La creciente influencia del grupo terrorista Hezbollah en el Líbano ha planteado graves preocupaciones en la comunidad internacional luego de que diversos informes revelaron que esta milicia rebelde ha penetrado la seguridad de uno de los puntos de entrada más importantes del país: el aeropuerto internacional Rafik Hariri de Beirut.
Según informes exclusivos de fuentes de seguridad occidentales obtenidos por el diario alemán Die Welt, Hezbollah ha puesto a personas afines o cooperantes en posiciones clave del aeropuerto, desde el ministro de obras públicas y transporte hasta el director y jefe de seguridad. Esto le ha facilitado el contrabando de armas, medicamentos y drogas hacia y desde el país, lo que ha sido calificado por expertos en seguridad como una “amenaza creciente para la región”.
En un análisis de The Middle East Institute de Washington se señala que Hezbollah tiene una influencia significativa en el aeropuerto de Beirut, gracias a su control sobre el Ministerio de Obras Públicas y Transporte. Su ministro, Ali Hamieh, fue nombrado por la influencia de los terroristas y tiene autoridad sobre los proyectos de construcción pública y el acceso internacional al Líbano.
Este control le da varios beneficios a los rebeldes, entre ellos: “tener voz y voto sobre la reconstrucción del puerto de Beirut, ocultar sus actividades ilegales y mantener sus rutas de contrabando, debido a que el ministerio es responsable del seguimiento y de la aplicación de todas las medidas que afecten la red de carreteras y el transporte terrestre”, detalla el análisis.
La cadena al-Arabiya de los Emiratos Árabes Unidos reveló recientemente que Hezbollah accedió a sistemas de observación facilitados por Occidente sin el consentimiento del ejército libanés. Estos sistemas incluían los radares de las naves de guerra libanesas y el radar del aeropuerto de Beirut.
Tal Beeri, director de investigación del think tank israelí Alma, advirtió en julio pasado que “el objetivo más importante de Hezbollah en este momento es tomar el control del aeropuerto internacional de Beirut”.
En opinión de Beeri, este aeródromo “ha sido durante mucho tiempo una alternativa al corredor terrestre a través de Siria para el suministro de armas y equipo militar a Hezbollah con total cobertura de las autoridades civiles”, luego de que Israel bloqueara la ruta utilizada por los terroristas para la entrega de armas iraníes a través del territorio sirio.
“Los numerosos ataques aéreos en territorio sirio contra equipos militares y armas suministradas a los terroristas a través del corredor iraní son necesarios, pero obligan a Irán y a Hezbollah a aumentar su acceso a alternativas relevantes”, indicó Beeri.
De acuerdo con los informes, uno de los aspectos que más preocupa a Occidente sobre la infiltración de Hezbollah en el aeropuerto de Beirut es la posible exposición de datos de los más de 2,5 millones de turistas que ingresan al Líbano anualmente, lo que podría poner en riesgo la seguridad de viajeros internacionales si esa información llegara a manos del régimen de Irán, uno de los patrocinadores de los terroristas.
“El aeropuerto se ha convertido en un centro de contrabando para Hezbollah. Las compañías aéreas, los pasajeros internacionales y los gobiernos extranjeros deben ser conscientes de que el aeropuerto internacional del Líbano ya no está bajo la administración exclusiva del gobierno”, expresó Beeri al citado diario alemán.
La amenaza más palpable del grupo insurgente en el Líbano se llevó a cabo en agosto de 2020 con la devastadora explosión en el puerto de Beirut que mató a unas 218 personas y que fue reivindicada por la propia organización, que almacenó cientos de toneladas de nitrato de amonio en el puerto sin el conocimiento de las autoridades o con su aprobación de forma secreta.
Seguridad del aeropuerto de Beirut
A la penetración de los terroristas en el puerto de entrada más importante del Líbano se le añaden las “serias deficiencias” en los servicios de navegación de la terminal aérea, “que ponen en riesgo la seguridad de los vuelos comerciales”, de acuerdo con un informe de inspección al que tuvo acceso el periódico emiratí The National.
Según este medio, entre las deficiencias más graves se encuentran la falta de personal y de formación en el control de tráfico aéreo (ATC), la ausencia de procedimientos para actualizar el registro de obstáculos y verificar las ayudas a la navegación, y la falta de separación entre el regulador y los proveedores de servicios.
“La escasez de personal de ATC es un problema de seguridad grave que podría tener repercusiones críticas para la aviación en el Líbano”, señala el informe elaborado por la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) y la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) durante una misión de apoyo en el Líbano llevada a cabo en el mes de junio.
“Cuando los controladores están sobrecargados de trabajo, hay un mayor riesgo de errores, lo que podría tener consecuencias catastróficas”, expresó un controlador aéreo bajo condición de anonimato.
“Solo contamos con 15 controladores de tráfico aéreo certificados, cuando el estándar requerido sería de 87”, dijo una fuente del departamento de aviación civil libanés citada por The National.
“Los controladores de tráfico aéreo han sufrido una escasez persistente de personal, pero debido a la crisis, que al principio causó grandes recortes salariales, muchos empleados decidieron irse del país”, añadió.
La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), entidad global encargada de supervisar la seguridad en la aviación, lleva a cabo revisiones periódicas de sus estados miembros para evaluar su capacidad en el mantenimiento de sistemas de supervisión de seguridad eficientes.
Líbano, como firmante del Convenio de Chicago, tiene la responsabilidad de adherirse a las normas y prácticas recomendadas por la OACI en materia de aviación.
El proceso de auditoría en Líbano inició en 2008, y desde entonces, ha experimentado cuatro evaluaciones adicionales, siendo la más reciente en 2017. En la actualidad, el país presenta una calificación general de 58.5, lo cual se sitúa por debajo del promedio global que alcanza los 69.8.
En casos donde se detecte una preocupación inminente en términos de seguridad, la OACI tiene la facultad de señalar a un país por su incumplimiento al colocarle una “bandera roja” en los resultados de las auditorías de seguridad aérea, una categoría que también comprende a naciones como Bután, Rusia y la República Democrática del Congo, indica el diario.