El papa Francisco deseó este sábado que puedan pasar “las nubes oscuras de la guerra” gracias “al encuentro y al diálogo”, en el primer discurso de su viaje a Mongolia y en el que puso como el ejemplo el período conocido como “pax mongola”, la ausencia de conflictos entre los pueblos que fueron conquistados por el Imperio mongol durante los siglos XIII y XIV.
Tras reunirse con el presidente del país, Ukhnaagiin Khürelsükh, Francisco destacó el papel de la pacífica Mongolia con “una amplia red de relaciones diplomáticas, su activa adhesión a las Naciones Unidas, su compromiso por los derechos humanos y por la paz, desempeña un papel significativo en el corazón del gran continente asiático y en el escenario internacional”.
Francisco llegó este viernes a Mongolia para visitar a la pequeña comunidad católica de cerca 1.400 fieles, pero también un país situado entre Rusia y China y que mantiene buenas relaciones tanto con Beijing como con otros Estados de la región como Corea del Norte.
En la sala Ikh Mongol del palacio presidencial, recordó que su viaje a Mongolia, coincide con los 860 años del nacimiento de Gengis Kan. “Durante siglos, el abrazar tierras lejanas y muy distintas puso en evidencia la excepcional capacidad de vuestros antepasados de reconocer lo mejor de los pueblos que componían el inmenso territorio imperial y de ponerlas al servicio del desarrollo común”, dijo el papa recordando el gran imperio mongol.
“Esto es un ejemplo que se debe tomar en cuenta y reproducir en nuestros días”, agregó.
Deseó que, “sobre la tierra, devastada por tantos conflictos, se recreen también hoy, en el respeto de las leyes internacionales, las condiciones de aquello que en un tiempo fue la pax mongola, es decir, la ausencia de conflictos”.
“Que pasen las nubes oscuras de la guerra, que se disipen por la firme voluntad de una fraternidad universal en la que las tensiones se resuelvan sobre la base del encuentro y del diálogo, y que a todos se les garanticen los derechos fundamentales. Aquí, en su país, rico de historia y de cielo, imploremos este don de lo alto y pongámonos manos a la obra para construir juntos un futuro de paz”, dijo el papa.
Por otra parte, elogió la determinación de esa nación “a detener la proliferación nuclear y a presentarse al mundo como un país sin armas nucleares”
“Mongolia no es sólo una nación democrática que lleva adelante una política exterior pacífica, sino que se propone realizar un papel importante para la paz mundial”, subrayó el papa, quien también destacó que la pena capital desapareció del ordenamiento judicial.
El papa también destacó “la sabiduría de generaciones de ganaderos y agricultores prudentes, siempre atentos a no romper los delicados equilibrios del ecosistema, tiene mucho que enseñar a quien hoy no quiere cerrarse en la búsqueda de un miope interés particular, sino que desea entregar a la posteridad una tierra todavía acogedora y fecunda”.
“Ustedes nos ayudan a reconocer y a promover con delicadeza y atención, contrastando los efectos de la devastación humana con una cultura del cuidado y de la previsión, que se refleja en políticas de ecología responsable”, agregó.
Aunque Mongolia y sobre todo su capital, Ulán Bator, está considerada como una de las más contaminadas del mundo debido a las fábricas y a que sus habitantes siguen calentándose con estufas de carbón.
También alabó las tiendas redondas que utilizan las poblaciones nómadas en Asia central y que en este país son la vivienda para muchos, y dijo que “podrían definirse como inteligentes y verdes, en cuanto versátiles, multifuncionales y con un impacto cero sobre el ambiente”.
Invitó a que “los proyectos políticos estén siempre al servicio del bien común, representando también como un freno a la peligrosa carcoma de la corrupción”.
Así como dedicó una buena parte del discurso a las relaciones con el Estado de la Iglesia católica y deseó que, a pesar de ser una pequeña comunidad, “no tengan dificultad para poder ofrecer siempre a Mongolia su contribución humana y espiritual, en beneficio de este pueblo”.
(Con información de EFE)