“Sin novedad en el frente Oriental”, el titulo de aquel recordado clásico cinematográfico aplica perfectamente para la geopolítica actual que se desarrolla en la zona del Golfo Pérsico, ese es el escenario real en aquella región mas allá de ciertos diálogos y movimientos diplomáticos en desarrollo parezcan innovadores y de nuevos enfoques, no obstante, no distan de las políticas conocidas.
Visto el escenario desde la percepción de aquellos que desconocen los conflictos en aquella zona, la misma ofrece una imagen de innovación ampliada. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) históricamente aliados, en el presente se encuentran en una puja de poder muy dura en materia de influencia regional.
También la posición de enemistad histórica entre Bahréin y los EAU por un lado e Israel por el otro, han revertido y normalizado sus relaciones diplomáticas ampliando su trabajo de forma cercana y cooperando en materia de seguridad. También Qatar y Arabia Saudita pareciera que se han reconciliado y Egipto ha restablecido diálogos con los países del Golfo al igual que Turquía. En este tablero geopolítico también China está acercándose como un importante jugador geopolítico y fundamentalmente económico que ha crecido en la región. Al mismo tiempo la “guerra fría” entre la República Islámica de Irán y el Reino Saudita parece haber entrado -aunque con reservas- en un período de dialogo auspiciado por la china de Xi Jinping.
La región no parece estar transitando una restructuración atribuible, por un lado y desde lo positivo, a las personalidades y percepciones de algunos líderes nacionales y desde lo negativo a la tozudez de las políticas internas de los países referentes de la región. Sin embargo, hay distintas dinámicas y energías que la geopolítica antigua mantiene en las relaciones regionales del Golfo, a ellas no son ajenas los clanes, las familias gobernantes y los enfoques diplomáticos dispares, estos síntomas políticos muestran similitudes a escenarios que datan de la post-guerra mundial o de principios del siglo XX.
El largo historial de una constante dinámica de rivalidad de las naciones regionales lideres por contar con el apoyo que les permita influenciar a las principales potencias mundiales en materia de recursos y ventajas estratégicas desde los tiempos de la Guerra Fría y el re-acomodamiento unipolar del mundo posterior a esa Guerra colocó a la región y al mundo que produjo el conocido regreso a la enemistad y la rivalidad entre las grandes potencias con los jugadores principales en el tablero mundial donde la competencia por la influencia y la ventaja estratégica se profundizó entre los actores mas relevantes de la comunidad internacional. Hoy, mas de treinta años después de la caída de la ex-Unión Soviética aquellas forma de relacionarse en la geopolítica que llevaron a varias crisis, Estados Unidos, China, Rusia, India y Turquía resurgen como fuertes contendientes. Todos estos países están abocados a la ampliación y el fortalecimiento de sus intereses extendiendo su presencia en distintos lugares del globo pero específicamente en la región del Golfo.
La dependencia histórica de los países del Golfo para con Washington en materia de su seguridad esta siendo confrontada por el crecimiento y la ampliación de políticas económicas chinas, cuya estrategia es brindar opciones alternativas para el desarrollo del comercio, la tecnología y la infraestructura.
En una misma posición de relevancia, la pujante actividad económica de la India también busca propiciar una cooperación mas amplia con las naciones del Golfo. Al mismo tiempo y con prescindencia de los esfuerzos de su guerra en Ucrania, Rusia se esfuerza por expandir y fortalecer su presencia regional por medio de acuerdos militares. Por otra parte, Turquía ya no es un jugador irrelevante en la región, contrario a ello se convirtió en un actor sumamente importante con su influencia en los asuntos regionales del Golfo. Tal dinámica -en crecimiento- ha venido construyendo alianzas y relaciones diplomáticas nuevas y reflotando otras ya conocidas. Sin embargo, esta situación no es novedosa, de hecho, es mas antigua que el propio sistema de la comunidad internacional. Así, en el presente escenario se observa un inequívoco regreso a las relaciones básicas de la geopolítica previa a la Primera Guerra Mundial conocida como “estabilidad ampliada” a través de presupuestos que se fundamentan en aspectos donde los estados buscan neutralizar y compensar su poder e influencia sobre los que consideraban sus oponentes dominantes por medio de la construcción de alianzas para desarrollar capacidades militares o relaciones diplomáticas no necesariamente con sus mismas referencias de identidad o de ideología.
Lo que algunos analistas definieron en su momento como “pragmatismo y otros como realpolitik” no hay duda que es una forma de equilibrio en materia de la realidad de la región y adquirió forma desde la revolución iraní llevada adelante por el Imam Khomeini en 1979, ese evento empujo a Washington a entretejer nuevas alianzas con los estados sunitas del Golfo para detener el intento del Irán chiíta de exportar su revolución en la región y fortalecer su rol regional dominante. No obstante, desde 2015, el equilibrio muestra una forma novedosa que se relaciona más a la geopolítica del siglo XIX. Luego de la firma del acuerdo nuclear con Irán y el acercamiento a Asia de la administración Obama, ello mostró una percepción de cambio en las políticas estadounidenses que para muchos estados sunitas del Golfo generó la idea de que Washington ya no era el equilibrio confiable que alguna vez fue, esto se agravó con la llegada de la administración Biden e hizo que luego de los acuerdos Abraham, suscriptos durante el gobierno del presidente Donald Trump, Israel ingresara a la coalición sunita ocupando el lugar del nuevo equilibrador regional. Si bien este evento fue visto como extraño por muchos observadores, no dejaba de ser racional para los estados árabes del Golfo dados los temores de que Irán aprovecharía el vacío de poder parcial generado por el cambio de dirección de las políticas estadounidenses en la región. En consecuencia, Israel y los estados del el Consejo de Cooperación de los Países del Golfo (CCPG) reconocieron sus intereses convergentes para trabajar juntos en un intento por equilibrar las políticas de Irán. Esta alianza, se asemeja a las anteriores alianzas al siglo XX y no se fundamenta ni en la identidad ni en la ideología, sencillamente emerge en base a intereses estratégicos en común ante una amenaza potencial para ambos sectores y confirma lo que se define como realpolitik.
Sin embargo, también ha surgido recientemente el concepto de “distensión” conocido como la estrategia diplomática utilizada por las naciones para morigerar tensiones con sus adversarios por medio del diálogo, y las negociaciones también puede ser la herramienta para reconocer y comprender lo que está sucediendo actualmente en la zona del Golfo Pérsico: como el diálogo y el reciente acercamiento entre Riad y Teherán que se asemeja al que Estados Unidos y la ex-Unión Soviética llevaron adelante en la década de 1970, cuando los dos países decidieron reducir la rispidez de su rivalidad evitando profundizar su mala relación histórica moderando su retórica hostil mutua. Pero como fue el caso durante la distensión soviética-estadounidense, esto no marca el final de su conflicto existencial.
Así las cosas, puede que las tensiones descenderán, pero no desaparecerán. Contrario sensu, con el paso del tiempo resurgirán potenciados con mayor fuerza. De manera similar a la era soviética-estadounidense el conflicto entre Arabia Saudita e Irán no se ha resuelto definitivamente de manera alguna y el mediano plazo lo mostrara.
Desde la Segunda Guerra Mundial, las naciones del Golfo han dependido en gran medida de las garantías y el apoyo estadounidense, sin embargo, en los últimos años, los estados árabes del Golfo aprovecharon la oportunidad que se les presento con el ascenso de China e India, también por el rol de Rusia y Turquía, quienes han sabido ampliar y conducir sus políticas, como sus relaciones económicas, diplomáticas y de seguridad con los nuevos actores.
La lógica que fundamenta estos cambios no solo es compleja sino atemporal en virtud de que confiar solamente en un aliado puede hacer vulnerables a las naciones del Golfo ante la cambiante dinámica global en las prioridades de la política exterior de Washington. De allí que al aprovechar las oportunidades presentadas por nuevos países de fuera de la región, los estados del Golfo exploran nuevas oportunidades económicas y diplomáticas que ofrece la entrada de nuevos jugadores a la región. Por ello, lo que se aprecia en el Golfo Pérsico no es complejo de comprender y debe ser entendido como un retorno a la configuración de la geopolítica que marcó a través de la historia la posición conocida como realpolitik, aunque con un estilo moderno aplicado a la región en el siglo XXI.}
Seguir leyendo: