Oleksandr Slyvchuk, analista ucraniano: “Que Argentina no tenga abierta su embajada en Kiev es una vergüenza”

En diálogo con Infobae el experto del Centro de Diálogo Transatlántico analizó la relación de Ucrania con los países de América Latina, detalló avances de la contraofensiva y el papel de China en el conflicto

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Oleksandr Slyvchuk, coordinador del Programa
Oleksandr Slyvchuk, coordinador del Programa de Cooperación con España y Latinoamérica del Centro de Diálogo Transatlántico (Franco Fafasuli)

Oleksandr Slyvchuk es coordinador del Programa de Cooperación con España y Latinoamérica del Centro de Diálogo Transatlántico, un laboratorio de ideas ucraniano que asesora al gobierno de Zelensky y desarrolla programas de cooperación con distintos países, entre otras actividades.

De visita en Argentina, participó esta semana en un encuentro organizado por el Observatorio de Seguridad y Defensa (OSYD) de la Universidad del CEMA de Buenos Aires.

Con tono pausado y seguro, este joven pero ya experimentado analista brindó una visión detallada de la situación en Ucrania a partir de 2014, mencionando la ocupación de Crimea y las provincias orientales de Donetsk y Lugansk, y los esfuerzos de Kiev para defender la soberanía del país ante la agresión rusa.

Slyvchuk desmontó punto por punto la narrativa del Kremlin para justificar su invasión, así como la percepción errónea de que Ucrania es un país con una fuerte presencia de extremistas de derecha. Destacó que la mayoría de los partidos políticos en el Parlamento ucraniano son de orientación centrista y que la nación ucraniana está unida en su voluntad de proteger su soberanía.

A pesar de los desafíos y la duración de la guerra, la sociedad ucraniana sigue mostrando un fuerte apoyo a su presidente, dijo el analista. “La capacidad de Zelensky para mantener la moral y la determinación del pueblo ha sido fundamental”, explicó.

El liderazgo de Zelesnky es
El liderazgo de Zelesnky es fundamental para el éxito de la resistencia ucraniana (Europa Press/Contacto)

Slyvchuk también mencionó los crímenes de guerra rusos, incluyendo la ejecución de civiles y la destrucción de ciudades ucranianas, así como la deportación de miles de niños ucranianos, que son reeducados para cambiar su identidad cultural y lingüística. “Es considerado un crimen de guerra y un genocidio”, subrayó el analista, quien enfatiza la determinación de Ucrania en la búsqueda de justicia.

Un punto fundamental, agregó Slyvchuk, es que toda la comunidad internacional tiene interés en apoyar la resistencia del pueblo ucraniano.

“La comunidad internacional debe respetar el derecho internacional y no ceder ante la agresión rusa, ya que esto socavaría la seguridad global y fomentaría la impunidad de las naciones poderosas”, explicó.

Slyvchuk conversó Infobae tras el encuentro. En la entrevista profundizó temas como el estado de la contraofensiva ucraniana, el papel de China en el conflicto y la relación de Ucrania con los países de América Latina.

—La contraofensiva ucraniana obtuvo ciertos logros significativos, como la recuperación de Robotyne en el sur y la ruptura de la línea de defensa rusa cerca de Bakhmut. Sin embargo, se han registrado avances limitados. Incluso algunos funcionarios estadounidenses han expresado dudas acerca de su efectividad. ¿Cómo perciben en Ucrania este escepticismo y cómo abordan las dudas que surgen sobre los resultados de la contraofensiva?

—Los expertos ucranianos entendían que la contraofensiva no iba a ser fácil. Los civiles siempre quieren que Ucrania ya gane la guerra mañana. Pero esto es imposible. Ucrania no puede avanzar de manera rápida sin los cazas y sin superioridad aérea. Por eso, contraatacar de manera masiva es imposible. Nadie anticipo unos contraataques de gran alcance, como durante la Segunda Guerra Mundial, porque Ucrania no puede perder ni gente ni equipos. No tenemos recursos ilimitados. Pero el objetivo principal era romper la línea de defensa rusa. Y eso se ha logrado. Y es algo que demuestra que la contraofensiva está teniendo éxito. Todo el mundo pensaba que sería una contraofensiva relámpago, como pasó en las provincias de Kharkiv y Kherson. Pero también es una consecuencia de que los socios no mandaron rápidamente todo lo que se necesitaba. Además existe la opinión que en el Occidente prefieren que Rusia se debilite para que la guerra no se vuelva a repetir más adelante. Esto tiene sentido. Hacer que Rusia retroceda ya, pero aún teniendo recursos, no va a servir porque Rusia va a atacarnos otra vez. Un escenario mejor es que Rusia pierda los equipos, pierda gente y pierda fuerza para que la guerra no regrese en unos años. Y es por eso que la contraofensiva es bastante lenta. Pero eso no significa que los ucranianos van a salir a protestar y a pedirle a Zelensky que firme la paz. Eso no.

—¿Entonces en Ucrania están preparados para una guerra de desgaste?

—De alguna manera sí. Y no solo Ucrania, sino también los aliados. Claro que la guerra de desgaste es un interés también de Rusia. Porque Rusia es un país autoritario y puede callar a la gente, a las protestas. Mientras Europa no puede hacer eso. Debe tomar en cuenta la opinión pública. Por eso la guerra de desgaste es un desafío también para Ucrania. Pero Ucrania es un país invadido y si hay que apretarse el cinturón, los ucranianos lo harán, sin dudas. No hay otra manera.

—Decía que el apoyo de los aliados es fundamental para que Ucrania pueda resistir a la agresión brutal de Rusia. Sin embargo, ¿no hay temor en el gobierno ucraniano de que algunos aliados puedan retirar el apoyo? Pienso, por ejemplo, al creciente escepticismo en el Partido Republicano de Estados Unidos y a lo que podría pasar si Trump gana la presidencia en 2024.

—Siempre puede ocurrir algún cambio en la política interna estadounidense, pero en Estados Unidos existe un “Estado profundo”, unos intereses globales que no cambian con la llegada de otro gobierno. Por eso, yo no creo en ningún cambio significativo del papel y de la ayuda de Washington en esta invasión. Seguramente van a seguir con la ayuda. ¿Ahora hay alguna oposición en EEUU? Sí, pero está dirigida hacia el frente interno, se debe a motivos electorales. Los países occidentales saben que es mejor que Rusia se debilite y pierda la guerra. Recuerdo la postura de Alemania. En el inicio de la invasión el canciller Olaf Scholz dijo que iba a mandar 5.000 cascos. Ahora Alemania es el segundo proveedor de armamento. Los aliados se pueden convencer. Y Rusia comete errores como Bucha y Mariupol, que muestran a todo el mundo lo que hacen. Los alemanes, ingleses, franceses, estadounidenses saben que hay que seguir apoyando porque Rusia es un país inadecuado.

Una fosa común en Bucha,
Una fosa común en Bucha, la ciudad símbolo de los crímenes de guerra rusos (Oleksii Chumachenko / Zuma Press / ContactoPhoto)

—Este jueves Zelensky viajó a Washington para pedir más ayuda estadounidense. ¿Qué es lo que más necesita Ucrania en esta fase de la guerra?

—Hay varias prioridades. La primera son los cazas occidentales F-16, porque con los cazas nosotros logramos cubrir dos cosas: por un lado la defensa aérea, porque pueden interceptar los misiles crucero que lanza Rusia; y, por otro, podemos cubrir los avances terrestres, porque sin destruir los vehículos aéreos rusos y sin destruir los sistemas antimisiles rusos en el territorio ocupado va a ser casi imposible avanzar, ya vimos que es muy difícil. La segunda prioridad son los sistemas antimisiles. En Ucrania ahora hemos cubierto la capital con una cúpula. Hay diferentes tipos de baterías antiaéreas que ya luchan contra los misiles en Kiev, pero ciudades como Odessa, Kharkiv y Lviv están más desprotegidas. Los drones y los misiles las alcanzan. Por eso los sistemas antimisiles modernos son cada vez más necesarios. Y la otra prioridad son proyectiles y artillería pesada. Son recursos que siempre hay que reabastecer. En Occidente tienen todos estos recursos. Lo difícil para ellos es tomar decisiones rápidas, racionales y necesarias.

—Usted dijo que negociar la paz con Rusia sería un suicidio para Ucrania. ¿Puede explicar por qué?

—El presidente Zelensky explicó en su fórmula de paz que Rusia debe retirarse de todo el territorio. Pero Rusia no quiere hacerlo. Y si ahora nos sentamos en la mesa de negociaciones, eso en primer lugar mostraría a todo el mundo que Ucrania ya quiere casi rendirse, que no vale la pena seguir apoyando y que los ucranianos prefieren terminar con la situación actual. El segundo elemento es que Rusia no va a negociar. No va a negociar su retirada, no va a negociar las reparaciones de los de los daños que provocó ni nada. Putin y Rusia como país siguen con algún potencial para continuar la guerra. Negociar ahora para ellos solamente sirve a ganar tiempo. Si llegamos a algún alto del fuego, en cinco años van a mandar nuevos equipos, van a renovarlos muy fácilmente y vamos a tener otra guerra que vamos a perder. Por esto las negociaciones solo pueden ser desde una posición fuerte y con las tropas rusas fuera del país.

—¿Qué hay detrás de la destitución del ministro de Defensa Oleksii Reznikov hace dos semanas y de otros seis viceministros este lunes?

—Hubo algunos escándalos en el Ministerio de Defensa. Pero Reznikov era un ministro muy útil, un diplomático muy profesional. Tiene una imagen muy positiva en Ucrania y su renuncia no la debemos analizar como algo malo para su propia carrera. Dicen que va a ser el embajador en algún país, pero Reznikov quedó con una imagen bastante positiva.

Oleksandr Slyvchuk durante su presentación
Oleksandr Slyvchuk durante su presentación en el Observatorio de Defensa y Seguridad de la UCEMA (Franco Fafasuli)

—¿Cuál es la percepción en el gobierno de Ucrania sobre el papel de China en el conflicto? Puesto que Beijing por un lado se declara neutral e incluso presentó su propuesta de paz, pero por otro apoya a Rusia, sobre todo económicamente con las compras de energía.

—Critican poco. Prefieren que China no participe. Por eso los políticos ucranianos a veces comunican con los chinos. Pero no quieren enojar a Beijing. Se entiende que Beijing es aliado de Rusia, pero también se entiende que Beijing no tiene interés en esta guerra. China quiere hacer negocios y comercios. Usará estas herramientas en su política exterior. Y esta guerra fue un golpe también para China. Pero igual están en el lado ruso y se entiende que van a apoyar Rusia de manera política, financiera o para evitar las sanciones. Pero no creemos que vayan a entregar armamento. Mandaron algunas cosas, chalecos y cascos, quizá llegó a Rusia armamento chino a través de Irán, porque China manda armamento a Irán y Irán después a Rusia. No obstante, el papel de China es importante porque China es el único país en el mundo que puede frenar y influir en Moscú. No existe ningún otro.

—Con respecto al tema de los crímenes de guerra rusos, ¿por qué es tan importante que Rusia rinda cuentas por su agresión a Ucrania?

—Porque el tamaño y nivel de las violaciones es extraordinario. Enorme. Rusia comete crímenes que la humanidad no ha visto desde hace mucho tiempo. Ejecución de civiles, de militares, bombardeo de plantas eléctricas. Destruyeron la presa de Kajovka. Dejaron un territorio enorme bajo el agua, destruido. Todo eso debe tener una respuesta. Rompieron todos los protocolos que funcionaron durante décadas. Y los rompieron por su propio interés imperialista. Esta cuestión es de interés para el mundo porque los países se comportan con un marco de reglas del juego. Rusia no lo hace. Rusia no respeta lo que los demás respetan. En este planeta existe un orden. Y si a Rusia este orden no le interesa, puede juntarse con países como Siria y Corea del Norte, como ya están haciendo. El derecho internacional debe ganar en la causa de Ucrania y los culpables deben responder. Esto además va a ser una garantía para muchos países de que no van a ser invadidos por países más fuertes.

La relación con América Latina y Argentina

—El canciller ucraniano Dmytro Kuleba expresó la voluntad del gobierno ucraniano de aumentar los esfuerzos para obtener apoyo en América Latina. ¿Qué esperan de los países de la región?

—En general, de los países latinoamericanos, que son democracias y en muchos casos sufrieron regímenes y dictaduras y saben qué es vivir bajo un régimen totalitario, esperamos que sepan que nosotros no queremos vivir eso. Les pedimos que apoyen la fórmula de paz de Zelensky, que ya tiene el apoyo en Europa. Otros países se niegan o temen algunas represalias de China y de Rusia. Pero es la única llave para la paz. Si otros países no la apoyan, no va a haber ninguna paz.

—¿Qué opinan de la postura del gobierno argentino? ¿Sienten su apoyo?

—Ante todo hay que decir que ahora en Kiev no funciona la embajada argentina. Argentina no está presente en Ucrania. Dicen que es por cuestiones de seguridad, pero todas las embajadas europeas funcionan en Kiev. La de Argentina no, y es una vergüenza. Creo que para el apoyo por lo menos necesitamos un representante del país, por lo menos empezar por eso. La otra cosa es la condena abierta y pública del gobierno de la invasión. Pueden seguir con comercios con Rusia y con China. Estas son políticas de cada gobierno, sus propios intereses. Pero callarse y cerrar los ojos no es adecuado. Argentina se mantuvo más neutral con este gobierno, pero en Ucrania anticipan enormemente un cambio con las elecciones que vienen. Existe un interés enorme en que la oposición gane y que finalmente Argentina salga con la postura adecuada para Ucrania y en los organismos internacionales. Aún así, en Argentina disfrutamos y aprovechamos la diáspora ucraniana y el interés de la sociedad. Si el gobierno está callado, es neutral o está a favor de Rusia, la postura de la sociedad argentina es opuesta. Siempre nos sorprendió que la mayor cantidad de pedidos de entrevistas nos llega de los medios argentinos y que la mayoría de los periodistas latinoamericanos que viajaron a Ucrania son de Argentina.

—¿Y cómo es la relación con Brasil?

—En cuanto a Brasil, el presiente Lula habló sobre la entrega de territorio, pero ahora creo que la situación cambió. No lo quiero criticar mucho porque el jueves se reunió con Zelensky y quizá haya algún acercamiento entre Ucrania y Brasil.

Slyvchuk durante su exposición junto
Slyvchuk durante su exposición junto al Director del Observatorio de Seguridad y Defensa de UCEMA Claudio Pasqualini (Franco Fafasuli)

—¿Cuáles son los países latinoamericanos que sienten que más estuvieron cerca de Ucrania?

—Yo diría que tres: Uruguay, Chile y Paraguay. Ayer nos recibieron los diputados del Congreso de Uruguay, nos recibió la vicepresidenta. Ella dejó en claro que es una invasión, que Rusia debe retirarse, tuvo una postura muy abierta y muy amable. También gustó mucho la postura de Chile, pero en otro ámbito. Chile tiene experiencia militar y el presidente Boric propuso mandar los zapadores y equipos de desminado a Ucrania, aunque cuando termine la guerra. Boric se reunió muchas veces con Zelensky. Dijo que es una invasión, que hay que terminarla. Así que yo diría que Uruguay y Chile son ahora nuestros mayores aliados en América Latina. Son muy importantes.

—Su ONG estudió la propaganda de Rusia en español y en los medios de comunicación en España y Latinoamérica. ¿Cuáles fueron los hallazgos de su investigación?

—El primer elemento es que en América Latina Rusia disfrutó de alguna tolerancia hacia su propaganda. Rusia Today y Sputnik (dos medios controlados por el Kremlin N.d.E) aquí funcionan sin problemas, mientras en Europa están prohibidos. En América Latina estas plataformas convencieron hasta a los gobiernos que se puede invadir Ucrania, que Ucrania no es un país, que Rusia lucha contra el nazismo... Por décadas Rusia trabajó muy bien, con mucho éxito, con muchos recursos en el nivel propagandístico. Así, ahora ni los diplomáticos ucranianos pueden convencer a sus homólogos latinoamericanos. Luego están las redes sociales, un espacio mucho más importante que la televisión. Y es un ámbito en el que Rusia funciona muy bien, sabe cómo mentir, sabe que en esta región utilizar narrativas anti-OTAN y anti-Estados Unidos sirve mucho, porque para ustedes Estados Unidos también es una potencia imperialista, al igual que para nosotros Rusia. Por eso los rusos tienen mucha capacidad de trabajar en el sentido propagandístico. Lo hacen en esta región y en África, donde también existen algunas posiciones anti-occidentales.

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