El líder mercenario del Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin planeó capturar a los líderes militares de Rusia como parte de la rebelión puesta en marcha el viernes de la semana pasada, tras enterarse de que el Ministerio de Defensa quería disolverlo a esas milicias.
Día a día, los blogueros militares rusos revelan más información que surge desde las entrañas de un Ejército repleto de rumores y traiciones. Aseguran que “los grupos operativos del Servicio de Seguridad Federal y el Estado Mayor del Ministerio de Defensa volaron a la zona de guerra con anticipación, apoyados personalmente por el Ministro de Defensa Shoigu y su séquito de alto rango. Un grupo de oficiales de la Dirección General de Personal del Ministerio de Defensa también voló a Rostov. Allí les dijeron a todos que para el 1 de julio, Wagner se disolvería y dejaría de existir”.
Pero alguien previno a Prigozhin de los planes de Shoigu. Y el ministro de Defensa se encontró con otro inconveniente: “No tomaron en cuenta la popularidad del jefe de los mercenarios entre los oficiales de primera línea, soldados y agentes de servicio. Todos los posibles escenarios de detención de Prigozhin y su gente se hicieron públicos”, asegura el canal de Telegram especializado en inteligencia rusa VChK OGPU.
Otro punto resultó evidente, “la falta de voluntad para ponerse del lado de Shoigu y Gerasimov, que son extremadamente impopulares en el área de la Operación Militar Especial”.
Ilusionado ante este panorama, Prigozhin creyó que una parte de las fuerzas armadas de Rusia se uniría a la rebelión y se volvería contra sus propios comandantes. Entones apuró los preparativos, que incluyeron la acumulación de grandes cantidades de municiones, combustible y hardware, incluidos tanques, vehículos blindados y sofisticadas defensas aéreas móviles días antes de la sublevación, según los hallazgos de la inteligencia occidental.
Shoigu resolvió entonces atacar. Decidió que tomar medidas drásticas le serviría para imponerse y lanzó misiles contra posiciones de Wagner, con la idea de que Prigozhin y su socio Dmitry Utkin se rindieran.
Sin embargo, el jefe mercenario lanzó su caravana rumbo al Rostov, donde estaba Shoigu. Sus planes no eran desconocidos: The New York Times aseguró este miércoles que el general Sergei Surovikin, wagnerita honorífico desde 2017 que fungió como jefe de las operaciones rusas en Ucrania hasta enero, había sido advertido por el propio Prigozhin sobre lo que iba a hacer. Muchos arriesgan algo más: que le había garantizado apoyo y que ahora será una de las víctimas de una purga con la que Putin castigará a quienes lo traicionarton, al menos dentro del ejército.
Cuando Prigozhin inició su marcha y logró tomar la ciudad de Rostov-on-Don, el ministro de Defensa ya había huido a Moscú. Y Prigozhin se lanzó a perseguirlo. Pero se detuvo. O lo obligaron a detenerse.
Planes frustrados
Wall Street Journal (WSJ) asegura este miércoles que en realidad el complot de Prigozhin ya estaba planificado con antelación y que su objetivo era capturar a los líderes militares de Rusia en Rostov-on-Don, pero que se vio obligado a acelerar la ejecución después de que la agencia de inteligencia nacional del país se enterara del complot.
“El lanzamiento prematuro fue uno de los factores que podrían explicar su fracaso final después de 36 horas, cuando Prigozhin canceló una marcha armada sobre Moscú que inicialmente había encontrado poca resistencia”, dice el WSJ.
“Prigozhin originalmente tenía la intención de capturar al ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y al general Valery Gerasimov, jefe del estado mayor general de Rusia, durante una visita a una región del sur que limita con Ucrania. Pero el Servicio Federal de Seguridad, o FSB, se enteró del plan dos días antes de que se ejecutara, según funcionarios occidentales”, agrega.
El general Viktor Zolotov, comandante de la Guardia Nacional de Rusia, una fuerza militar nacional que depende directamente del presidente Vladimir Putin a los medios estatales el martes, también dijo que las autoridades conocían las intenciones de Prigozhin antes de que lanzara su intento.
“Se conocieron filtraciones específicas sobre los preparativos para una rebelión que comenzaría entre el 22 y el 25 de junio del lado de Prigozhin”, aseguró.
Funcionarios occidentales dijeron que creen que el complot original tenía buenas posibilidades de éxito, pero fracasó después de que se filtró la conspiración, lo que obligó a Prigozhin a improvisar un plan alternativo.
“La facilidad con la que las tropas de Wagner tomaron la ciudad de un millón de habitantes que alberga un gran aeropuerto militar sugiere que algunos comandantes de las fuerzas regulares podrían haber sido parte del complot”, publicó el WSJ.
Prigozhin habría comunicado sus intenciones a altos oficiales militares, incluido posiblemente el general Sergei Surovikin, comandante de la fuerza aeroespacial rusa.
Su papel no está claro. Surovikin fue el primer alto mando en condenar la rebelón el viernes e instó a Prigozhin a detener a sus hombres. Las fuerzas bajo su mando llevaron a cabo ataques aéreos contra la columna Wagner, el único ataque de este tipo realizado por tropas regulares contra los insurrectos. Sin embargo, muchos lo señalan como alguien que estaba del lado de Wagner y que caerá durante una purga que llevará -o ya está llevando- adelante Shoigu.
De acuerdo con las fuentes consultadas por el WSJ, el complot probablemente habría terminado en un enfrentamiento armado en Moscú si el dictador bielorruso, Alexander Lukashenko, no se hubiera ofrecido a mediar.
“Lukashenko sugirió hospedar a Wagner en su país, en parte para reforzar su propia seguridad contra una posible invasión de Rusia, según la inteligencia occidental. Putin ha buscado durante mucho tiempo absorber a Bielorrusia en la Federación Rusa”, dijeron las fuentes occidentales al WSJ.
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