas clave mencionados: comercio e inversión, seguridad, intercambios culturales y de medios, y tecnología y Ciberseguridad.
Paul Nantulya del Centro de Estudios Estratégicos de África, ha sido uno de los primeros panelistas en intervenir en la actividad asegurando que la región vive “tiempos críticos”, por lo que sugiere buscar las “conexiones y las lecciones” que unen a China con América Latina para poder lograr el desarrollo que la región necesita.
Este evento se presenta como una oportunidad única para que las regiones de África, América Latina y el Caribe busquen respuestas a las complejas dinámicas en juego en las relaciones con China. Al proporcionar una plataforma para el intercambio de conocimientos y experiencias, el Foro inaugural África-Américas sobre China busca forjar un camino que permita a estas naciones navegar con éxito por la compleja red de relaciones internacionales y competencia estratégica en la era moderna.