Los intentos de China por espiar a países de todas partes del mundo no son novedad. Alcanza con recordar los episodios de los globos que sobrevolaron bases militares en Estados Unidos a principio de año o simplemente conocer que la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) del país abre, en promedio, una causa por injerencias o espionaje chino cada diez horas.
Inclusive, a pedido de los republicanos, una comisión especial de la Cámara de Representantes celebra audiencias específicamente destinadas a abordar la competencia estratégica y, en todo el mundo, ya se encendieron las alarmas por el riesgo de “injerencia política”.
Ahora le ha llegado el turno a Francia. El país de Emmanuel Macron no quedó al margen de las ambiciones del régimen de Xi Jinping y se vio obligado a tomar medidas similares a la de otros países occidentales, aunque en su caso, fueron más discretas.
En 2021, el Instituto de Investigación de Estrategia de la Escuela Militar (Irsem, por sus siglas en francés) elaboró un informe en el que daba cuenta de las “operaciones de influencia china” en el país y por lo que llamaba a un “despertar” del pueblo.
Como respuesta a estas revelaciones, el Senado francés dispuso la creación de una misión de información centrada en la investigación y las universidades, que operó hasta el otoño de aquel año, y, posteriormente, en 2023, la de una comisión en la Asamblea por injerencias extranjeras.
Muchos funcionarios aún creen en aquella idea de estudiante chino que, con un pendrive, copia todos los datos que encuentra a su paso. Algo así como Li Li Whuang en los años 2000.
Según esta idea, el régimen de Beijing llamaría a los aficionados, estudiantes y profesionales diseminados en todo el mundo a que aporten su pequeño grano de arena.
Sin embargo, el experto Nicholas Eftimiades, explicó que este tipo de espionaje representa menos de la mitad de las operaciones y que, en realidad, la mayoría de ellas están en manos de reales agentes secretos.
El Partido Comunista Chino (PCCh) tiene en todo el mundo oficinas destinadas a la infiltración de ayudantes en la sociedad, que se valen de las herramientas de los servicios secretos de Beijing: el Ministerio de Seguridad Pública -la policía-, el Ministerio de Seguridad del Estado y un sinfín de agencias de inteligencia expertas en ciberataques, interferencia y propaganda.
Tal vez por ello será que todas las iniciativas acabaron sin grandes escándalos como ocurre a menudo en el Reino Unido o Estados Unidos.
“La Agencia Nacional de Seguridad de los Sistemas de Información (Anssi) hizo lo que le pedí: una auditoría de la seguridad de las grandes universidades y laboratorios”, explicó el senador Andé Gattolin sobre los esfuerzos, aunque lamentó su inacción: “No estamos haciendo una contraofensiva, estamos buscando cómo protegernos un poco mejor”.
Sin embargo, el jefe de la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE), Bernard Émié, llamó a su gabinete a centrar sus esfuerzos en derribar estas “amenazas chinas”.
“Me gustaría señalar que la DGSE cuenta con 7.000 personas y nuestros homólogos chinos, unas 200.000 (...) Vivimos en planetas diferentes. Uno de mis problemas es la priorización de objetivos y, por eso, necesito que las autoridades políticas tengan en claro nuestras prioridades… y estas lo son”, subrayó.
Pero hacer frente a la injerencia china en la sociedad francesa va más allá de su accionar en universidades.
El último informe de la Agencia expuso que “la mayoría de los casos de espionaje informático tratados” corresponden a ataques de piratas que utilizan las más refinadas técnicas para cazar a sus presas.
El propio Gattolin comentó haber sido blanco de estos criminales. “Recibí una llamada telefónica en agosto”, recordó y dijo que, ante ello, recurrió a la Anssi y a la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE) Interior quienes, tras una evaluación, le advirtieron que su dirección de correo electrónico había sido objeto de un ataque. Junto con este, se develó el caso de otro tanto de personalidades públicas.
A la par, Émié declaró ante el Parlamento que “más de 17.000 franceses han sido alcanzados por el phishing de los servicios de inteligencia chinos a través de las redes sociales, en particular LinkedIn”.
En ese sentido, se refirió a los casos de parlamentarios de todos los países que acabaron redactando y suministrando informes al régimen chino y alertó que, por su llegada a datos sensibles, empresarios, políticos, espías, militares y expertos en defensa y seguridad, todos se han convertido en potenciales blancos de estas acciones.
“Yo mismo fui objeto de una interesante operación de phishing”, confesó el investigador de inteligencia chino Paul Charon, quien participó en la elaboración del informe de 2021 de Irsem.
“Recibí una invitación de un profesor de Oxford para participar en una conferencia. Me pedían que clickeara en un enlace para acceder al programa pero el mensaje era inusual y el inglés no era exactamente el de un nativo -mucho menos de un profesor de esta universidad”, comenzó narrando.
“Investigué un poco y descubrí dos cuentas de LinkedIn de este profesor, una de las cuales servía como fachada. Se trataba de un caso de usurpación de identidad con el que intentaban acceder a mis datos personales”, agregó.
Por otro lado, Beijing realiza muchas de sus operaciones de espionaje mediante su amplia red de comisarías clandestinas instaladas en todo el mundo.
Los fugitivos y disidentes tibetanos, uigures, hongkoneses y taiwaneses en París son las principales víctimas y son atacados en línea y hasta abordados en la calle.
En marzo, el Ministerio para los taiwaneses residentes en el extranjero informó de un triple ataque de piratas informáticos de China contra la escuela L’Encrier chinois, destinada a ciudadanos de esta nacionalidad.
La investigación emprendida por las autoridades pudo determinar que los atacantes actuaron desde una de estas comisarías clandestinas, una de las cientas que la ONG Safeguard Defenders denunció en 2022. De ellas, al menos cuatro están en Francia y todas se esconden bajo fachadas de farmacias o centros de trámites administrativos.
Se trata de un “ataque muy grave a nuestra soberanía”, sostuvo Gattolin, y dan cuenta de las vías de apoyo que los agentes en el exterior buscan para continuar con sus actividades.
El experto celebró, sin embargo, estos métodos más agresivos ya que dan cuenta de los efectos del “despertar francés”, que con éxito logran obstaculizar los deseos de interferencia china.
“Durante mucho tiempo hemos sido percibidos como un objetivo ‘blando’. Los servicios chinos nos menospreciaron. Las amenazas de sanciones económicas (...) bastaron para paralizarnos. Pero hoy, con el aumento del poder del sistema de contraespionaje y la vigilancia de la sociedad civil, las cosas son cada vez más complicadas” para China, dijo.
Ahora, “se ven obligados a implementar operaciones cada vez más clandestinas y cada vez más sofisticadas”, agregó.
En línea con esta postura más dura tomada por el Palacio del Elíseo, las visas de muchos chinos sospechados de pertenecer a espías son bloqueadas, al igual que las de corresponsales que, bajo el paraguas de prensa extranjera, trabajan estrechamente con el Ministerio de Seguridad de Beijing e “investigan a disidentes”, se “infiltran en círculos periodísticos” y “difunden rumores para desacreditar a sus objetivos”, dijo Pierre-Antoine Donnet, antiguo redactor jefe de la agencia AFP.
De todas formas, esta cuestión aún es un tabú en Francia. “No conozco ningún tema que pueda calificarse de injerencia”, dijo el presidente de la Alta Autoridad para la Transparencia de la Vida Pública (HATVP), citando como ejemplo el caso del ex diputado Buon Tan quien formó parte de instituciones clave del Frente Unido chino en el país pero que no fueron incluidas en el informe de la HATVP.
“Me acusan de conexiones que no tengo. No soy ni miembro ejecutivo ni simple de estas asociaciones”, se defendió a pesar de los videos que lo muestran en reuniones oficiales en Beijing y hasta a punto de darse la mano con el propio Xi.
“Creo que cuando un parlamentario es consciente de que es objeto de influencia por parte de una estructura de este tipo, sin evaluar las consecuencias, estamos cruzando un umbral en los hechos que pueden ser imputados”, dijo al respecto Nicolas Lerner, director de la DGSI.
Estos avances y retrocesos en la lucha contra el espionaje chino sustentan las palabras del director del FBI, Christopher Wray, quien en diálogo con The New York Times dijo que se trata del “desafío de nuestra generación”.
La nueva guerra de espionaje entre China y Estados Unidos supera a la Guerra Fría con la Unión Soviética y alcanza a naciones de todo el mundo, donde los funcionarios no logran escapar a las garras de Beijing, que se convirtió en una amenaza más grave que el Kremlin.
“China es mucho más peligrosa que Rusia, que es una potencia en declive”, dijo Jean-Philippe Tanguy.
De todas formas, la presidente de la Agrupación Nacional de Francia, Constance Le Grip, aseguró que “hay impulso y voluntad de abrir los ojos”. “Nos gustaría creerlo”.