Desde Rabat.- Los sorpresivos ataques de Hamas contra Israel del último sábado fueron cuidadosamente planificados. Fue una embestida no convencional y perfectamente coordinada en la que a través de lanzamientos masivos de cohetes desde la Franja de Gaza y una invasión terrestre por la frontera sur, sembraron el caos en Israel en el episodio más grave desde hace décadas.
Hamas coordinó con otro grupo terrorista, la Yihad Islámica, su sanguinario ataque. Ambas agrupaciones están financiadas por Irán lo que abre una poderosa interrogante de cara a las próximas horas: si detrás de todo está el régimen persa, por qué no incluyó en el plan a Hezbollah, que acecha a Israel desde el norte.
Bueno, esta madrugada casi 24 horas después de que comenzara el horror, Hezbollah lanzó misiles desde la frontera con el Líbano.
“La resistencia islámica de Hezbollah atacó tres posiciones del enemigo sionista en las granjas libanesas ocupadas de Shebaa, con gran cantidad de proyectiles de artillería y misiles teledirigidos”, afirmó el grupo terrorista chiíta libanés en un comunicado, en el que añadió que se “solidarizaba” con un ataque a gran escala por aire, mar y tierra lanzado el sábado por el grupo palestino Hamas contra Israel.
Israel logró controlar la situación y en ningún momento supuso un peligro en la zona, pero el juego está abierto.
En diálogo con Infobae, el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel Liro Haiat, aseguró que la zona está protegida y que el mensaje hacia Hezbollah es muy claro: “Si utilizan esta oportunidad para atacarnos las consecuencias para ellos serán muy altas”.
La posibilidad de un efecto dominó que se derrame desde la región envalentonados por el trágico saldo de Hamas es uno de los temores más fuertes del Gobierno y de la sociedad israelí, por estas horas. Temen que el desplazamiento de todo el poderío militar israelí al sur podría dejar el norte desamparado. De todas formas, las autoridades israelíes ya negaron tajantemente que algo así pueda suceder, y la rápida reacción de esta madrugada lleva algo de tranquilidad.
Sin embargo, el oportunismo terrorista no es la única fuente de preocupación. Los parecidos entre la Guerra de Yom Kipur, hace justo 50 años, y la brutalidad que comenzó el último sábado no se agota en las fechas, en el efecto sorpresa, sino que pueden extenderse aún más: en 1973, la alianza de países árabes iban turnándose para atacar desde diferentes flancos para intentar debilitar la capacidad de reacción del Ejército israelí. La estrategia, finalmente, fue muy dolorosa para Israel en el comienzo del conflicto, pero logró revertirlo y ganó esa guerra, pero el costo en vidas humanas fue altísimo.
En las últimas semanas la tensión en la frontera norte aumentó, con su pico más alto desde ayer. En la zona demarcada por la línea azul, estipulada como límite de alto el fuego por la ONU en 2000, hace días que se ha incrementado la incursión de milicianos de Hezbollah, a pesar de que sólo está permitida la entrada a las fuerzas israelíes y libanesas.
En las últimas semanas los propios terroristas de Hezbollah difundieron por las redes sociales selfies en la “zona de contacto”, con tanques israelíes de fondo, en una clara señal de provocación.
Según informes recientes, la infiltración de este grupo extremista en la zona está aumentando, lo que supone un riesgo potencial para la estabilidad de esta delicada región.
Hezbollah, celebró los ataques de Hamas y admitió en su último comunicado que mantiene “contacto directo con los líderes de la resistencia palestina”. En el texto, además de arremeter contra Israel lanza un mensaje para las naciones árabes que normalizaron sus relaciones con el Estado judío.