Los letales enfrentamientos étnicos en el noreste de la India se reflejaron en el Parlamento por segundo día consecutivo el viernes, cuando la oposición impidió que se realizara la sesión y exigió la destitución del principal funcionario electo del estado de Manipur, donde más de 130 personas han muerto desde principios de mayo.
El funcionario, Biren Singh, pertenece al partido nacionalista hindú del primer ministro Narendra Modi.
La oposición lanzó consignas para exigir que se aplacen todos los demás asuntos en el Parlamento y se realice un debate sobre la violencia, empezando por una declaración de Modi.
El jueves, después de más de dos meses de silencio público sobre los enfrentamientos, Modi dijo que los asaltos de la turba a dos mujeres a las que pasearon desnudas por las calles eran imperdonables, pero no habló de la violencia generalizada.
El gobierno rechazó el reclamo de la oposición de que Modi participe en un debate, y el presidente de la sesión parlamentaria, Rajendra Aggarwal, suspendió las deliberaciones hasta el lunes.
La chispa que encendió la cuasi-guerra civil en Manipur fue una protesta de la tribu kuki, que es cristiana, porque la etnia meitei, mayoritariamente hindú, exigió un estatus especial que les permitirá adquirir tierras en las zonas pobladas por los kuki y otras tribus y se les garantice una cantidad de puestos en el gobierno.
Por su parte, el gobierno estatal anunció el arresto de cuatro sospechosos por el asalto a las dos mujeres. El director general de la policía estatal, Rajiv Singh, dijo que se realizaban allanamientos y nuevos arrestos.
Los enfrentamientos persisten en Manipur, un estado de 3,7 millones de habitantes en las montañas de la frontera con Myanmar, actualmente dividido en dos zonas étnicas. Las partes beligerantes han creado milicias armadas y las aldeas aisladas son arrasadas por los tiroteos. Más de 60.000 personas han huido a campamentos atestados de refugiados.
(Con información de AP)
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