Desde hace unos días, en el Kremlin se percibe un claro clima de tensión. Y es que, tras un año y medio de guerra en Ucrania y con todas las consecuencias que ello trajo, la economía ha llegado a su límite.
Frente a la creciente inflación -ya del 4,4%- y la depreciación del rublo, Vladimir Putin ha tenido que explorar nuevas alternativas que le permitan revertir la tendencia roja en los números del país y no ha cerrado la puerta a ninguna opción.
Como era de esperarse, en un primer momento el Banco Central (BCR) aumentó el tipo de interés 3,5 puntos, por lo que ahora se ubica en el 12%, la cifra más alta desde mayo de 2022.
Sin embargo, el alza de los precios y la inestabilidad económica de Rusia parecerían no solucionarse simplemente con estas medidas ya que con ellas no se aborda uno de los principales problemas que Moscú enfrenta desde hace meses: las sanciones de Occidente.
Con el objetivo de aislarla y limitar sus operaciones para conseguir una rendición en el campo de batalla, la comunidad internacional mantiene sobre Rusia una serie de sanciones que impiden al Estado, las compañías y los ciudadanos transaccionar en el sistema Swift con el resto del mundo.
Es por ello que, para poder eludir estas restricciones, Putin decidió flexibilizar su sistema financiero y poner en marcha un proyecto que lleva tiempo contemplando: el lanzamiento del rublo digital.
La iniciativa consiste en la implementación de esta forma de la moneda con sustento en la tecnología blockchain, la cual se encuentra por fuera de los canales transaccionales tradicionales y, por tanto, es más difícil de rastrear y sancionar.
En esta primera etapa, el BCR confirmó que 13 bancos y unos 600 de sus clientes podrán acceder a la moneda y hacer pagos y transferencias en 30 puntos de venta situados en 11 ciudades del país. La divisa se emitirá en forma de código digital y estará almacenada en las billeteras electrónicas.
“VTB se volvió el primer banco en probar con éxito las transacciones con rublos digitales en su aplicación móvil”, anunció el segundo mayor banco del país que adhirió junto a Sberbank y Gazprombank.
“El lanzamiento de operaciones piloto con rublos digitales reales es la etapa más importante del proyecto”, declaró por su parte Olka Skorobogatova, vicegobernadora primera del BCR.
Concluida esta fase de ensayo, el Banco Central expandirá la herramienta a toda la población y asegura que “las operaciones serán gratuitas para los ciudadanos y con una comisión mínima para las empresas”.
Las autoridades también subrayan que gracias a este nuevo canal los pagos se volverán “más seguros, rápidos y accesibles” y que permitirá a los padres tener un mejor control sobre sus hijos.
“Por ejemplo, se da dinero a un niño que va al colegio y se le dice que sólo puede gastarlo en el desayuno o la compra de libros de texto. Por grande que sea su deseo de gastarlo en otros fines, le será imposible hacerlo”, sostuvo el legislador ruso Anatoly Akaskov, defensor de la iniciativa.
Sin embargo, los promotores evitan referirse a la elusión de las condenas de Occidente, algo en lo que el fundador del fondo de inversión ARK36, Mikkel Morch, enfatizó. Sin dudas, “aumentará la capacidad de Rusia para eludir las sanciones” ya que la blockchain es “mucho más difícil de sancionar y atacar”.
Otro aspecto sobre el que muchos expertos han alertado es el control que esta modalidad daría al Kremlin sobre los ciudadanos. A diferencia de las criptomonedas, que también se basan en la tecnología blockchain, el rublo digital forma parte de las CBDC, es decir, las monedas digitales de los bancos centrales.
Esto significa que su operación está directamente vigilada por el BCR que, a su vez, cuenta con el monitoreo de los servicios de seguridad del FSB.
Morch cree que esta nueva forma de la moneda podría volverse “la última herramienta de control social” de las autoridades para lograr un monitoreo “inmenso” sobre la gente. Asegura que, además de saber los movimientos financieros de sus ciudadanos, el Kremlin podrá imponer multas o congelar activos “con sólo un clic”.
Desde su anuncio, muchas ONGs, entre ellas Atlantic Council, ya se han pronunciado en contra y han dicho que “en las manos equivocadas, estos datos podrían utilizarse para espiar las transacciones privadas de los ciudadanos”.
Inclusive, los propios rusos han tomado con desconfianza la propuesta. Una encuesta de la empresa estatal de sondeos VCIOM expuso que seis de cada diez personas tienen una “comprensión débil” de los objetivos del Ejecutivo y no están dispuestas a operar con el rublo digital. En base a esto, la economista Sofia Donets consideró difícil que los rusos y las empresas adapten sus transacciones cotidianas a esta modalidad.
De todas formas, ni Rusia ni su pueblo son pioneros en esta iniciativa. El Fondo Monetario Internacional dio cuenta semanas atrás de un pronunciado aumento del interés de muchos países por este canal de pagos, principalmente en América Latina y el Caribe.
Las Bahamas fueron las primeras en adoptar las CBDC en 2020 y le siguieron otros como Nigeria y Brasil que, de momento, está también en su fase piloto.
Sin embargo, el investigador Zach Meyers adelantó que estas nuevas herramientas, a pesar de sonar “emocionantes” podrían acabar dando resultados poco satisfactorios ya que, a su entender, “sin una adopción generalizada, las CBDC serán un costoso fracaso y contribuirán poco al logro de los objetivos de los bancos centrales”.
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