El presidente de Rusia, Vladimir Putin, encargó a Andréi Tróshev, antiguo jefe del estado mayor del grupo de mercenarios Wagner, la tarea de organizar unidades de voluntarios para operaciones militares en Ucrania, así lo dio a conocer el Kremlin mediante una declaración.
“En la última reunión hablamos de que usted se ocuparía de la creación de unidades de voluntarios capaces de cumplir misiones de combate ante todo, claro, en la zona de la operación militar especial”, dijo Putin a Tróshev en una reunión celebrada el jueves a la que también asistió el viceministro Defensa ruso Yunus-Bek Yevkúrov.
Putin enfatizó la experiencia de Tróshev en combate, subrayando que este tiene el conocimiento necesario para que las unidades operen de manera efectiva.
“Sabe los asuntos que hay resolver para que la labor de combate marche de la mejor y más exitosa manera posible”, dijo.
Asimismo, insistió en que todas las personas involucradas en misiones de combate deben contar con las mismas garantías sociales, independientemente de su estatus.
“Para el país, para la patria, da igual el estatus en que la persona combatió para defender la patria”, recalcó Putin.
El portavoz del Grupo Oriental de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Ilia Yevlash, aseguró el miércoles que los mercenarios del Grupo Wagner han regresado desde Bielorrusia a las zonas ocupadas en las que contaban con presencia en el flanco oriental, aunque aseguró que no suponen una amenaza importante.
Por su parte, el principal asesor de la Presidencia de Ucrania, Mijailo Podoliak, contradijo al portavoz de las Fuerzas Armadas al asegurar que “ya no existe Wagner”, puesto que este grupo de mercenarios “terminó con la liquidación” de Prigozhin y Dimitri Utkin, muerto también en el citado accidente aéreo.
Tróshev, ex coronel del Ejército ruso, conocido por su indicativo “Sedói” (canoso, en español), es considerado uno de los fundadores de Grupo Wagner, cuyo líder Yevgeni Prigozhi, murió el pasado 23 de agosto junto a otros jefe de los mercenarios, al estrellarse su avión al norte de Moscú.
El siniestro, cuyas causas aún se desconocen, se produjo exactamente dos meses después de que los Wagner protagonizaran un motín y comenzaran una marcha con blindados hacia Moscú para demandar la destitución de la cúpula militar rusa.
La rebelión fue abortada al día siguiente mediante negociaciones con la mediación del presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, tras la cuales Putin, que había calificado de traición, se comprometió a no adoptar medidas contra los insurrectos.
El 27 de junio el Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) de Rusia dio carpetazo a la causa que había abierto por la rebelión de los mercenarios, en el curso de la cual murieron al menos trece militares rusos.
(Con información de EFE y Europa Press)