Las fuerzas ucranianas lograron esta semana romper la línea más férrea de defensa construida por los rusos para evitar que interrumpan la línea de suministro del sur y el oeste del territorio ocupado y puedan llegar a orillas de la península de Crimea. La denominada “Línea Surovikin” o más conocida popularmente como “Línea Fabergé”, por su alto costo, es una paradoja desde su nombre. Sergei Surovikin, el general que mandó construirla, cayó en desgracia tras el amotinamiento del desaparecido líder de los mercenarios Wagner y se desconoce su paradero desde hace dos meses. Peter Carl Fabergé era un joyero ruso conocido por los famosos “huevos de Fabergé”, hechos al estilo de los auténticos huevos de Pascua, pero utilizando oro y piedras preciosas.
La 46ª Brigada ucraniana liberó el pueblo de Robotyne y asediaba este fin de semana la siguiente localidad de Verbove, en la ruta hacia la ciudad de Tokmak, a 40 kilómetros. Esto le daría la posibilidad de recuperar una buena parte de la provincia estratégica de Zaporizhzhia y seguir avanzando hacia la ciudad de Melitopol, estratégica para comprometer las rutas de abastecimiento de las fuerzas rusas y la posibilidad de abrir una brecha entre Rusia y la Crimea ocupada y hacer colapsar todo el frente sur ruso.
Este avance se produjo después de semanas de brutales combates. Las cifras de muertos en los dos bandos son altísimas. Se habla de hasta 30.000 bajas entre los rusos y unos 10.000 ucranianos desde que comenzó la contraofensiva. Y lo que viene es aún peor. Todavía hay kilómetros de formidables defensas rusas -incluidas minas, trampas para tanques, trincheras fortificadas, pastilleros de hormigón y nidos de francotiradores- por delante.
Un comunicado de la jefatura de la 46ª Brigada advirtió que “Rusia está constantemente contraatacando, llevando a cabo una defensa activa”. Y agregó que “en este mes de batallas hemos visto que el enemigo no va a renunciar a las tierras capturadas, hay mucho trabajo por delante.”
El ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, habló sobre la dificultad de la batalla durante una reunión de diplomáticos en Francia el miércoles. Después de pasar más de dos meses en una agotadora campaña para romper las líneas rusas alrededor de Robotyne, la capacidad de combate de las unidades estaba agotada, dijo. El comandante local pidió permiso para reestructurar allí la fuerza de ataque, eligiendo a 31 soldados considerados muy motivados. Un tercio de ellos no tenía experiencia de combate, agregó. A lo largo de 40 días, siguió relatando, esta unidad llevó a cabo seis asaltos y dos misiones de reconocimiento. Siete de los soldados resultaron heridos, entre ellos uno que pisó una mina. Pero valió la pena. El trabajo de este grupo hizo posible que una brigada entera atacara Robotyne y la liberara tras semanas de asaltos”, afirmó.
“A pesar de todas las declaraciones sobre la ralentización de la contraofensiva ucraniana, los acontecimientos se están desarrollando de forma muy dinámica. Alcanzamos la “Línea Surovikin” en dos frentes. Capturamos uno de los puntos clave de la defensa rusa (Staromayorskoe) y bloqueado otro (Urozhainoe). Mientras que liberamos Orehovskoe, donde hemos rodeado eficazmente a los rusos avanzando a través del pueblo de Robotyne”, explicó el analista militar ucraniano Dmytro Snegirev en su cuenta de Telegram.
Según la inteligencia militar británica, Rusia construyó desde mediados de 2022 uno de los sistemas de fortificación más extensos desde la Segunda Guerra Mundial. Estas fortificaciones no sólo están presentes en las líneas del frente, sino que también se extienden a las zonas de retaguardia y a lo largo de la “antigua” frontera ruso-ucraniana. “La excepcional dedicación invertida en el establecimiento de líneas defensivas a largo plazo, su emplazamiento estratégico y las configuraciones elegidas ofrecen valiosos datos sobre la estrategia del mando ruso y sus prioridades predominantes en el actual conflicto con Ucrania”, dice el informe elaborado en Londres.
Especialmente llamativas son las trincheras ininterrumpidas que se extienden 70 kilómetros desde las afueras de la ciudad de Melitopol hasta la aldea de Marynivka, cerca de Prymorsk, a orillas del Mar de Azov. La magnitud de las trincheras, situadas directamente en la costa del Mar Negro en Crimea, y las líneas de barreras de hormigón dentro de la península, es sobrecogedora. Por ejemplo, en el pueblo de Vitino se pueden ver trincheras e infinitas hileras de “dientes de dragón”, las pirámides de hormigón antitanque, justo en la playa. En el istmo de Ak-Monay, que conecta la península de Kerch con el resto de Crimea, se instalaron “pirámides” similares en varias filas. La red se extiende a lo largo de casi 1.000 km, cubriendo un área de aproximadamente 100.000 km².
Según los manuales de los ingenieros militares, los “dientes de dragón” deben estar dispuestos en un mínimo de seis filas, conectados por cables o colocados sobre una base de hormigón. Las trincheras antitanques son de dos metros de profundidad y cinco de ancho excavadas en un ángulo que evite la caída de los muros. Además, son esenciales los bloqueos de carreteras, como la colocación de pesados tetrápodos de hormigón, que obligan a los vehículos enemigos a atravesar los campos de minas al querer sortearlos. Sin embargo, sin la presencia de soldados, artillería, sistemas de control y equipos de vigilancia, estas estructuras resultan ineficaces.
Todo esto con un altísimo costo. En diciembre de 2022, durante una reunión del Consejo de Coordinación sobre las necesidades de las Fuerzas Armadas rusas, el primer ministro, Mikhail Mishustin, anunció que se habían asignado 34.000 millones de rublos (355.560.000 de dólares) al “desarrollo de infraestructuras, construcción de fortificaciones y suministro de equipos de ingeniería”. Según los cálculos de The Moscow Times, equipar un kilómetro de barreras antitanque con mil pirámides en cuatro filas requiere una inversión considerable. A un precio mínimo de 5.000 rublos (60 dólares) por pirámide de hormigón, el coste de un kilómetro ascendería a 5 millones de rublos (52.000 dólares). Esta estimación no incluye los gastos de transporte, instalación, excavación y otras fortificaciones y estructuras de ingeniería. Esa es la razón por la que el nacionalista ruso crítico con el Kremlin y excomandante militar Igor Girkin, también conocido como Igor Strelkov, bautizó a la línea de defensa ideada por el general Surovikin como la “línea Fabergé”. “Cuesta como un huevo de diamantes”, dijo en uno de sus post en las redes y la prensa internacional lo adoptó.