La moneda rusa se hundió de nuevo el martes y se cambiaba a más de 100 rublos por dólar, pese a los esfuerzos del banco central para frenar la inflación y la caída de la divisa nacional.
El rublo, bajo el impacto de las sanciones internacionales debido a la ofensiva en Ucrania, está por los suelos desde hace meses, lo que tiene un efecto negativo en el poder adquisitivo de la población.
En la Bolsa de Moscú, a las 07:03 locales (04:03 GMT), un dólar valía 100,11 rublos y un euro, 104,65 rublos.
La moneda rusa subió luego ligeramente durante el día, pero seguía por encima de los 99 rublos por un dólar y de 104 por un euro.
Se trata de la caída más importante de la divisa desde mediados de agosto, cuando se superaron los 100 rublos por dólar, la primera vez que sucedía desde marzo de 2022, poco después del inicio de la ofensiva en Ucrania.
El Banco Central de Rusia (BCR) subió en agosto su principal tasa de 8,5% a 12%, tras las críticas de un consejero del Kremlin por su “política monetaria blanda”.
A mediados de septiembre, la tasa directriz volvió a subir para alcanzar 13%.
En el último año, pocas divisas se han depreciado tanto como el rublo ruso. El pasado septiembre, un dólar estadounidense compraba poco más de 60 rublos.
La caída es tanto un golpe simbólico para los rusos de a pie, que equiparan una moneda fuerte a un país fuerte, como la causa de las tensiones en el Estado ruso. Ha hecho saltar por los aires el consenso que existía entre los responsables políticos rusos el año pasado, cuando el Banco Central y el Ministerio de Hacienda trabajaban codo con codo.
Ahora, con el aumento de la inflación y la ralentización del crecimiento, las dos instituciones se están volviendo la una contra la otra. Está en juego la capacidad del país para hacer la guerra con eficacia.
Durante las primeras fases del conflicto, los funcionarios rusos tenían una tarea sencilla: evitar que la economía se hundiera. Inmediatamente después de que comenzara la invasión, esto implicaba impedir que la gente sacara dinero del sistema financiero, aplicando controles de capital y duplicando el tipo de interés oficial. El rublo alcanzó los 135 por dólar, antes de recuperarse. La economía cayó en picado y luego mejoró. Gracias a los jugosos ingresos procedentes de la venta de petróleo y gas, el Ministerio de Hacienda mantuvo el espectáculo derrochando en defensa y bienestar.
Las fuertes exportaciones de petróleo y gas también provocaron la apreciación del rublo, lo que redujo los precios de importación y, a su vez, la inflación. Esto permitió al banco central acomodar la expansión fiscal, recortando los tipos de interés por debajo de donde estaban en vísperas de la invasión. A lo largo de 2022, los precios al consumo subieron un 14% y el PIB real disminuyó un 2%, un resultado débil, pero mucho mejor de lo que habían pronosticado los analistas. La semana pasada, Vladimir Putin señaló que “la fase de recuperación de la economía rusa ha terminado”.
La nueva etapa de la guerra económica plantea a las autoridades decisiones difíciles. Con la vista puesta en las elecciones presidenciales de marzo, el Ministerio de Finanzas quiere apoyar la economía. El servicio de noticias Bloomberg ha informado de que Rusia planea aumentar el gasto en defensa del 3,9% al 6% del PIB. El Ministerio de Finanzas también quiere aumentar el gasto en seguridad social. Putin quiere que la economía vaya viento en popa. Recientemente se jactó de la tasa de desempleo más baja de Rusia, calificándola de “uno de los indicadores más importantes de la eficacia de toda nuestra política económica” (el servicio militar obligatorio y la emigración sin duda ayudaron).
Putin quiere cuadrar el círculo y defender el rublo sin nuevas subidas de tipos. Por ello, ha pedido a sus responsables políticos que encuentren soluciones creativas. Se están explorando dos ideas principales: gestionar la moneda e impulsar las exportaciones de energía. Ninguna de las dos parece que vaya a funcionar.
(Con información de AFP)