La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, visitaron el domingo un centro de migrantes en la isla de Lampedusa, la más meridional de Italia, que se vio sobrepasada por la llegada de casi 7.000 personas en 24 horas esta semana.
Las tensiones han crecido en la isla desde entonces, y los vecinos expresan su impaciencia por el flujo constante de migrantes que desde hace décadas intentan llegar a Europa desde el Norte de África pasando por sus costas, con picos ocasionales de desembarcos.
“He venido a Lampedusa para decir que la inmigración ilegal es un desafío europeo y requiere una respuesta europea”, afirmó Von der Leyen acompañada de la primera ministra italiana.
La presidenta de la Comisión Europea anunció desde la isla un plan de acción europeo para contener la inmigración irregular y compartir la gestión de los traslados de migrantes llegados a las costas italianas.
El programa anunciado consta de diez compromisos, entre ellos un mecanismo de solidaridad para que otros países europeos transfieran migrantes llegados a Lampedusa fuera de Italia, actualizar la legislación europea contra el tráfico de personas y definir nuevos corredores humanitarios legales y seguros.
Von der Leyen también ha prometido aumentar la vigilancia aérea del Mediterráneo, a través de las agencias europeas como Frontex, y coordinar con los países de origen protocolos para repatriar en condiciones seguras a los migrantes que no reúnan las condiciones de asilo europeas.
“Nosotros debemos decidir quién entra en la Unión Europea, no los traficantes”, llegó a pronunciar en su discurso tras visitar el centro de acogida al que llegan a diario decenas de barcazas desde África.
El programa europeo supone un espaldarazo a la estrategia defendida por Meloni desde su toma de posesión hace casi un año: abandonar las disputas sobre el reparto de migrantes entre los países europeos y centrar los esfuerzos en detener las salidas mediante acuerdos con los estados africanos.
Por ello, uno de los compromisos más esperados por el Gobierno italiano fue el último de los pronunciados por Von der Leyen, quien instó a acelerar la aplicación del acuerdo migratorio que Bruselas firmó con Túnez el pasado mes de julio y que incluía una ayuda macrofinanciera de más de 1.000 millones de euros a cambio de medidas de contención migratoria.
Imágenes de televisión mostraron a Meloni hablando con isleños que relataban sus frustraciones. La mandataria les dijo que su gobierno trabaja en una respuesta firme que incluiría 50 millones de euros (53,4 millones de dólares) para ayudar a la isla. Una persona no identificada en la multitud dijo que no se trataba sólo de dinero.
Los recién llegados también se han mostrado irritados por la larga espera para ser trasladados. Imágenes de televisión mostraron el sábado a cientos de personas que avanzaban hacia la puerta del recinto mientras la policía empleaba escudos para repelerles. En otras imágenes, algunos migrantes treparon la cerca del centro de recepción. Este fin de semana quedaban 2.000 personas en el complejo, tras la llegada de otras 500 personas el sábado.
Ante la crisis, Meloni ha prometido medidas más duras y pedido un bloqueo naval del norte de África para impedir la salida de migrantes en botes de contrabandistas. Su ministro del Interior celebró una videollamada el sábado con sus homólogos de la Unión Europea, incluidos los de países como Francia, Alemania y España, para buscar una posición común.
La crisis es un desafío para la unidad de la UE y para el gobierno de ultraderecha de Meloni.
El vice primer ministro, Matteo Salvini, líder del populista grupo conservador Liga, ha cuestionado la eficacia de un acuerdo entre Bruselas y Túnez que pretendía detener las salidas a cambio de ayuda económica. Salvini recibía más tarde el domingo a la líder conservadora francesa Marine Le Pen en un mitin anual de la Liga en el norte de Italia.
La mayoría de los migrantes llegados esta semana había zarpado desde Túnez.
El número de personas que hacen la peligrosa travesía a Italia es más del doble que el año pasado, y va camino de alcanzar las cifras récord registradas en 2016.
La peor crisis migratoria de Italia en años
Lampedusa, el punto más meridional de Italia y puerta de entrada a Europa para las personas que cruzan desde el norte de África, ha sido durante mucho tiempo un punto álgido en la crisis migratoria europea. Actualmente sigue registrando un elevado flujo migratorio desde las costas de Túnez y Libia, acentuado por la crisis tunecina y unas condiciones meteorológicas más favorables en verano, entre otros factores.
Cuando los inmigrantes llegan a la isla normalmente son llevados a su único centro de acogida primaria, casi siempre en condiciones más que precarias y en situación de hacinamiento, por lo que las autoridades se afanan en acelerar los traslados.
El colapso del sistema de acogida afecta en primer lugar a los migrantes, que llegan en condiciones higiénicas precarias, casi siempre deshidratados y desnutridos tras una travesía extremadamente arriesgada.
Más de 124.000 migrantes y refugiados desembarcaron en lo que va de año a Italia, casi el doble que los 65.517 del mismo periodo del 2022 y el triple que los de 2021 (41.286), según datos del Ministerio del Interior.
Según las tendencias actuales, las llegadas se acercan al máximo registrado en 2016, cuando llegaron a Italia unos 181.500 migrantes por mar. En enero-agosto de ese año, se produjeron unos 115.000 desembarcos, frente a los 114.526 del mismo periodo de 2023.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima por su parte que más de 2.000 murieron por el camino, incluido un bebé de cinco meses ahogado el miércoles durante una operación de rescate.
(con información de AP y EFE)