El oligarca ruso Oleg Deripaska, objeto de sanciones internacionales por la guerra en Ucrania, estima en una conversación con EFE un plazo de 18 meses para comenzar a ver una desescalada en el conflicto, que sugiere que estará motivada por un desgaste de las tropas o un posible cambio de régimen.
Deripaska estimó “mayo de 2025″ como la fecha para un posible fin del conflicto, con el comienzo de una desescalada a principios de ese año. Si bien el veterano en la lista de sanciones internacionales evitó referirse directamente a sus razones, sugirió el desgaste de las tropas como uno de los principales motivos del enfriamiento, aunque no hizo referencia a ningún bando.
“Se terminarán los soldados dispuestos a morir por una guerra”, y añadió “probablemente un cambio de régimen”, al tiempo que aclara que con esto sí se refiere a Ucrania.
El oligarca caracterizado como el vencedor en la “guerra del aluminio” en Rusia, y señalado por Occidente como uno de los favoritos de Moscú, ha hecho varias consideraciones que le distancian del Kremlin, incluyendo las devastadoras consecuencias del conflicto, los problemas de flujo de caja y la presión del Estado sobre la inversión extranjera.
La guerra no será para siempre
Las críticas de Deripaska, que inicialmente llamó a la guerra “una locura”, causaron alarma en cuanto revelaban la tensión del clima industrial ruso, y de acuerdo con el diario Financial Time, el embargo de un complejo hotelero coincidió con las advertencias del Kremlin para que se “calmara”.
“El conflicto, por supuesto, no es para siempre y debería detenerse. Hace un año había una posibilidad, pero como dije, muchos políticos de ambos lados invirtieron gran parte de su capital político en el resultado deseado de la guerra y todavía tienen el apoyo del público en sus fronteras nacionales”, sostuvo.
Las atípicas críticas del magnate del aluminio predecían un colapso de la economía rusa para este momento. Sin embargo, un año y medio después del conflicto, la realidad demuestra, a su juicio, la resiliencia y la ineficacia de las sanciones.
“En un año o 2 años creo que en mayo de 2025 el conflicto se resolvería de todos modos”, insistió.
Pero “para Rusia, como dije, es un momento difícil”, admite, teniendo en cuenta que el sector industrial tiene un enfoque occidental, que quedó prácticamente cancelado con las sanciones. La economía rusa es mucho más compleja, con una gran presencia del estado, algo que siempre ha inquietado al grupo industrial ruso Basic Element.
“En mi opinión, la economía rusa colapsaría debido a esto con una rápida retirada de las empresas occidentales, en un proceso mucho más profundo. Y en realidad fue un ajuste bastante pequeño que tal vez tomó unos tres trimestres”, explicó.
Ahora Rusia desarrolla nueva logística hacía América Latina, Asia, África y el Sudeste Asiático, que es el principal destino ruso tanto para la exportación como para la importación.
Para el industrialista ruso, Rusia sigue siendo una plataforma única basada en el conocimiento, sus recursos y la posición única, dispuesta a integrarse “con lo que usted llama un país amigo, pero que nosotros llamamos un país que está dispuesto a cooperar y prosperar”, insiste para explicar la fórmula que permite a Moscú cierta estabilidad pese a la disrupción.
“Tenemos muchas perturbaciones, pero la resiliencia de las empresas privadas demostró que Rusia es capaz de mitigar todos estos desafíos”, dijo.
¿Sigue Rusia al borde del colapso?
“No”, responde Deripaska.
“Como dije, en cierto modo sobreestimé cuán severo sería el impacto global de una sanción y, cómo decirlo, un intento occidental de perturbar la economía rusa”, aseguró, para retractarse de una de sus predicciones más alarmantes.
Para quien fue una vez el hombre más rico de Rusia, el impacto sería muy severo, y el mundo necesitaría entre 5 y 7 años para adaptarse a una nueva realidad.
Aunque “en realidad han sido necesarios menos de dos años y el ajuste ya se ha visto”, agregó.
Las consecuencias económicas hicieron peso sobre Rusia casi inmediatamente después de la guerra en Ucrania, hace año y medio, con duras sanciones sobre el Kremlin y sus principales industrias, y las prohibiciones de inversiones rusas en varias naciones, agravando el déficit mientras Moscú aumenta en sus gastos de defensa.
Aun así, el impacto de las sanciones “ha fallado y ahora es más como un intento de cortar la cola de una serpiente que ya avanzó”, concluyó.
(Con información de EFE)
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