“Spies”, una historia completa del espionaje entre Oriente y Occidente

El libro de Calder Walton revela el primer intento de asesinato de Rusia en el territorio de los Estados Unidos y sostiene que la Guerra Fría no terminó. Advierte que el escenario es más complejo que en el siglo XX: “En 2021, el FBI abría una investigación relacionada con China cada doce horas”

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"Spies", libro de Calder Walton,
"Spies", libro de Calder Walton, sostiene que Vladimir Putin aplica "el viejo manual del KGB: espionaje, infiltración ilegal, asesinatos, desinformación”. (Sputnik/Gavriil Grigorov/Kremlin via REUTERS)

Durante la Guerra Fría, el espionaje respetaba una suerte de código tácito: Estados Unidos y la Unión Soviética no cometían asesinatos en el territorio del otro. “Pero ahora parece que Vladimir Putin está dispuesto a cruzar esa línea roja”, sostuvo el historiador Calder Walton, cuyo libro Spies, The Epic Intelligence War Between East and West (Espías, la épica guerra de inteligencia entre Oriente y Occidente) narra el que podría ser el caso testigo de ese cambio.

La edición estadounidense, publicada a comienzos de mes, reveló que la extraña detención de un científico mexicano en 2020, por haber espiado en Miami a un “elemento del gobierno de Estados Unidos”, había descubierto en realidad el intento de recabar información sobre Aleksandr Poteyev, un ex oficial de inteligencia ruso. Poteyev había cooperado con el FBI para detener a un grupo de agentes encubiertos, como en la serie The Americans, diez años antes.

Y, según la edición británica de Spies, que saldrá el 29 de junio, la información que el científico obtuvo, con extrema torpeza, tenía por fin planificar el asesinato de Poteyev, condenado in absentia en Rusia por traición. La hipótesis central de Walton, autor también de Empire of Secrets, es que la Guerra Fría no ha terminado: sólo cambiaron sus prácticas.

El libro de Calder Walton
El libro de Calder Walton revela que Rusia intentó matar al ex oficial de inteligencia ruso Aleksandr Poteyev en la Florida, donde residía tras cooperar con el FBI. (Harvard Kennedy School)

“Supe de la historia mientras terminaba el libro”, dijo Walton a CNN sobre el operativo fracasado contra Poteyev, que The New York Times confirmó el 19 de junio. Pero para mí lo más importante de esta historia no es el objetivo sino el complot del gobierno ruso y la inteligencia de Putin”.

Argumenta Spies: “Contra lo que se creía en Occidente en aquel momento, la Guerra Fría no terminó nítidamente en 1991 con el colapso de la Unión Soviética. Eso fue un espejismo. Rusia fue humillada en el escenario mundial tras la desaparición del imperio soviético, y sus servicios de inteligencia se volvieron —si cabe— más agresivos. Nada engendra más hostilidad que la deshonra. Los servicios rusos postsoviéticos cambiaron sus nombres, pero poco más”.

Asesinato político al estilo de Stalin

En 1998 esos viejos operativos que habían pertenecido al KGB y pasaron al FSB quedaron a cargo de “un ex agente sin rango ni éxito”, quien al año siguiente se convirtió en presidente de Rusia. “Una vez en el Kremlin, Putin se rodeó de hombres fuertes, siloviki, con experiencia militar y de inteligencia”, como un estado dentro del estado, compara el texto. Desde entonces, “Putin ha aplicado técnicas tomadas directamente del viejo manual del KGB: espionaje, infiltración ilegal, asesinatos, desinformación y otras medidas activas”.

Calder Walton, autor de "Spies"
Calder Walton, autor de "Spies" y "Empire of Secrets". (Harvard Kennedy School)

Según dijo Walton en un podcast de RealClearPolitics, para Putin el colapso de la Unión Soviética fue “la gran catástrofe del siglo XX” y el marco de seguridad internacional que le siguió “no es democrático sino una forma de imperialismo estadounidense”. El hecho de que la OTAN siga existiendo, y además se extienda hasta la frontera rusa, aporta a la hostilidad del Kremlin.

El intento de asesinato de Poteyev en territorio estadounidense habla de eso, agregó: “Se inscribe en el modelo estalinista: muerto el perro, se acabó la rabia”.

El gobierno ruso y sus agencias como el FSB no se avergüenzan de operaciones como la que terminó con la vida del exiliado León Trotsky en México, siguió: “No intentan borrar de la historia los programas de asesinatos del pasado, sino que están orgullosos de ellos”.

El investigador de la Universidad de Harvard recordó en CNN que en lo que va del siglo aumentaron las acciones encubiertas fuertes en Europa. Por ejemplo, el asesinato de Aleksandr Litvinenko en Londres, en 2006, con polonio radioactivo, o el del georgiano de origen checheno Zelimkhan Khangoshvili en Berlín, en 2019.

Alexander Litvinenko, el ex espía
Alexander Litvinenko, el ex espía ruso envenenado en Londres con polonio.

“Hubo un crescendo de asesinatos pero nunca en los Estados Unidos”, dijo Walton a la cadena. “Creo que esta novedad sobre Poteyev debe hacer que las autoridades revisen otras muertes misteriosas en los Estados Unidos. Hubo críticos de Rusia que aparecieron muertos, convenientemente para Putin, y creo que las autoridades deberían volver sobre algunos de estos viejos casos”.

¿Cambió algo en un siglo de espionaje?

Spies abre con un cable de inteligencia sobre Ucrania que parece escrito en 2022, luego de la invasión rusa, pero que lleva por fecha exactamente un siglo antes: 1922. Así Walton establece el tono de su libro , que cuenta “la historia del conflicto de inteligencia librado entre Rusia y los países occidentales, de manera más o menos continua, durante el último siglo”.

Por un lado, argumenta el texto, el origen del asunto no es la grandeza rusa sino la inseguridad política, económica y militar que han sentido los líderes de la Unión Soviética primero y Rusia ahora. “Mediante el espionaje, el sabotaje, la agitación y la guerra informativa el Kremlin ha intentado —antes, durante y después de la Guerra Fría— igualar el desequilibrio de recursos entre Oriente y Occidente”, escribió.

Y por otro están las potencias del oeste: “Esta es también la historia de cómo Gran Bretaña y Estados Unidos montaron su propia guerra en las sombras contra Rusia. Es una historia de lo mejor y lo peor de la humanidad: valentía y honor, perfidia y traición”.

Según "Spies" la Guerra Fría
Según "Spies" la Guerra Fría tiene un escenario más complejo en el siglo XXI que en el XX, por el papel que cumple China. (AP)

Pero Spies no apunta solamente al pasado: la historia, cree Walton, ilumina toda la línea del tiempo. Su ensayo trata “sobre el ascenso y la caída de las superpotencias, el pasado, el presente y el futuro de Rusia, además del ascenso de China”.

En lo que respecta a la inteligencia y la seguridad nacional, “Estados Unidos ya está inmerso en una Guerra Fría con China”, según el investigador. “Una vez más, como en el conflicto anterior, los servicios de inteligencia están en primera línea de la lucha por el futuro orden mundial, esta vez entre democracia y autoritarismo”.

Pero la situación no es la misma. “El peso económico de China y las implicaciones de su integración en los mercados mundiales” suben el nivel del desafío. ”China y sus espías son como la Unión Soviética con esteroides”, comparó Walton, y ofreció una estadística: “En 2021, el FBI abría una investigación relacionada con China cada doce horas”.

Si bien la inteligencia china despliega una sofisticación comparable a la de la Unión Soviética en sus días, “es diferente en naturaleza, alcance y escala”, según Spies. “El gobierno estadounidense no hace espionaje industrial para beneficiar a las empresas del país. En China, en cambio, la inteligencia y el comercio están integrados”, puso Walton como ejemplo de cómo, además de espionaje, en la nueva tensión Oriente-Occidente existe una transferencia de riqueza directa.

La Guerra Fría empezó mucho antes de 1945

Aleksandr Poteyev, blanco de Rusia
Aleksandr Poteyev, blanco de Rusia en Estados Unidos, había cooperado con el FBI para detener a un grupo de agentes encubiertos como en la serie "The Americans".

Del mismo modo que sostiene que la Guerra Fría no terminó con la desintegración de la Unión Soviética, el investigador de Harvard propone que tampoco comenzó tras la Segunda Guerra Mundial.

“Empezó antes de lo que tendemos a imaginar. Se suele considerar que empezó luego de 1945, entre los movimientos sísmicos de las grandes estrategias entre este y oeste”, escribió Walton. “En realidad, comenzó antes. Los gobiernos occidentales estaban atrapados en una Guerra Fría mucho antes de 1945, sólo que no se daban cuenta”.

Spies compara las revelaciones post-guerra sobre las actividades de espionaje soviético con las alarmas de un banco que suenan luego de un robo: “La guerra contra la Alemania nazi, durante la cual la Unión Soviética se alió a Gran Bretaña y Estados Unidos, marcó una diferencia menor en la arremetida de los servicios de inteligencia de Stalin contra esos países. De hecho, permitió que sus oficiales reforzaran el ataque”.

Al cabo de la guerra, las potencias occidentales se encontraron a la defensiva para ponerse al día, “intentando comprender la magnitud de los secretos que los soviéticos habían robado y evaluar la mentalidad, los objetivos y las capacidades de Stalin”. Desde la Revolución Rusa de 1917, los sectores triunfantes —los bolcheviques— impusieron una idea de conflicto constante con los gobiernos occidentales, tanto en lo ideológico como en lo práctico, argumenta el libro. Los servicios de inteligencia fueron la infantería de esa guerra discreta.

Calder Walton sostiene que la
Calder Walton sostiene que la Guerra Fría no ha terminado: sólo cambiaron sus prácticas. (Harvard Kennedy School)

Desde 1991, la expansión de la OTAN hacia el este reactivó los temores históricos de Rusia sobre la intervención occidental en sus asuntos internos, continuó Walton. Pero, además de la OTAN, “la agresión militarista de Rusia resulta de las disfunciones de su sociedad y de un estilo de gobierno oscilante entre la dictadura, la autocracia y la oligarquía”, destacó. Su conclusión va muchos más allá de la coyuntura presente: “Occidente tiene un problema ruso de largo plazo, no sólo un problema con Putin”.

Él encarna esas disfunciones, como las califica Spies, pero otro lo haría si él no estuviera, insistió. Por eso la injerencia rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 no fue, desde la perspectiva del historiador, “un ataque sin precedentes, como dijeron muchos”. Walton analizó que, en realidad, “continuó una larga tradición de esfuerzos soviéticos por interferir en la política estadounidense”.

De todos modos, el éxito que Spies le reconoce a Putin no es pequeño: “Su genio fue convencer a las potencias occidentales luego del 11 de septiembre de que él no desarrollaba dos agendas políticas al mismo tiempo. Ayudó al antiterrorismo occidental al mismo tiempo que impulsaba una ambiciosa estrategia para devolverle la grandeza a Rusia y corregir las ‘injusticias’ que le infligió el colapso soviético”.

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