El papa Francisco visita la ciudad portuaria francesa de Marsella, durante siglos un crisol multiétnico y multiconfesional, para reiterar su llamado a hacer del Mediterráneo un lugar de acogida para los migrantes.
Su voz se está quedando cada vez más sola en Europa, donde algunos países recurren mas y más a las vallas fronterizas, a las repatriaciones y plantean incluso bloqueos navales para impedir la llegada de una nueva oleada de posibles refugiados.
Francisco presidirá la clausura de una conferencia de obispos católicos mediterráneos, pero la visita papal de dos días que comienza el viernes busca enviar un mensaje que vaya más allá de los fieles católicos y llegue a Europa, al norte de África y más allá.
Tras rezar en la basílica de Marsella, Francisco celebrará una oración interreligiosa en un monumento dedicado a los fallecidos en el mar, que según estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones podrían superar las 28.000 personas desde 2014.
Francisco, que lamenta desde hace años que el Mediterráneo se haya convertido en “el mayor cementerio del mundo”, confirmó la visita hace meses, pero ésta se produce en un momento en que Italia, una vez más, trata de hacer frente a un repunte en la llegada de migrantes que parten desde Túnez en embarcaciones precarias.
Luego de que la semana pasada los recién llegados superaron brevemente en número a la población local de la isla de Lampedusa — 6.100 personas —, la primera ministra del país, Giorgia Meloni, revivió los pedidos para un bloqueo naval y anunció nuevos centros para retener a quienes no cumplan los requisitos para obtener el asilo antes de sar deportados a sus países.
Francia, por su parte, ha reforzado las patrullas en su frontera sur con Italia, que está a unas horas por carretera desde Marsella, e incrementó la vigilancia en los Alpes con drones para evitar los cruces de los recién llegados. Ante la cercanía de las elecciones al Parlamento Europeo el próximo año y el desafío de la ultraderecha al gobierno de centro, las autoridades se han mostrado firmes.
“Francia no aceptará a migrantes procedentes de Lampedusa”, dijo el ministro del Interior, Gerald Darmanin, en declaraciones a la televisora estatal TF1 esta semana. “Aceptando más gente no vamos a frenar un flujo que obviamente afecta a nuestra capacidad para integrarlos” en la sociedad francesa.
El arzobispo de Marsella, el cardenal Jean-Marc Aveline, quien nació en Argelia y llegó a Francia cuando era un niño, apuntó que la respuesta a la crisis no son estas medidas “agresivas”. Pero indicó que los discursos “ingenuos” y pacifistas sobre una convivencia feliz tampoco eran de ayuda.
“La Iglesia debe medir bien estos males y encontrar un camino que no sea ingenuamente irenista ni agresivo por sus intereses particulares, sino profético”, estando cerca de los migrantes y viviendo entre ellos, dijo a reporteros en Roma antes de la visita.
Marsella es una de las ciudades con más diversidad cultural, religiosa y étnica de la costa mediterránea, y se ha caracterizado por contar con una fuerte presencia de migrantes que conviven en una tradición de tolerancia. La agencia nacional de estadística, INSEE, señala que, en 2019, más de 124.000 de sus 862.000 residentes eran migrantes, es decir, el 14,5% de la población, con casi 30.000 argelinos y miles de turcos, así como gente procedente de Marruecos, Túnez y otras antiguas colonias francesas en África.
“El papa está proponiendo un camino, como hacen otros, sea creyente o no, sea musulmán, judío, ateo o católico”, afirmó el alcalde de la ciudad, Benoit Payan. “Nos está diciendo que tenemos algo en común y que este Mediterráneo debe conservarse en su biodiversidad, por supuesto, pero también en sus relaciones humanas”.
La visita se produce en vísperas de la celebración católica anual en favor de los migrantes y refugiados, que este año destaca el derecho a emigrar, reconocido internacionalmente, pero también el derecho a no hacerlo y a vivir en casa de forma segura y protegida.
“Eligen irse, pero porque no tienen, necesariamente, la opción de quedarse”, dijo Aveline acerca del mensaje de este año. “Rara vez dejas tu país con alegría en el corazón”.
(Con información de AP)