Los 52 cadáveres fueron envueltos en bolsas blancas y depositados en la plaza infantil del centro del pueblo, cerca de un tobogán y un columpio. Hasta allí llegan las ambulancias que los transportarán hasta la morgue. También es el terrible escenario en el que los familiares van a reconocer a las víctimas. El ataque ruso del jueves en el pequeño pueblo de Hroza, en el noreste de Ucrania y a más de 40 kilómetros del frente, donde la población antes de la guerra era de apenas unos 500 habitantes, mató a uno de cada seis de los 300 residentes que quedaban.
El misil Iskander de precisión lanzado por las fuerzas rusas impactó de lleno en una cafetería donde se estaba realizando el funeral de un soldado muerto en el frente. La mayoría de los habitantes de Hroza estaban en el lugar. Por el impacto murieron la viuda del soldado, su hijo y su nuera. También varios niños.
El presidente Volodimir Zelensky, en su tradicional mensaje que envía por las redes cada noche, apareció muy afectado, esforzándose por encontrar las palabras para denunciar el ataque, uno de los más mortíferos contra civiles de la guerra. Calificarlo de “bestial”, dijo, sería una afrenta a las bestias. “No fue un ataque a ciegas. La gente se había reunido allí para una ceremonia conmemorativa, una ceremonia conmemorativa cristiana. ¿Quién podía lanzarles un misil? ¿Quién?”, preguntó.
A la mañana siguiente le tocó a la ciudad de Kharkiv. Otro misil impactó un edificio de viviendas. Esta vez fue una abuela y su nieto de 11 años, las víctimas. Al parecer esta es la única estrategia que mantienen los invasores rusos en las últimas semanas. En el frente, tanto en el sur como en el noreste, no se registran cambios sustanciales aunque se mantiene desde hace dos meses un lento y persistente avance ucraniano. Sólo lograron romper las férreas líneas de defensa en la región de Zaporizhia.
El presidente Zelensky estuvo en una cumbre con líderes europeos en la ciudad española de Granada. Allí, obtuvo el compromiso de que le enviarán más sistemas de defensa antiaérea para ayudar a defenderse de una posible nueva campaña rusa de ataques con misiles y aviones no tripulados contra infraestructuras energéticas y civiles ante la inminencia de la llegada del invierno.
Hubo presión sobre Alemania en los últimos días y el canciller, Olaf Scholz, finalmente anunció que su país proporcionará a Ucrania un sistema Patriot adicional -una batería móvil de misiles tierra-aire que demostró su eficacia en la defensa de los cielos de la capital, Kiev- y el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, anunció que enviará seis sistemas de defensa aérea Hawk. “Esperamos poder tener instalados los sistemas de defensa antiaérea antes de que el invierno nos complique el avance de la artillería”, dijo Zelensky.
Los funcionarios ucranianos que estaban en Granada habían dicho que uno de sus principales objetivos era conseguir una defensa más eficaz para evitar que Rusia repitiera su campaña aérea contra infraestructuras civiles del invierno pasado, que sumió a millones de personas en largos periodos de frío y oscuridad. Aparentemente, el objetivo de las fuerzas de Vladimir Putin es intentar doblegar la voluntad de los ucranianos para que se levanten contra sus líderes.
Los anuncios europeos se producen en medio de la preocupación de que Estados Unidos, el principal proveedor de armas de Ucrania en la guerra, pueda disminuir su apoyo a Kiev. El Partido Republicano está profundamente dividido sobre el tema, y las encuestas muestran que la mayoría de los estadounidenses se oponen ahora a seguir apoyando económicamente el esfuerzo bélico de Ucrania. El cansancio y el drenaje de fondos también se siente en Europa, sonde el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo el viernes que “tenemos que hacer más, tenemos que estar totalmente comprometidos”. En ese contexto, el ministerio de Defensa de Suecia anunció que entregaría 200 millones de dólares adicionales en equipo militar a Ucrania, incluyendo proyectiles de artillería y piezas de repuesto para vehículos de combate.
Pero, incluso con los nuevos compromisos, los líderes europeos reconocen que será difícil llenar el vacío que dejaría una posible reducción del apoyo estadounidense. Washington comprometió hasta ahora unos 44.000 millones de dólares en ayuda militar, según el Instituto Kiel para la Economía Mundial, que hace un seguimiento de las promesas de ayuda a Ucrania. Esa cantidad es aproximadamente el doble de la ayuda militar de Gran Bretaña y Alemania juntas. “Europa está aumentando su apoyo”, comentó en Granada, Josep Borrell, el jefe de la diplomacia de la Unión Europea. “Pero Estados Unidos es algo insustituible para el apoyo a Ucrania”.
El Nobel de la Paz ruso Dmitri Muratov anunció la distribución de una carta que firmó junto a otros 47 galardonados con el prestigioso premio instando a los multimillonarios del mundo a donar 100 millones de dólares para ayudar a los niños desplazados por la guerra en Ucrania. Muratov, es el ex director del diario independiente Novaya Gazeta que en 2021 compartió el Nobel con la periodista Maria Ressa, del medio filipino Rappler. Donó los aproximadamente 500.000 dólares del premio a diversas causas benéficas y subastó su medalla de oro de 23 quilates, que se vendió por 103,5 millones de dólares y todos los beneficios se destinaron a UNICEF para ayudar a los niños ucranianos refugiados. Entre los firmantes figuran los escritores Orhan Pamuk y Svetlana Alexievich, la defensora iraní de los derechos humanos Shirin Ebadi, el pionero del microcrédito Muhammad Yunus y varios científicos galardonados. El llamamiento es para los “3.000 multimillonarios del mundo” para que donen 100 millones de dólares a UNICEF antes de fin de año para reconstruir las 1.300 escuelas destruidas en Ucrania y ayudar a los más de tres millones de niños refugiados.
En tanto, en el frente, la contraofensiva ucraniana se sigue encontrando con campos de minas y soldados rusos parapetados en elaboradas redes de trincheras. Y se enfrentan a una antigua táctica que están usando los rusos en las últimas semanas: parecen retroceder, ceder terreno y cuando los ucranianos avanzan, ellos contratacan con misiles y drones. En la jerga militar se conoce a esta maniobra como una “defensa elástica”. El objetivo es impedir que las tropas ucranianas aseguren realmente una posición y la utilicen como base para nuevos avances como ocurrió en Robotyne, en el sur del país, donde se registró la mayor ofensiva de las últimas semanas. “El defensor cede terreno a la vez que inflige el mayor número de bajas posible a los atacantes con el fin de prepararles para un contraataque decisivo”, explicó al New York Times, Ben Barry, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos.
Este es uno de los factores que impiden un avance más rápido de los ucranianos que, sin embargo, mantienen la ofensiva y continúan ganando terreno, aunque en mucha menor proporción de la requerida para hacer de la contraofensiva un éxito antes de que el hielo y la nieve vuelvan a congelar las posiciones en pugna hasta la próxima primavera. La negativa de los aliados occidentales a proporcionar aviones y armas de más largo alcance están haciendo que el conflicto se prolongue peligrosamente en el tiempo.