Varios días de arribos masivos de migrantes en Lampedusa provocaron el caos en el sistema de acogida la isla italiana y llevaron a las autoridades locales a decretar el estado de emergencia.
Unas 7.000 personas saturaron este miércoles el centro de acogida, con capacidad para 400. Recién en las últimas horas hubo una tregua en las llegadas y ahora son 4.457 los migrantes presentes en esa estructura tras los últimos traslados a otras localidades italianas llevados a cabo por las autoridades, según los medios locales.
Ayer llegaron a Lampedusa 2.154 migrantes en 51 embarcaciones, que se sumaron al récord alcanzado el martes, con 5.112 en 110 barcos, y a los cerca de 2.800 que lo habían hecho el lunes, en 70 naves, creando una situación muy complicada de gestionar.
El municipio de Lampedusa, ubicada más cerca de las costas africanas que de las sicilianas, proclamó en las últimas horas el estado de emergencia para exigir ayuda al Gobierno nacional que preside la ultraderechista Giorgia Meloni. Meloni llegó al poder prometiendo una mejor gestión migratoria, que, sin embargo, atraviesa un momento muy complejo.
“Hoy el Municipio declaró el estado de emergencia. Reclamamos lo que pedimos desde hace meses, que se trate de proteger la isla con naves rada, ayuda y apoyo para una isla que en estos meses sufrió un fuerte estrés”, explicó a los medios el alcalde de la isla, Filippo Mannino.
Mannino indicó como “prioridad” la evacuación de todos los migrantes, paso previo a lo que deberían ser “soluciones estructurales”. “No tenemos las estructuras y la logística para afrontar todo esto”, dijo.
Condiciones precarias
Lampedusa, el punto más meridional de Italia y puerta de entrada a Europa para las personas que cruzan desde el norte de África, ha sido durante mucho tiempo un punto álgido en la crisis migratoria europea. Actualmente sigue registrando un elevado flujo migratorio desde las costas de Túnez y Libia, acentuado por la crisis tunecina y unas condiciones meteorológicas más favorables en verano, entre otros factores.
Cuando los inmigrantes llegan a la isla normalmente son llevados a su único centro de acogida primaria, casi siempre en condiciones más que precarias y en situación de hacinamiento, por lo que las autoridades se afanan en acelerar los traslados.
El colapso del sistema de acogida afecta en primer lugar a los migrantes, que llegan en condiciones higiénicas precarias, casi siempre deshidratados y desnutridos tras una travesía extremadamente arriesgada.
En el centro se encuentra por ejemplo una joven de 17 años cuya hija de 5 meses murió durante la operación de rescate de la barcaza en la que viajaban. Según las primeras informaciones, el peso de las personas que se inclinaban hacia los guardacostas durante el rescate hizo que el barco volcara y la niña cayera al mar. Fue recuperada poco después, pero ya estaba muerta.
El centro de acogida de la isla está gestionado por la Cruz Roja, que en los últimos meses mejoró las condiciones de las instalaciones espacio y disponibilidad de alimentos. Sin embargo, hasta ahora había atendido a un máximo de algo menos de cuatro mil personas al mismo tiempo, casi tres mil menos que el nuevo máximo. “Las mujeres me preguntan si pueden bañarse. Sólo puedo decirles que esperen. Me da vergüenza”, declaró al diario La Repubblica una enfermera que trabaja en el lugar.
Ante la situación de hacinamiento, varios migrantes fueron vistos este jueves fugándose del centro, saltando los muros de la instalación.
La llegada de casi 10.000 personas en 72 horas también provocó grandes aglomeraciones de migrantes en el muelle de Favaloro, que tras largas horas de espera reclamaban alojamiento y que fueron contenidas por un cordón de agentes de la Guardia de Finanza (la policía fronteriza italiana), entre forcejeos y momentos de tensión.
En la isla también hay grupos de inmigrantes que las autoridades no han registrado y que, en muchos casos, están abandonados a su suerte. El martes, la ex alcaldesa Giusi Nicolini se fijó en algunos de ellos y los acogió, temporal e informalmente, en el único camping de la isla. La parroquia de la isla también ha habilitado un espacio para acoger a un centenar de personas, entre ellas mujeres y menores no acompañados.
Para aliviar la situación, lo largo de este jueves unas 2.000 personas de las 4.457 que actualmente hay en el centro de acogida, 257 de ellas menores no acompañados, serán trasladadas a otras localidades sicilianas como Trapani, Porto Empedocle, Augusta y Catania.
Llagadas duplicadas en un año
Más de 123.860 migrantes y refugiados desembarcaron en lo que va de año a Italia, casi el doble que los 65.517 del mismo periodo del 2022 y el triple que los de 2021 (41.286), según datos del Ministerio del Interior actualizados al 13 de septiembre.
Según las tendencias actuales, las llegadas se acercan al máximo registrado en 2016, cuando llegaron a Italia unos 181.500 migrantes por mar. En enero-agosto de ese año, se produjeron unos 115.000 desembarcos, frente a los 114.526 del mismo periodo de 2023.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima por su parte que más de 2.000 murieron por el camino, incluido un bebé de cinco meses ahogado el miércoles durante una operación de rescate.
Disputa diplomática
Frente a la crisis, el gobierno de Meloni abogó por endurecer las políticas, así como por limitar la labor de las ONG que realizan operaciones de rescate en el Mediterráneo.
Meloni también pide más ayuda de la Unión Europea. Su gobierno suspendió en diciembre el llamado procedimiento de Dublín, según el cual los inmigrantes irregulares deben registrarse en el país del bloque al que entran por primera vez. Si se dirigen a otro país del bloque, pueden ser devueltos a su primer puerto de escala en la UE. Pero países mediterráneos como Italia sostienen que la normativa impone una carga excesiva a las naciones fronterizas, sobre todo porque los recién llegados a menudo quieren trasladarse a vivir a otros países de la UE.
“La cuestión es detener las llegadas a Italia. Aún no veo ninguna respuesta concreta”, reiteró en una entrevista el miércoles.
Para el vice primer ministro y ministro de Infraestructura Matteo Salvini, lo que ocurre en Lampedusa “es el símbolo de una Europa que no está”.
El líder de la Liga, un partido de fuerte discurso antinmigración, elevó el tono y los términos en varias entrevistas para referirse a esta crisis: “Cuando desembarcan 120 barcos en pocas horas no es un episodio espontáneo, es un acto de guerra”.
Salvini considera que existe un “éxodo organizado” por las mafias, con el objetivo de “poner en dificultades a un Gobierno incómodo” y aseguró que “lo que está ocurriendo en Lampedusa es la muerte de Europa”.
“El niño muerto representa la muerte de Europa, su muerte política, cultural, social y de valores porque Italia está sola”, dijo.
Salvini también se refirió a los anuncios, ayer, de Francia y Alemania de cerrar la frontera en Ventimiglia y dejar de acoger a inmigrantes procedentes de Italia en el marco de un plan europeo de solidaridad voluntaria, respectivamente.
“No sé dónde está la solidaridad, la inclusividad, el compartir, básicamente nos las tenemos que arreglar solos”, dijo.