La Iniciativa china de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) enfrenta crecientes críticas a medida que se expande por todo el mundo. Aunque el presidente chino Xi Jinping la concibió como un ambicioso proyecto de infraestructuras para impulsar el comercio y la influencia de China, la BRI se convirtió en el emblema de la corrupción, la bancarrota y la represión de los derechos humanos del régimen comunista.
Estos problemas son evidentes en lugares como Khorgos, un centro de transporte internacional, zona de libre comercio y centro de cooperación transfronteriza entre China y Kazajistán.
Cuando hace diez años Kazajistán firmó los acuerdos del BRI con China, Khorgos fue presentada como la próxima Dubai: un nuevo centro surgido del desierto que revolucionaría el comercio mundial, con un enorme puerto logístico para el tránsito de mercancías, centros comerciales libres de impuestos y una zona económica especial con almacenes y fábricas que producen para la exportación.
Una década después, China es claramente el principal ganador de la BRI, mientras que Kazajistán cosecha mucho menos que su parte de los beneficios: en el lado chino de Khorgos hay rascacielos, salas de conferencias, gente y tráfico. En el lado kazajo, en la zona de comercio especial hay apenas un puñado de edificios y tiendas en las que los productos pueden comprarse en yuanes chinos en lugar de los tenge kazajos.
En esa área fronteriza, la BRI trajo además problemas como violaciones de soberanía por parte de China, ya que se han reportado secuestros de ciudadanos kazajos por presuntos agentes chinos.
El diario británico The Telegraph contó el caso de Asqar Azatbek, un ciudadano kazajo secuestrado por un grupo de hombres armados que lo arrancaron violentamente de su país y lo llevaron a toda velocidad hacia China. Azatbek, que se había mudado a Khorgos con la esperanza de aprovechar el auge comercial que prometía la BRI, terminó siendo condenado en China a 20 años de prisión por presunto espionaje.
La familia apeló, pero no ha tenido noticias del primo desde entonces.
El secuestro de Asqar ha sido uno de los más visibles de los numerosos actos de extralimitación china en Kazajistán. Pero en los últimos años se reportaron varios más. A algunos se les permitió regresar a casa después de ser interrogados en China, mientras que otros permanecen desaparecidos, contaron familiares al diario británico. Mientras tanto, la población local vive en un estado de creciente temor.
Gulpiya Qazybek, de 46 años, una kazaja étnica que huyó de China en mayo de 2019 con su familia, dijo que la policía china ha interrogado regularmente a sus hermanos, sugiriéndoles que organicen una reunión en Khorgos, algo que cree es una trampa. “Creo que están tratando de engañarme”, dijo. “Sigo teniendo miedo, porque si voy [a Khorgos], podrían detenerme”.
Estos incidentes han aumentado la desconfianza y la controversia en torno a la BRI, y han llevado a preguntas sobre la verdadera naturaleza de los proyectos de infraestructura respaldados por el régimen chino en el extranjero.
Exportación del “modelo Xinjiang”
Los casos de los secuestros en Kazajistán también muestran que la BRI permite a China exportar al extranjero sus abusos contra los derechos humanos.
La preocupación aumentó debido a que el pais damnificado comparte una extensa frontera con la región de Xinjiang, donde el régimen lleva adelante una brutal represión contra la minoría musulmana de los uigures: cientos de miles de personas han sido detenidas arbitrariamente en campos de “reeducación” y se han documentado abusos como palizas, violaciones, esterilizaciones forzosas.
Al igual que en Xinjiang, ahora China ha llegado incluso a detener a ciudadanos extranjeros en Kazajistán bajo acusaciones dudosas, lo que ha aumentado el temor a la vigilancia y la intimidación china en el país vecino.
Rakhima Senbai, de 35 años, intérprete chino-kazaja en una tienda de Khorgos, relató que fue detenida en un campo de “reeducación” después de que las autoridades la acusaran de tendencias “terroristas”, porque había visto a otros musulmanes rezando en Kazajistán.
Las autoridades también dijeron que era una delincuente por utilizar WhatsApp, un programa “ilegal” prohibido en China.
“Si te dicen que estás infringiendo la ley, tienes que darles la razón”, dijo a The Telegraph.
Contó haber estado hacinada con 80 mujeres en una celda tan pequeña que tenían que turnarse para dormir. Cuando no estaba entre rejas, encadenada, tenía que someterse a adoctrinamiento político, obligada a alabar al Partido Comunista en el poder.
Otros ex detenidos entrevistados por The Telegraph han descrito palizas y violaciones, y la obligación de corear: “¡Viva Xi Jinping!”.
Expansión militar
La expansión regional y militar de China es otro de los riesgos que conlleva la BRI y que queda patente en lugares como Kazajistán, un país que se encuentra en una posición delicada debido a su creciente dependencia de Beijing en medio de tensiones con Rusia y la falta de alternativas viables.
“Me preocupa porque los chinos no invaden haciendo una guerra; entran poco a poco en el país, aumentan su población y se asimilan”, dijo Nursapa Nurqadyr, un kazajo de 33 años, que huyó de China y trabaja como ingeniero en la última estación de Kazajistán antes de que las líneas ferroviarias entren en China. “Tienen los recursos para comprar muchas cosas y están interesados en la tierra kazaja”, dijo.
La preocupación de que la BRI pueda allanar el camino a la expansión regional y militar de China no es infundada.
En Tayikistán, China está detrás de la construcción de un nuevo edificio para la administración presidencial y un complejo parlamentario, además de haber construido una base militar secreta cerca de la frontera con China y Afganistán, junto al corredor de Wakhan.
Proyectos parados y deuda
La Iniciativa de la Franja y la Ruta, que en sus inicios prometía un florecimiento económico y una cooperación mutuamente beneficiosa, también se ha visto ensombrecida por acusaciones de corrupción, proyectos detenidos y preocupaciones sobre la “trampa de deuda” en los países receptores.
Varios países se están replanteando su relación con China. Italia, que firmó el BRI en 2019 -el único país del G7 en hacerlo-, está a punto de retirarse.
Aproximadamente un tercio de los proyectos de la BRI se ha visto afectado por escándalos de corrupción, violaciones laborales y riesgos medioambientales.
En Astana, la capital de Kazajistán, un programa de transporte ferroviario ligero financiado por China se paralizó tras la condena por corrupción de funcionarios locales.
En Jordania, una central eléctrica de esquisto bituminoso ha sido criticada porque Ammán perderá 280 millones de dólares al año y los consumidores se verán obligados a pagar más por la electricidad.
En Kenia, un plan para conectar por ferrocarril la ciudad costera de Mombasa con la capital, Nairobi, no se ha materializado, ya que las vías se han detenido en un campo a unos cientos de kilómetros de su destino.
Los países receptores cargan además con al menos 385.000 millones de dólares de deuda oculta o no declarada en 2021, mantenida fuera de los balances oficiales mediante el uso por parte de China de préstamos a entidades no gubernamentales.
Con frecuencia, China se reserva el derecho a exigir el reembolso en cualquier momento, lo que permite a Beijing presionar a los países para que se pongan de su parte en cuestiones candentes, como sus reivindicaciones territoriales sobre Taiwán o su represión en Xinjiang.
En algunos casos, China ha confiscado activos extranjeros cuando los países no pueden devolver los préstamos. Sri Lanka se vio obligada a ceder el control de su puerto de Hambantota y 15.000 acres de terreno circundante, durante 99 años, tras ser incapaz de devolver 1.300 millones de dólares en préstamos chinos.
La opacidad de las condiciones de los préstamos también dificulta la estimación de la deuda total del mundo con China, un riesgo creciente para la economía mundial.