La marcha del grupo de mercenarios rusos Wagner hacia Moscú reavivó un viejo temor en Washington: qué ocurrirá con el arsenal nuclear ruso en caso de agitación interna.
El acuerdo alcanzado este sábado por el jefe de Wagner, Yevgeny Prigozhin, para ordenar a sus combatientes que regresen a sus campamentos disipó de inmediato los temores de un conflicto mayor dentro de Rusia. Pero el episodio puso de manifiesto que el poder del presidente ruso, Vladimir Putin, se está debilitando.
Las imágenes de tanques en las calles rusas trajeron a la memoria el fallido golpe de Estado de 1991 de los comunistas de línea dura, que suscitó inquietud sobre la seguridad del arsenal nuclear soviético y la posibilidad de que un comandante renegado robara una cabeza nuclear, dijeron ex funcionarios de inteligencia estadounidenses.
“La Comunidad de Inteligencia (CI) estará muy centrada en el arsenal nuclear (ruso)”, sostuvo Marc Polymeropoulos, ex funcionario de alto rango de la CIA que supervisó las operaciones clandestinas de la agencia en Europa y Eurasia.
“Quieres saber quién controla las armas nucleares porque te preocupa que terroristas o tipos malos como (el líder checheno Ramzan) Kadyrov puedan ir a por ellas por la ventaja que pueden obtener”, indicó Daniel Hoffman, ex funcionario de la agencia estadounidense que fue jefe de la estación de Moscú.
Kadyrov envió miles de sus propios milicianos a Rostov del Don, la ciudad del sur que fue tomada y posteriormente abandonada por los combatientes de Prigozhin, prometiendo ayudar a sofocar la revuelta.
Sin embargo, las autoridades estadounidenses afirman que no ven una amenaza inmediata para la seguridad de las armas estratégicas y tácticas rusas. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, afirmó que el acuerdo por el que los combatientes Wagner regresaron a sus campamentos tenía por objeto evitar enfrentamientos y derramamientos de sangre.
“No hemos visto ningún cambio en la disposición de las fuerzas nucleares rusas”, dijo un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional en respuesta a preguntas de la agencia de noticias Reuters. “Rusia tiene la responsabilidad especial de mantener el mando, el control y la custodia de sus fuerzas nucleares y de garantizar que no se lleven a cabo acciones que pongan en peligro la estabilidad estratégica”.
Pero la seguridad de estas armas es una preocupación persistente para Washington. Las agencias de inteligencia de Estados Unidos dijeron en su evaluación anual de amenazas de 2023 que “la seguridad del material nuclear de Rusia (...) sigue siendo motivo de preocupación a pesar de las mejoras en la protección, el control y la contabilidad del material en los sitios nucleares de Rusia desde la década de 1990″.
Cadena de mando nuclear
Un asesor del Congreso aseguró que el Kremlin ha inyectado recursos adicionales en la modernización de su arsenal en los últimos años y añadió que “las fuerzas estratégicas de Rusia han estado en general en forma”.
El escenario que preocupa ahora a los planificadores puede ser la posibilidad de que una facción militar rebelde adquiera capacidad de decisión sobre algunas de las armas en caso de que estallen de nuevo las divisiones sobre la invasión a Ucrania expuestas por el motín de Prigozhin.
Estados Unidos y sus aliados se preguntarían cómo utilizaría las armas cualquier nueva autoridad, dijo Hoffman.
“Es la capacidad de extorsionar a Occidente para lo que quieran. Y podrían no jugar con el mismo tipo de reglas que Putin”, indicó.
Señaló cómo el líder ruso no ha actuado sobre las amenazas nucleares que ha hecho en respuesta al apoyo de Occidente a la lucha de Ucrania contra las fuerzas de ocupación rusas.
El arsenal nuclear ruso es el mayor del mundo, estimado en 2022 en 5.977 cabezas nucleares por la Federación de Científicos Americanos, frente a las 5.428 que se calcula posee Estados Unidos.
La recopilación de información sobre la estructura de mando de las fuerzas estratégicas rusas y la seguridad y otros aspectos del arsenal ha sido durante mucho tiempo una de las principales prioridades de las agencias de espionaje estadounidenses, dijeron los exfuncionarios de la CIA.
Ese trabajo se hizo más difícil con la decisión de Putin en agosto de 2022 de poner fin a las inspecciones estadounidenses de las instalaciones nucleares rusas en virtud del nuevo tratado START, que permitía a ambas partes inspeccionar y vigilar mutuamente sus fuerzas nucleares estratégicas.
Esa decisión dejó a Washington altamente dependiente de los satélites espías para evaluar la seguridad de los sitios de armas nucleares y los movimientos de ojivas, y las intercepciones de comunicaciones para monitorear la lealtad de los comandantes rusos, dijo Polymeropoulos.
“Esta ha sido siempre una prioridad súper alta (de Estados Unidos) la recopilación de inteligencia y el mando y control de las armas nucleares en Rusia”, dijo Hoffman. “Todos sabemos que es peligroso, por eso teníamos todos estos tratados, en los que había mucha transparencia, que ahora ha desaparecido”.
(C) Reuters.-
Seguir leyendo: