Cuando al joven cubano Alex Vegas Díaz le propusieron un contrato de construcción al Ejército, no se imaginaba que terminaría en el frente de batalla en Ucrania. Pero se vio envuelto en el escándalo de reclutamiento que revela la participación de jóvenes caribeños en las tropas de Putin, que también ha generado un enredo diplomático internacional entre dos naciones históricamente aliadas.
Lo que comenzó como una serie de desconcertantes mensajes en las redes sociales y desesperadas peticiones de ayuda se ha convertido en una compleja red de acusaciones y contradicciones.
Vegas Díaz, de 19 años, contó su historia luego de verse en una trinchera en Ucrania, flanqueado por soldados rusos. Según la oferta que le llegó por WhatsApp, se trataba de un “trabajo de construcción”. Pero en lugar de eso, él y un amigo fueron equipados con armas y enviados a la fuerza al frente de una guerra a la que no tenían intención de unirse.
“Lo que está pasando en Ucrania es feo: ver a la gente con la cabeza abierta delante de ti, ver cómo matan a la gente, sentir las bombas cayendo a tu lado”, se lamentaba Vegas Díaz en un video junto a Andorf Velázquez que se viralizó a fines de agosto desde un hospital ruso, donde afirmaba estar recuperándose de una enfermedad antes de ser destinado al frente. “Por favor, por favor, ayúdennos a salir de aquí”.
Esta desesperada petición de ayuda se difundió rápidamente y surgieron historias similares a medida que los cubanos acudían a las redes sociales y reclamaban información sobre sus seres queridos que se habían aventurado a Moscú con intenciones similares a las de los muchachos. En respuesta a la creciente presión, el régimen cubano hizo una acusación sorprendente: alegó que una “red de tráfico de personas” que operaba desde Rusia estaba atrayendo a jóvenes cubanos para que se alistaran para luchar en Ucrania. El 8 de septiembre, las autoridades cubanas anunciaron la detención de 17 personas vinculadas a esta supuesta trama de tráfico de personas, que, de probarse, podrían enfrentarse a penas de hasta 30 años de prisión según la legislación cubana por participar en actividades mercenarias.
Sin embargo, la investigación de la revista TIME, que incluyó el escrutinio de publicaciones en redes sociales, mensajes de audio y videos de los reclutas en Rusia, entrevistas con sus familiares y documentos obtenidos de un grupo de hackers ucranianos que corroboran sus identidades, cuenta una historia marcadamente diferente. Estas pruebas sugieren que Vegas Díaz había quedado atrapado en una operación bien organizada que reclutaba abiertamente a cientos de voluntarios cubanos para servir en el ejército ruso desde julio. Las acusaciones de tráfico pueden ser un intento del régimen cubano, aliado de Rusia desde hace mucho tiempo, de mantener su neutralidad en la guerra de Ucrania, según varios expertos en Cuba y ex funcionarios estadounidenses.
“La idea de que el gobierno no estuvo involucrado es ridícula. Nada ocurre sin su participación”, afirma Chris Simmons, experto en espionaje cubano y ex oficial de contrainteligencia de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos, en diálogo con TIME. Al comprometerse a perseguir cualquier reclutamiento “ilegal”, el régimen obtiene lo mejor de ambos mundos: “Apoya a su aliado”, dice Simmons, “y como los pasaportes no están sellados, no hay responsabilidad de un recuento de cadáveres, porque no hay pruebas de que se hayan ido”.
Los anuncios de la campaña de reclutamiento aparecieron por primera vez en grupos cubanos de Facebook en junio, ofreciendo a los reclutas un salario mensual de 204.000 rublos (unos 2.086 dólares estadounidenses) para servir en el ejército ruso. Esta suma es casi inimaginable en Cuba, donde el salario medio mensual no llega a los 50 dólares.
Posteriormente, el 5 de septiembre, un grupo de hackers ucranianos filtró lo que parecía ser una versión del contrato que los reclutas firmaban al llegar a Rusia. Este contrato, traducido a un español impecable, estipulaba un compromiso de un año e incluía beneficios como una cuota de alistamiento de 195.000 rublos (unos 2.000 dólares) y 2 millones de rublos (unos 21.000 dólares) para sus familias en caso de fallecimiento. Las condiciones de este contrato coincidían con las anunciadas públicamente por el Ministerio de Defensa ruso, incluida la posibilidad de obtener la ciudadanía rusa para los reclutas y sus familias, según un decreto firmado por Vladimir Putin el año anterior.
El número exacto de reclutas de esta campaña sigue sin estar claro. Los correos electrónicos pirateados examinados por TIME sólo cubren cerca de 200 reclutas que pasaron por la oficina militar de la ciudad rusa de Tula en julio y agosto. Las estimaciones de las organizaciones de derechos humanos cubanas oscilan entre 750 y más de 1.000 reclutas. La Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FHRC), con sede en Miami, que ha rastreado a 746 reclutas, identificó al menos a 62 como parte de una unidad de fuerzas especiales cubanas altamente entrenada conocida como Avispas Negras.
Mensajes de Facebook, fotos de Instagram y videos de TikTok revelaron que muchos reclutas compartían abiertamente sus experiencias, posando con tanques rusos, mostrando sus nuevos uniformes militares rusos y presumiendo de enviar dinero a sus familias en Cuba. Sus familias también participaron en discusiones en línea sobre el paradero de sus parientes, confirmando su conocimiento de la situación.
Sin embargo, una vez desplegados en Ucrania, gran parte de las comunicaciones cesan y aumenta la incertidumbre. Las familias entran en desesperación. Varios reclutas han afirmado que les quitan sus teléfonos alegando cuestiones de seguridad. En una publicación del 30 de julio que circuló en grupos cubanos en Facebook, un hombre anónimo dijo que no pudo comunicarse con su amigo en Rusia para decirle que su hermano había muerto en su país. “Por favor, cubanos, no se dejen engañar por estas falsas promesas”, escribió el hombre. “La situación en Cuba es mala, pero ir a una guerra no es una opción [mejor]”.
El descubrimiento de este reclutamiento ha complicado la postura de Cuba ante la invasión rusa de Ucrania. Por un lado, La Habana depende de Rusia para recursos críticos como alimentos, petróleo e inversiones económicas. Por otro lado, no puede arriesgarse a alienar a las naciones occidentales, especialmente a la Unión Europea, un socio comercial vital y un importante inversor extranjero. Esta difícil situación ha llevado a Cuba a emitir mensajes contradictorios: condenar públicamente la supuesta trama de tráfico y, en privado, tratar de mantener su relación con Rusia.
La situación ha atraído la atención internacional, y el Departamento de Estado de Estados Unidos ha evaluado los informes y expresado su profunda preocupación por los jóvenes cubanos atrapados en esta controversia. Ucrania ha criticado la negación de conocimiento por parte de Cuba, y las tensiones aumentan con llamamientos a las naciones occidentales para que tomen medidas diplomáticas contra Cuba. Sin embargo, con muchos de los reclutas en un limbo legal, su futuro es incierto, enfrentándose a posibles consecuencias legales tanto en Cuba como en el extranjero.