El Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU, por sus siglas en inglés) informó este jueves de la detención en Kiev de un individuo que supuestamente había transmitido a Moscú geolocalizaciones de emplazamientos de las fuerzas armadas ucranianas en la capital.
“El enemigo estaba interesado principalmente en las bases de reparación de las Fuerzas Armadas, donde se lleva a cabo el mantenimiento y la reparación del equipamiento ucraniano”, señaló el SBU en un comunicado.
Además, el detenido es sospechoso de haber transmitido a los servicios de espionaje ruso información sobre las subestaciones eléctricas de la capital ucraniana.
Según la nota, los servicios de seguridad lo sorprendieron “con las manos en la masa” mientras filmaba en video una base militar e introducía sus coordenadas de GPS en un mapa electrónico.
El objetivo de las informaciones que transmitía a Moscú era la preparación de nuevos ataques aéreos contra Kiev o localidades circundantes, según el Servicio de Seguridad ucraniano.
El detenido es un varón de 23 años que se enfrenta ahora a una pena de cadena perpetua por traición cometida en tiempos de ley marcial.
La semana pasada fue detenida en Odesa (sur) una mujer acusada de recabar datos sobre posibles objetivos militares para las fuerzas rusas y de documentar las consecuencias de los ataques rusos.
En el contexto de la guerra en Ucrnaia, Rusia ha adoptado métodos de espionaje más arriesgados tras la expulsión de espías que operaban bajo cobertura diplomática en Europa. Durante el último año, varias personas que llevaban vidas aparentemente comunes en diferentes partes del mundo han sido acusadas de ser agentes o colaboradores de la inteligencia rusa. Entre ellos, una pareja argentina en Eslovenia, un fotógrafo de ascendencia mexicana y griega en Atenas y tres búlgaros detenidos recientemente en Reino Unido.
Además, se ha señalado a muchos otros por transmitir información a Rusia. Esto incluye a un guardia de seguridad de la embajada británica en Berlín, condenado a 13 años de prisión, y a más de una docena de personas en Polonia acusadas de trabajar para la inteligencia rusa.
Aunque hay detalles que aún no se esclarecen sobre los tres búlgaros detenidos en febrero, es evidente que desde la invasión de Ucrania por Putin en febrero pasado, Moscú ha recurrido a tácticas de espionaje más audaces y no convencionales. Esto se debe, en gran parte, a la expulsión de numerosos espías que operaban bajo cobertura diplomática en Europa.
Históricamente, los principales servicios de seguridad rusos enviaban a sus agentes al extranjero bajo dicha cobertura, así como haciéndose pasar por empresarios, turistas o periodistas rusos. Tras el conflicto, la expulsión de diplomáticos rusos se incrementó significativamente. Se estima que más de 450 fueron expulsados en los primeros tres meses de guerra, principalmente de Europa.
Un oficial de inteligencia europeo confesó a The Guardian que la etapa post-bélica ha sido crucial para la inteligencia rusa, y han intentado adaptarse mediante nuevas estrategias.
(Con información de EFE)
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