El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, propuso hoy, al dar inicio al 78 periodo se sesiones de la Asamblea General, “renovar unas instituciones internacionales del siglo XXI” en un discurso en el que advirtió que “la democracia está bajo amenaza, el autoritarismo avanza y el discurso de odio cobra auge”.
En un mundo fracturado por la guerra, el cambio climático y la desigualdad persistente, el jefe de la ONU convocó a los líderes mundiales a tomar medidas unidas frente a los enormes desafíos de la humanidad - y para comenzar a entregar sus propias evaluaciones en el más global de los escenarios.
Guterres dio inicio con su discurso a una Semana de Alto Nivel marcada por la continuación de la guerra en Ucrania, que ha exacerbado las tensiones políticas y ha profundizado las diferencias económicas entre los países.
“Nuestro mundo se está desquiciando. Las tensiones geopolíticas aumentan. Los retos mundiales aumentan. Y parecemos incapaces de unirnos para responder”, dijo Guterres a los responsables de las naciones del mundo. Dijo que las Naciones Unidas -y las formas en que cooperan los países- deben evolucionar para hacer frente a los tiempos que corren.
Empezó reconociendo que las instituciones actuales -la propia ONU, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional- nacieron en 1945 y responden a una época donde gran parte de los países actuales vivían bajo el yugo colonial.
“El mundo ha cambiado. Nuestras instituciones no”, dijo Guterres. “No podemos abordar eficazmente los problemas tal y como son si las instituciones no reflejan el mundo tal y como es. En lugar de resolver los problemas, corren el riesgo de convertirse en parte del problema”.
Por eso, agregó, “ha llegado el momento de renovar las instituciones internacionales sobre la base de la realidad del siglo XXI. Esto significa reformar el Consejo de Seguridad para que refleje la realidad de hoy. Reformar las instituciones financieras internacionales para que apoyen realmente a los países en desarrollo”.
Por otro lado, el problema de las divisiones crecientes, que no se dan solo entre países o bloques, sino en el interior de las propias democracias, donde “el autoritarismo está en auge”.
“La democracia está bajo amenaza. El autoritarismo aumenta. El discurso de odio cobra auge”, advirtió, al instar a los líderes a “buscar el consenso para buscar el bien común”.
El político portugués citó los múltiples puntos del planeta donde se viven graves crisis multidimensionales -el Sahel, Sudán, la República Democrática del Congo, Haití, Birmania, Palestina o Siria-, lo que, unido a los desastres naturales, demuestran que “el sistema humanitario global está al borde del colapso”.
Objetivos del milenio como medicina contra la desigualdad
Guterres dijo que el mundo necesita acción ahora -no sólo más palabras- para hacer frente al empeoramiento de la emergencia climática, la escalada de los conflictos, las “dramáticas perturbaciones tecnológicas” y una crisis mundial del coste de la vida que está aumentando el hambre y la pobreza.
A continuación, recordó que la desigualdad es la gasolina de todos los descontentos: “Si no alimentamos a los hambrientos, estamos alimentando el conflicto”, dijo, y recordó que la mejor arma contra los conflictos es apoyar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En este sentido, pidió a los países tres compromisos realizables en lo inmediato: comprometer 500.000 millones de dólares al año para implementar esos ODS en los países pobres -que gastan más en pagar su deuda que en sanidad-; cambiar la estructura de los bancos multilaterales de desarrollo e idear mecanismos para aliviar la deuda de los países más afectados.
No olvidó mencionar las metas climáticas, y contrapuso el hecho de que los países del G20 más industrializados son responsables del 80 % de emisiones de carbono, mientras que los africanos, pese a tener el 60 % de la capacidad solar del planeta, solo reciben el 2 % de las inversiones en energías renovables.
Guterres también aludió a las desigualdades de género, al recordar que en muchos países las mujeres “siguen esperando la igualdad de oportunidades o igualdad salarial, o incluso igualdad ante la ley, (como esperan) que su trabajo se valore y sus opiniones cuenten”.
“En todo el globo -lamentó- los derechos de las mujeres, incluidos sexuales y reproductivos, se están suprimiendo o reduciendo, y las libertades de las mujeres están siendo restringidas”.
Lanzó finalmente un llamamiento para hacer de la Inteligencia Artificial una herramienta de acceso al conocimiento y no de control ciudadano, para lo que hará falta organismos mundiales que supervisen su desarrollo y aplicación.