El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, llegó el lunes al Parlamento tras ser dado de alta, antes de una votación final sobre una cláusula clave del controvertido paquete de reformas judiciales de su gobierno, que espera que sea aprobado en las próximas horas a pesar de las protestas masivas.
Los canales de televisión mostraron al premier de 73 años entrando en la Knesset, horas después de haber sido operado para colocarle un marcapasos.
En los exteriores de la sede parlamentaria, la policía utilizaba cañones de agua contra una multitud de manifestantes en el exterior de la legislatura.
La votación será sobre la llamada cláusula de “razonabilidad”, que limitaría la capacidad de los jueces de la Corte Suprema para anular las decisiones del gobierno que consideren “irrazonables”. Los críticos temen que la reforma judicial propuesta socave la democracia liberal de Israel al eliminar los controles y equilibrios sobre el ejecutivo, mientras que el gobierno argumenta que necesita frenar la extralimitación judicial.
El presidente Isaac Herzog, que ha estado intentando llegar a un acuerdo tras medio año de protestas callejeras masivas semanales, advirtió de que “estamos en una situación de emergencia nacional”.
Su gobierno de coalición, que incluye aliados de extrema derecha y judíos ultraortodoxos, argumenta que las reformas propuestas son necesarias para garantizar un mejor equilibrio de poder.
Estados Unidos llamó a aplazar la reforma
Cuando la crisis parecía a punto de alcanzar su punto álgido, Washington, tradicional aliado de Israel, reiteró su preocupación por la agitación política, y Biden instó a los dirigentes israelíes a aplazar la votación.
“Desde la perspectiva de los amigos de Israel en Estados Unidos, parece que la actual propuesta de reforma judicial se está volviendo más divisiva, no menos”, dijo en una declaración publicada por primera vez por el sitio de noticias Axios y compartida más tarde con AFP.
“No tiene sentido que los líderes israelíes apresuren esto: el foco debería estar en unir a la gente y encontrar un consenso”.
Herzog, recién llegado de un viaje a Washington, había ido directamente a la habitación de Netanyahu en el hospital el domingo, en un esfuerzo de última hora para llegar a un compromiso.
En medio de lo que calificó de “emergencia nacional” de Israel, Herzog advirtió de que “hay bases para el entendimiento, pero siguen existiendo lagunas que exigen a las partes mostrar responsabilidad”.
Netanyahu había dicho el domingo por la tarde que “continuamos nuestros esfuerzos para completar la legislación, y los esfuerzos para hacerlo de acuerdo” con la oposición.
El ministro de Justicia, Yariv Levin, impulsor de las reformas, dijo que el proyecto presentado a los legisladores ya había sufrido cambios para dar cabida a los críticos, pero añadió que la coalición gobernante seguía abierta a “entendimientos”.
“Entendimiento significa que la oposición también está dispuesta a hacer concesiones”, dijo el domingo a sus partidarios en un mitin en Tel Aviv.
Los opositores acusan a Netanyahu, que ha estado luchando contra acusaciones de corrupción en los tribunales, de conflicto de intereses, y algunos manifestantes le han calificado de “ministro del crimen”.
“Hoy probablemente se apruebe la primera ley que empezará a derribar la democracia de Israel”, dijo Shahaf Kushinsky, de 34 años, un trabajador de alta tecnología que protestaba cerca del Parlamento.
Si se aprueba, la cláusula de “razonabilidad” sería el primer componente importante del paquete de reformas que se convertiría en ley.
Otros cambios propuestos incluyen permitir al gobierno una mayor participación en el nombramiento de jueces.
Las protestas han suscitado el apoyo de todo el espectro político y social, entre grupos laicos y religiosos, activistas pacifistas, obreros y trabajadores del sector tecnológico, y reservistas militares.
La batalla política en torno a la reforma judicial se produce en un contexto de creciente violencia palestino-israelí.
(Con información de AFP)
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