Durante los últimos tres días, en Alton, Hampshire, el corazón del Reino Unido, más de 40.000 musulmanes de más de 100 países del mundo se reunieron para la conferencia anual Jalsa Salana. Del 28 al 30 de julio, la convención -la mayor y más importante de su género en Europa Occidental- zumbó con un sentimiento de unidad y elevación espiritual.
La Jalsa Salana no es una reunión cualquiera. Organizada por la Comunidad Musulmana Ahmadía, se ha convertido en una notable plataforma para la promoción de la paz, la hermandad y el entendimiento. Decir que es el epicentro del crecimiento espiritual de la comunidad no sería exagerar.
El imán Marwan Gill, Presidente de la Comunidad Musulmana Ahmadía de Argentina, explicó su esencia: “El propósito principal de este encuentro es fomentar la paz y la hermandad universal. Para los miembros de la Comunidad es una ocasión muy auspiciosa porque podemos rezar con nuestro líder espiritual y escuchar sus discursos que nos ayudan a mejorar nuestra espiritualidad y moralidad”.
El imán Gill subrayó además el compromiso de la convención con la libertad religiosa y el diálogo. “Creemos firmemente en la libertad religiosa y consideramos que el respeto mutuo y el diálogo son la columna vertebral de la construcción de una sociedad pluralista y abierta. El objetivo de nuestra convención es ayudar a los no musulmanes y a los invitados de todo el mundo a comprender de primera mano los valores de nuestra fe”, aseguró.
El orador principal de la conferencia, Mirza Masroor Ahmad, Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía, cautivó a los asistentes con su discurso de apertura. Sus conmovedoras palabras se basaron en los acontecimientos mundiales actuales, centrándose específicamente en la actual invasión a Ucrania y en la apremiante necesidad de paz y diplomacia en estos tiempos volátiles.
Pero la convención fue algo más que una plataforma de discursos. Fue un vibrante tapiz de diversas personalidades de todos los rincones del planeta. Entre los asistentes había invitados especiales de más de cien países: funcionarios, diplomáticos, académicos, periodistas y civiles. Entre ellos, se destacó la presencia de la delegación argentina, que llegó escoltada por el Embajador de Argentina en el Reino Unido, Javier Figueroa.
Las voces de los propios asistentes se hicieron eco de los sentimientos de unidad y paz fomentados por la convención. Sarah Ward, una maestra de primaria de 43 años de Kingston, al suroeste de Londres, compartió su opinión sobre el acontecimiento en The Independent: “Todos somos diferentes, pero nos unimos como una sola comunidad bajo la guía espiritual de nuestro Califa. Es muy agradable ver la diversidad de la comunidad musulmana y la unidad que fomenta esta convención”.
Para Fraz Ahmad, estudiante de Derecho de 19 años de Bradford, la convención tuvo un profundo significado. Señaló al medio británico la importancia de la reunión para disipar los estereotipos sobre el Islam, explicando: “Si la gente viene aquí y experimenta cómo es el verdadero Islam, es la única manera de que cambie la narrativa. Tenemos que demostrar que el Islam es paz, hermandad y espiritualidad”.
Al margen de los discursos y las reflexiones personales, la convención fue también un impresionante escaparate cultural. Desde la comida a la ropa, pasando por la literatura, los asistentes disfrutaron de una experiencia de inmersión que puso de relieve el rico tapiz de la comunidad musulmana en todo el mundo.
En un mundo plagado de conflictos, encuentros como Jalsa Salana ofrecen una visión alentadora de lo que podría ser. En su esencia, la convención brilló como un faro de paz, hermandad y respeto mutuo, iluminando un camino hacia un mundo más inclusivo y armonioso. Un camino que requiere diálogo, comprensión y, sobre todo, el compromiso compartido de construir puentes, no muros.
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