El régimen chino busca expandirse a Afganistán y hacerse con el control de algunos de sus recursos más valiosos, además de dejar al descubierto sus buenas relaciones con los extremistas talibanes, que gobiernan desde el 15 de agosto de 2021.
El director de la compañía Fan China Mining Processing and Trading anunció una inversión de USD 350 millones durante su más reciente visita a Kabul, en la que se reunió en el Palacio Presidencial con el primer ministro talibán, Mawlawi Abdul Kabir.
El dinero estará destinado a proyectos de generación de energía, fábricas de cemento y atención sanitaria, que se suman a pasadas iniciativas de minería y otros servicios públicos que Xi Jinping anunció en los últimos años, como parte del acercamiento con su polémico socio.
Durante el encuentro del último viernes, compartido en redes sociales oficiales talibanas, la compañía presentó sus propuestas al Ejecutivo local y, como suele ocurrir en las inversiones de Beijing, informó que ya dispone de un equipo de expertos y profesionales propios, listos para iniciar las tareas en los próximos meses.
Kabul, por su parte, recibió con entusiasmo la iniciativa de su socio y aseguró que garantizará la seguridad y protección de los negocios y el personal en el país.
De esta manera, los talibanes sumaron un proyecto más a la lista de negocios con Beijing que, si bien parecen ser muy beneficiosos para Afganistán -que atraviesa una aguda crisis social y económica-, siempre acaban por favorecer al régimen de Xi Jinping.
Basta con observar los miles de millones de dólares que ya se han invertido en el país pero que, sorpresivamente, no han logrado sacar de la desnutrición a sus 42 millones de habitantes.
Para evaluar estos ejemplos no hay que viajar mucho en el tiempo; sin ir más lejos, en enero de 2023, China consiguió hacerse con el control de la cuenca del Amu Darya, al norte del país y en la frontera con Turkmenistán, Tayikistán y Uzbekistán, luego de que la empresa Xinjiang Central Asia Petroleum and Gas (CAPEIC) obtuviera los permisos para la extracción de petróleo, con una inversión de 540 millones de dólares.
El proyecto tiene una vigencia por 25 años, lo que garantiza al gigante asiático el acceso a este oro negro durante un tiempo más que prudente, considerándose un país con alta dependencia a la importación de este hidrocarburo. “Este es un proyecto importante”, celebró durante la ceremonia de firma el embajador chino en el país, Wang Yi.
Sumado a esto, China ha puesto el ojo sobre otro mineral clave para su economía: el litio. Al igual que ya lo hizo en América Latina, Beijing ya ha manifestado a los talibanes su deseo por acceder a las vastas reservas de este oro blanco en el país, valoradas en más de USD 3 billones, distribuidas en tierras vitales para el desarrollo y producción de tecnologías como las baterías de los vehículos eléctricos.
En este caso fue la compañía Gochin la que propuso al régimen una inversión de 10.000 millones de dólares, en una carrera contra otros países que también han intentado hacerse su lugar en la zona.
Nuevamente, para China este plan implicaría la generación de más de 120.000 puestos de trabajo directos y un millón indirectos a un muy bajo coste, además de grandes obras de infraestructura. También, gracias a la cercanía entre los países, podría enviar sus propias máquinas y tecnología para la explotación del recurso.
El analista afgano Noorullah Azizi, que ha observado el patrón de comportamiento de Beijing en el mundo durante los últimos años, manifestó sus preocupaciones por este acercamiento y enfatizó sobre la necesidad de ser cautelosos en la relación con el gigante asiático.
“Por desgracia, si se firma este contrato no será beneficioso para Afganistán. Los chinos, en el mejor de los casos, se harán con el contrato y esperarán para controlar el suministro y el precio del litio”, dijo en referencia al avasallamiento en todo el mundo del régimen de Xi sobre este mineral del futuro.
En tanto, el economista Eiraj Faqiri advirtió sobre la llegada de la iniciativa Belt and Road impulsada por Beijing, una maniobra puramente estratégica y esclavizante.
“Una gran inversión beneficiará política y económicamente a China mientras que Afganistán se verá en medio de la rivalidad entre los superpoderes de imponerse en Asia central”, comentó.
Por su parte, del lado de los talibanes, estas inyecciones de dinero también preocupan al mundo, que ve a un régimen opresor y violento que llegó al poder con el uso de las armas hacerse con grandes sumas de dinero que sólo les permiten perpetuarse en sus cargos y continuar con sus abusos, en lugar de asistir a la sociedad y buscar maneras de paliar la crisis humanitaria.
Asimismo, esta serie de negocios pueden ser entendidos como una señal de los talibanes para intentar convencer a otros potenciales socios de que son actores serios y responsables. “Abdul Kabir hizo un llamado a todos los inversionistas extranjeros y les señaló que es el mejor momento para aprovechar e invertir en Afganistán”, concluye la comunicación del ARG aunque, fuera del grupo de aliados alineados con China, la comunidad internacional parece poco interesada en entablar negocios con este grupo.
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